Portada » Arte » Rococó, Neoclasicismo y Romanticismo: Estilos Artísticos Clave
Durante los primeros años del siglo XVIII, ciertos países supusieron una continuación del Barroco. El Rococó es como una continuación del Barroco en su forma más exuberante, un arte muy relacionado con la aristocracia. Ya a partir de 1750, nace el estilo Neoclásico, muy vinculado a la Ilustración y a las revoluciones burguesas, y que, como su nombre indica, vuelve la mirada al mundo clásico.
Es un estilo ornamental. Este estilo decorativo se manifiesta sobre todo en los interiores de los palacios de la aristocracia, decorados con pintura al fresco y con gran importancia de las artes menores:
Es un estilo que gusta de lo mitológico, de lo pintoresco, como el interés de las clases altas por imitar las fiestas y los atuendos de las clases populares. Nace y se desarrolla fundamentalmente en Francia.
Acumula elementos formales barrocos como la asimetría y lo curvilíneo, combinados con lo ornamental de las artes decorativas, tan del gusto de las clases dominantes.
El Neoclasicismo fue el estilo artístico sucesor del Barroco que plasmó los ideales de la Ilustración y la ideología burguesa. Tuvo su centro en Francia, se difundió por Europa durante la segunda mitad del siglo XVIII y alcanzó su esplendor durante la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico (1789-1815).
Surgió como una oposición al recargamiento decorativo del arte Barroco y Rococó, y significó la vuelta a los ideales del mundo clásico, considerado como un modelo de perfección que se debía imitar tanto en sus formas como en sus valores estéticos y morales.
El interés por recuperar la Antigüedad clásica se reforzó por varios factores:
También fue crucial para la difusión del arte neoclásico la moda de los viajes a Grecia y Roma, donde se podían ver in situ los restos de edificios clásicos.
El estilo neoclásico era el que mejor representaba la ideología revolucionaria de la burguesía frente al estilo aristocrático y desenfadado del Rococó. Tuvo su apogeo con el Imperio Napoleónico, que lo difundió a través de las obras que mandó construir, y se extendió hasta el siglo XIX, durante el cual convivió con el Romanticismo.
La arquitectura neoclásica rechazó los excesos ornamentales y la teatralidad de los edificios barrocos, defendiendo la vuelta al orden y a la sencillez de la arquitectura clasicista. Se caracterizó por los siguientes aspectos:
Sin olvidar los edificios religiosos.
Las grandes construcciones urbanas (edificios, plazas, avenidas, fuentes, monumentos) que mandaron realizar los monarcas europeos, así como el emperador Napoleón, tuvieron un fin simbólico: la exaltación de su poder a los ojos del pueblo y de las naciones. Se incorporan los frontones con escenas en relieve, perfectamente adaptados al marco.
El paso de la arquitectura barroca a la neoclásica en Francia no supuso un cambio muy brusco, puesto que el Barroco clasicista había sido el estilo representativo de la Monarquía Borbónica y el Palacio de Versalles, el modelo por excelencia.
La presencia de arquitectos italianos en la corte facilitó la llegada del lenguaje clásico. El primer arquitecto español que adoptó el estilo neoclásico fue sobre todo Ventura Rodríguez, pero fue la llegada de Carlos III la que dio el impulso necesario para la definición de la arquitectura neoclásica española.
Carlos III encargó a Sabatini obras de transformación urbana como la Puerta de Alcalá, que el arquitecto solucionó como un arco triunfal.
El arquitecto más representativo fue Juan de Villanueva. Su obra culminante fue el Museo Nacional del Prado, construido para albergar el Gabinete de Historia Natural. También en el Retiro levantó otra de sus obras emblemáticas: el Observatorio Astronómico.
El arte romántico fue una reacción contra el arte académico, frío y racional del Neoclasicismo, y tuvo las siguientes características:
Los temas fueron variados:
El paisaje romántico tuvo una fuerte carga simbólica y literaria, y la naturaleza se utilizó para expresar unas veces la omnipotencia divina y otras, estados de ánimo del artista.
El arte romántico se fundamenta en 3 principios estéticos:
Durante la primera mitad del siglo XIX, el Romanticismo puso de moda la recuperación de los estilos arquitectónicos del pasado histórico, especialmente de aquellos que se consideraban más representativos de cada nación.
El Eclecticismo fue la corriente arquitectónica que se inspiró en los estilos del pasado, imitándolos e incurriendo muchas veces en la mezcla de estilos. El Eclecticismo fue el equivalente en arquitectura al Romanticismo en las artes plásticas, y se difundió por Europa desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX. Supuso una continuación del estilo Neoclasicista.