Portada » Historia » El Franquismo y la Guerra Civil Española: Un Legado Histórico Profundo
Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, la tensión social y política en España aumentó. Grupos de derechas e izquierdas pensaban en acabar con la República mediante la violencia. La conspiración fue dirigida principalmente por militares como Mola, Goded, Queipo de Llano y Cabanellas, con Franco incorporándose a última hora. También colaboraron miembros de la CEDA, aunque sin participación oficial de su líder Gil Robles. Mola diseñó un plan de acción rápida y extremadamente violenta para instaurar una dictadura militar temporal y restaurar el orden. Aunque el gobierno republicano adoptó algunas medidas preventivas (traslados y sanciones de militares sospechosos), subestimó la magnitud del peligro y no logró controlar a las fuerzas de extrema izquierda.
La polarización política dividía el país en dos bloques: el Frente Nacional (conservadores, monárquicos, carlistas, falangistas y grandes propietarios) y el Frente Popular (socialistas, comunistas, republicanos de izquierda, nacionalistas y algunos anarquistas).
El asesinato de Calvo Sotelo en julio de 1936 aceleró el golpe de Estado, liderado fundamentalmente por militares.
Los sublevados, tras cruzar el Estrecho con apoyo de Alemania e Italia, controlan media España. Aíslan al norte republicano tomando San Sebastián e Irún. No logran conquistar Madrid tras varios fracasos en batallas como Jarama y Guadalajara. La guerra pasa de movimientos rápidos a una guerra de posiciones. Franco asume todos los poderes en el bando nacional.
Se centra en el norte. Los nacionales conquistan Bilbao, Santander y Asturias, tras el bombardeo de Guernica. Los republicanos intentan desviar la presión con ofensivas en Brunete y Belchite. En invierno, se libra la dura batalla de Teruel, que finalmente cae en manos franquistas. Franco organiza un estado militarizado; la República sufre tensiones internas.
Tras dividir en dos el territorio republicano, la República lanza su última gran ofensiva: la Batalla del Ebro, la más sangrienta de la guerra. El fracaso republicano debilita su moral y capacidad militar. La República esperaba que un conflicto europeo (tras la Conferencia de Múnich) les favoreciera, pero esto no ocurrió.
Los nacionales conquistan Cataluña; Barcelona cae en enero de 1939 y miles huyen al exilio. En Madrid, el coronel Casado encabeza un golpe contra Negrín para negociar la paz, pero Franco exige rendición incondicional. El 28 de marzo Madrid cae y el 1 de abril Franco declara oficialmente el fin de la guerra. Sin embargo, no llegó la paz a España.
Tras la Guerra Civil (1936-1939), Franco instauró en España una dictadura personal y militar que duró hasta 1975. El régimen se caracterizó por el autoritarismo, la represión política y social, la ausencia de libertades y la concentración de todo el poder en Franco. Se prohibieron los partidos políticos y sindicatos libres, instaurando un partido único (FET y de las JONS) y un sindicato vertical controlado por el Estado.
El franquismo defendía el nacionalcatolicismo, el nacionalismo español centralista, el antiliberalismo, el anticomunismo y el conservadurismo social. La Iglesia católica tuvo gran influencia y privilegios.
El régimen contó con el apoyo del ejército, la Iglesia, terratenientes, empresarios y parte de la clase media. La represión y el miedo aseguraron el control social.
El franquismo fue una dictadura basada en la represión, el control ideológico y la falta de libertades, que evolucionó económicamente en los años 60 pero nunca permitió la democracia ni la reconciliación nacional.
Este es un fragmento del Crepúsculo de los ídolos, escrito en el auge del Romanticismo y en coexistencia con la secularización de Europa y el desarrollo de la Revolución Industrial. Dicha obra constituye un ejemplo de herramienta filosófica en el que el autor ejerce un pensamiento crítico con su época y trata de incentivar una reevaluación constante de los valores hacia el desarrollo vital.
En este fragmento, Nietzsche plantea un problema filosófico fundamental: la tendencia de la filosofía tradicional a negar la historia, el cambio y el devenir, en favor de conceptos eternos e inmutables. Según él, desde Platón en adelante, la filosofía ha dividido la realidad en dos mundos totalmente separados: uno verdadero, fijo y perfecto (el mundo de las ideas, Dios, la razón pura) y otro aparente, imperfecto y engañoso (el mundo sensible, material, histórico). Nietzsche argumenta que esta división nace del miedo y del rechazo a la vida tal y como es: incierta, dolorosa y en constante devenir, puesto que los filósofos no han podido conceptualizar dichos aspectos.
Nietzsche emplea la frase “sub specie aeterni” para representar esta actitud nihilista de los filósofos occidentales al negar el valor de la vida real para refugiarse en valores absolutos y trascendentes, imponiendo la lógica, la moral cristiana o la metafísica por encima del cuerpo, los instintos y la experiencia concreta, construyendo una cultura que reniega de su propia vitalidad. Frente a esto, él sí va a otorgar herramientas filosóficas para recoger esos aspectos. Su propuesta radica en una inversión de todos los valores tradicionales: una filosofía que parta del cuerpo y de los sentidos, rechazando la búsqueda de verdades absolutas y abrazando una mirada trágica, artística y afirmativa del mundo. Esta mirada será la del nuevo superhombre, aquel capaz de crear nuevos valores alejados de los tradicionales a través de su voluntad de poder. Con todo, Nietzsche representa un pensamiento rupturista respecto a toda la tradición anterior para abrir paso hacia una filosofía que sea nueva y recoja en sí misma la vida terrenal con todo lo que ello implica.