Portada » Filosofía » Nietzsche y la Ruptura Cultural: El Pensamiento Filosófico del Siglo XIX
El siglo XIX se divide claramente en dos etapas. La primera mitad está dominada por el Romanticismo; la segunda mitad se caracteriza por el positivismo o cientifismo, y la fragmentación ideológica.
El Romanticismo, que en Alemania se inicia alrededor de 1780 con Herder, Goethe y Schiller, dominó toda Europa durante la primera mitad del siglo XIX y se prolongó varias décadas en países como España. Las novedades fundamentales del Romanticismo son:
La razón es desplazada, y ahora cobran protagonismo la voluntad, los sentimientos, la imaginación, lo irracional, la libertad del individuo y del científico, y la creatividad.
Históricamente, en la primera mitad del XIX se configuran las dos ideologías dominantes:
La segunda mitad del siglo se caracteriza por la fragmentación: no existe un pensamiento unitario, sino una serie de ideologías o corrientes que no buscan una explicación universal, sino la defensa de puntos de vista particulares o intereses de grupo. La Segunda Revolución Industrial y las aplicaciones técnicas de la ciencia transformaron la vida y la mentalidad de los europeos.
Se difunde el positivismo de Comte y predomina la tecnociencia, lo que provoca que la filosofía deje de ser el conocimiento por excelencia de la realidad. Se universalizan las reivindicaciones de derechos sociales y políticos, especialmente entre los obreros, y surge la figura del político profesional.
Como consecuencia de la aparición de la clase obrera, que exige su participación en la riqueza y el poder, nace la Filosofía de la Sospecha (representada por Marx, Nietzsche y Freud). Estos pensadores denuncian que detrás de las grandes construcciones filosóficas se encierran intereses inconfesables, acusando a la filosofía de haberse convertido en ideología.
El pensamiento de Nietzsche pertenece a este grupo de filosofías de la sospecha, centrado en una crítica a la cultura occidental, a la que acusa de ser decadente. Para criticarla, se centra en tres pilares: la filosofía, la moral y la religión.
Nietzsche critica la filosofía griega desde Sócrates, aliada con el cristianismo, a los que considera el origen de los males de la civilización occidental. Los conocimientos básicos de bien, verdad y conocimiento son rechazados por él. Su crítica se extiende a las ideologías contemporáneas:
La idea central del pensamiento de Nietzsche es la instauración de una cultura nueva, de índole aristocrática, antítesis de la occidental. Encuentra esas características en la Grecia presocrática, cuya máxima expresión es la tragedia griega, que aúna lo dionisíaco y lo apolíneo. Una propuesta nietzscheana fundamental es la fidelidad a este mundo y el rechazo de cualquier otro.
El estilo y la obra de Nietzsche son de carácter literario, utilizando la imaginación, la retórica y el sentimiento como argumentos. El cientifismo también estuvo presente en una época de su vida, sirviendo como crítica a la metafísica y defensa del conocimiento científico. En esencia, el pensamiento de Nietzsche supone la crítica a la tradición cultural de Occidente.
La vida de Nietzsche (nacido en 1844 en Röcken, Prusia, en el seno de una familia protestante) está totalmente vinculada a su proyecto filosófico. Estudió en el reconocido Instituto Pforta y, tras un semestre de teología, se dedicó a la filología. En 1865, la lectura de Schopenhauer y Lange ejerció gran influencia sobre él. Antes de terminar la carrera, fue nombrado catedrático de Filología en la Universidad de Basilea.
Este periodo, también llamado periodo romántico, se caracteriza por obras filológicas y de inspiración romántica. La metáfora dominante es la contraposición entre Dionisio y Apolo: el arte como medio de penetrar en la realidad, en el fondo pasional del ser humano. Obras destacadas:
Esta época estuvo marcada por su profunda amistad y admiración por Richard Wagner, a quien había presentado en El nacimiento de la tragedia como el salvador de la cultura alemana. El fin de este periodo está marcado por su ruptura con Wagner.
Este periodo comienza tras la publicación de Humano, demasiado humano, donde defiende la genialidad del científico. Nietzsche está influido por el positivismo inglés y la Ilustración francesa, y abandona a Schopenhauer. Debido a su endeble salud y a sus dudas sobre la docencia en filología, renunció a su cátedra en 1879 y se dedicó a viajar. Otras obras de este periodo son:
Es el periodo más característico, centrado en la crítica a la cultura occidental y el desarrollo de sus temas más importantes. En Así habló Zaratustra, su estilo y pensamiento alcanzan cotas elevadísimas de madurez, exponiendo sus ideas sobre el superhombre y la transmutación de los valores. Otras obras clave:
Redactó Ecce homo, una autobiografía de gran importancia para la interpretación de su obra. En 1889, tras sufrir un colapso mental, fue internado en un psiquiátrico, del que nunca se recuperaría. Murió en 1900, en Weimar.
El influjo de este pensador ha sido enorme en la filosofía y en muchos ámbitos del pensamiento contemporáneo (la concepción de la vida, la verdad, las relaciones humanas, etc.). Para muchos, Nietzsche es considerado la figura más representativa de la filosofía contemporánea y el más importante “maestro de la sospecha”. Gran parte de la filosofía de la segunda mitad del siglo XX depende de Nietzsche, ya sea directamente o leído a través de Martin Heidegger, quien dedicó diez años de lecciones a su obra, publicadas bajo el título Nietzsche. En concreto, ha influido en el existencialismo, el postestructuralismo y, sobre todo, la posmodernidad en todas sus variantes y pensadores (pensamiento débil, Vattimo, Rorty, etc.).
