Portada » Filosofía » Friedrich Nietzsche: Contexto Histórico y Filosófico de su Pensamiento Revolucionario
La vida de Friedrich Nietzsche (1844-1900) transcurrió en una Europa de los nacionalismos. Tuvo lugar la unificación de Alemania e Italia, países que, junto con Suiza, fueron los lugares donde Nietzsche pasó la mayor parte de su vida.
El siglo XIX fue el siglo del capitalismo y el liberalismo político, de las revoluciones obreras, los movimientos internacionalistas de los trabajadores, el socialismo y el anarquismo.
En el ámbito cultural, se produjo una ruptura con el orden establecido. Diversas expresiones artísticas provocaron a una burguesía decadente. Sin embargo, los artistas no dejaron de mostrar un talante aristocrático y elitista. Surgió el modelo del bohemio, una persona que renunciaba a vivir conforme a los valores tradicionales, buscando nuevas experiencias como el alcohol, las drogas, la homosexualidad y siempre con afán de provocar. Una figura muy representativa de este espíritu fue Oscar Wilde.
En esta época, comenzó el impresionismo, que rompió con la tradición anterior. Sus exponentes afirmaban pintar la realidad tal y como es, no como se piensa que se ve. Nietzsche, por su parte, distinguía entre la auténtica realidad, el devenir, y la realidad estática, entendida como verdadera solo por la razón. Tanto el impresionismo como las ideas de Nietzsche fueron incomprendidos en su época.
En la música, Richard Wagner superó la tradición mediante su concepción del drama musical, fusionando todas las artes. Nietzsche vio en Wagner un espíritu de modernidad, por lo que mantuvo una profunda admiración y amistad con él, hasta que se produjo un distanciamiento y llegó a considerarlo un signo de decadencia.
En la poesía, se expresó ese espíritu decadente y nihilista. Ejemplos claros son el simbolismo de Verlaine y Rimbaud.
Culturalmente, se comenzó a revalorizar la cultura griega antigua. A partir de Goethe, se produjo en Alemania una nueva revalorización de la cultura clásica. Esto propició el surgimiento de una generación de estudiosos de este mundo clásico. Uno de ellos fue Burckhardt, decisivo en la fascinación de Nietzsche por la antigüedad clásica.
Nietzsche fue un filósofo alemán que, al igual que Ortega, pertenece a la corriente filosófica conocida como vitalismo.
En oposición, encontramos el hegelianismo y el positivismo de Comte, corrientes que exaltaban el aspecto racional del hombre y de la realidad.
El siglo XIX fue el siglo de la fe ciega en la ciencia y la técnica como herramientas para dominar la naturaleza y liberar al hombre. Frente a esto, los filósofos vitalistas se declararon defensores de la vida, incluyendo lo no racional: instintos, deseos y pasiones. Negaron el predominio o la exclusividad de la razón al definir al ser humano. Además, afirmaron que el artista está dotado de una capacidad para entender la realidad de la que carece el científico. Para ellos, la vida es proceso, cambio, irracionalidad y carece de una estructura racional, por lo que no puede medirse matemáticamente.
La primera gran fuente de Nietzsche fue el pensamiento griego, en especial los autores trágicos que combinaban lo apolíneo (racional) y lo dionisíaco (los impulsos).
También se dejó influenciar por las teorías de la lucha y la selección natural de Darwin.
No obstante, Nietzsche comenzó su andadura influido por Schopenhauer, quien denunció la autosuficiencia de la razón para explicar la realidad. Para Schopenhauer, la herramienta intelectual es la intuición, no la razón. Sin embargo, Nietzsche puso la vida en primer término, mientras que Schopenhauer la condenó con su pesimismo.
Respecto a su pensamiento, Nietzsche siempre creyó que no escribía para los hombres de su tiempo, sino para futuros lectores. Su obra está teniendo una gran influencia en el pensamiento actual y ha hecho tambalear muchos de los cimientos de la cultura occidental.
Anunció la muerte de Dios, y la sociedad occidental actual está viviendo sus consecuencias. Nuestra cultura se caracteriza por vivir de espaldas a Dios y a la religión. La creencia en Dios es menos sólida que antaño.
La actitud vitalista de Nietzsche, que renuncia a la trascendencia, ha derivado irreflexivamente en la actualidad hacia la identificación de la felicidad con lo material, el culto al cuerpo, etc.
La cultura de masas también ha apostado por la imagen. Esto ha supuesto una «basurización» de los productos culturales, ya que para ser consumidos masivamente deben ser simples, fáciles y de utilidad inmediata.
El arte moderno es una expresión perfecta de la pluralidad de significados que, según Nietzsche, constituyen la realidad.
Este fragmento se basa en El crepúsculo de los ídolos de Nietzsche, una obra publicada en 1888. Es un texto crítico que pretende mostrar la falsedad de lo que siempre se ha tenido por verdad indiscutible en la metafísica tradicional.
Nietzsche fue un filósofo vitalista que afirmó lo múltiple, el devenir, los instintos y la vida, frente a lo uno y estático de los filósofos dogmáticos.
En su crítica a la filosofía platónico-cristiana, Nietzsche analiza cómo el mundo de las ideas acabó convirtiéndose en la metafísica cristiana.
Para los filósofos dogmáticos, las cosas de supremo valor no derivan del mundo terreno, sino que provienen de Dios o de otro mundo.
La ontología tradicional es estática: el ser es algo fijo e inmutable. Sin embargo, para Nietzsche, el devenir constante es lo que realmente existe.
La filosofía tradicional construye su «mundo verdadero» en oposición al «mundo aparente». Al sentir recelo ante la vida, inventan un mundo distinto y mejor como forma de vengarse de ella.
Para Nietzsche, la fe del hombre en Dios ha muerto. Dios ya no es una fuerza viva, presente y operante en la historia. A esta fase de nihilismo pasivo, de falta de sentido, de duda y desorientación, seguirá una fase de asimilación de este mundo del devenir y de la vida como el único mundo verdadero.
Nietzsche realiza una transvaloración de los valores, una inversión de la metafísica tradicional. Ahora triunfa la voluntad de poder tras haber asumido y superado el nihilismo.
El superhombre supera el nihilismo y dice sí a la vida, al cuerpo. Cultivará la inocencia de los sentidos, será libre, capaz de darse a sí mismo el bien y el mal, y de imponerse como ley su propia voluntad. Se libera de la moral de esclavos para vivir con más fuerza y amor hacia la vida.