Portada » Filosofía » Fundamentos de la Filosofía Moderna: Siglo XVII, Racionalismo, Empirismo y la Era del Renacimiento
En el siglo XVII, las antiguas inseguridades se enseñaban en las escuelas, pero estas ya no constituían la vanguardia del conocimiento. Los intelectuales inquietos vivían una experiencia de confusión, de malestar y de fracaso. Las causas de este malestar fueron:
Esta crisis mostraba que la sabiduría humana era muy difícil de alcanzar y que la posibilidad de error era inherente a la actividad humana. Afortunadamente, la Revolución Científica constituía un éxito. Tuvo muchos opositores y había recibido diferentes condenas en Italia. En cambio, en Francia, Holanda e Inglaterra, diferentes intelectuales con interés científico iniciaron una nueva filosofía que tenía en cuenta el método y los descubrimientos de la nueva ciencia.
La filosofía moderna pretendía llevar a cabo investigaciones que abandonaran el terreno de la controversia y emprendieran un camino seguro y, con el tiempo, progresivo. La filosofía quería alcanzar la seguridad matemática que es posible en la ciencia.
La nueva ciencia necesitaba una garantía externa y superior que fundamentase la verdad del nuevo camino iniciado; paralelamente, sus resultados se encontraban fragmentados y poco relacionados, y era necesario integrarlos en un sistema coherente. Esto fue tarea de los filósofos entusiastas de la nueva ciencia: crear una filosofía que le proporcionase a esta ciencia garantía y fundamentación. El Racionalismo, iniciado por el francés Descartes, y el Empirismo, iniciado por el inglés Hobbes, fueron las dos corrientes filosóficas que intentaron alcanzar los anteriores objetivos. Ambas corrientes concedían importancia al método matemático y a la observación, al papel de la razón y al papel de la experiencia. Ahora bien, para los racionalistas, la última palabra la tenía la razón; para los empiristas, en cambio, la experiencia. Los racionalistas buscaron una fundamentación metafísica de la ciencia; los empiristas se centraron en el estudio del conocimiento en relación con la experiencia.
El Racionalismo sostiene que la fuente y el origen del conocimiento es la razón, que los conocimientos válidos y verdaderos, claros y distintos, proceden de la razón y no de los sentidos. El modelo de saber racionalista es el sistema deductivo de la matemática, en el que todo conocimiento se infiere de principios o ideas primeras. La aplicación de este método a la filosofía hizo que esta avanzase con seguridad.
La Europa de los pensadores racionalistas no fue la Europa del Renacimiento, localizado en Italia. Los lugares donde se realizaron las innovaciones fueron Francia, Holanda y parte de la fragmentada Alemania. La monarquía de Luis XIV en Francia se presentó siempre como el prototipo de monarquía absoluta. En este tipo de monarquía, todos los poderes residen en el monarca y este se impone por encima de todos.
Tras la Paz de Westfalia se reconoció la independencia de Holanda. Durante el siglo XVII, Holanda aumentó su prosperidad gracias al comercio marítimo y la industria. También se convirtió en un país tolerante, donde reinaban la libertad de pensamiento y la especulación intelectual, y por este motivo fue refugio de numerosos filósofos, como Descartes, Spinoza, Hobbes, Locke…
El Renacimiento se desarrolla en los siglos XV y XVI. La cuestión de determinar si el Renacimiento supone una radical ruptura o una continuidad con respecto a la Edad Media representa una dificultad. El desarrollo de la burguesía, clase social impulsora de los ideales renacentistas, comienza en la Edad Media y va asociada al desarrollo del individualismo. La penetración de la filosofía griega en Occidente se había realizado ya a través de las escuelas de traductores (Toledo, Vich, Nápoles, Palermo…) a lo largo de la Edad Media, especialmente durante el siglo XIII, lo que supone un despertar “medieval” del retorno de los clásicos, que será otra de las características clave del Renacimiento. Lo mismo ocurre con el desarrollo de la ciencia, mediante la actividad de los medievales Ockham, Oresme y Buridano, a lo que podemos añadir otros acontecimientos importantes como el descubrimiento de América o de la imprenta.
Los europeos del siglo XVI tenían una clara conciencia de ruptura con respecto a la Edad Media, conciencia mantenida por la sucesión de una serie de transformaciones sociales, políticas, religiosas, económicas y culturales que nacían de una clara voluntad de oposición a lo “medieval”. Entre ellas podemos destacar la desintegración de la Iglesia y el desarrollo de la Reforma Luterana y de la Iglesia Anglicana con Enrique VIII, que se producen en el marco de la consolidación de los Estados Nacionales y de las monarquías absolutas que van a configurar el nuevo mapa político en Europa. A lo cual hay que asociar el desarrollo de la burguesía y su papel predominante, con la expansión del comercio, lo que supondrá el principio del fin del feudalismo y la colonización de América; y por otra parte, el descubrimiento de la imprenta facilitará la difusión de las nuevas ideas.
Las relaciones entre Humanismo y Renacimiento se presentan bajo el aspecto de una polémica: mientras que el Humanismo se caracterizará por el retorno a la sabiduría clásica, en el marco de una preocupación fundamentalmente de signo filológico y teológico, el Renacimiento lo hará como impulsor del desarrollo de la ciencia. Así, el Renacimiento, sin renunciar a los temas básicos del Humanismo, lo superará al desligar tales temas de la perspectiva teológica y enlazarlos con el pensamiento científico.