Portada » Filosofía » Nietzsche: Desafío a la Metafísica y Reafirmación de la Vida Terrenal
¿Por qué denuncia Nietzsche que los filósofos han manejado “momias conceptuales” y que de su mano no salió vivo nada real?
Nietzsche concibe la realidad como un flujo constante, influido por Heráclito, mientras que filósofos como Platón o Kant construyen categorías inmutables (Formas, Dios, Verdad absoluta). Estos conceptos son “momias” porque matan lo vivo al fijarlo en abstracciones rígidas, negando el devenir y la impermanencia.
¿Por qué afirma Nietzsche que el concepto de Dios es el más tenue y vacío?
Nietzsche identifica la idea de Dios con la tradición platónico-cristiana que inventó un “mundo verdadero” trascendente, opuesto al mundo sensible. Este dualismo, según él, desvaloriza la realidad terrenal y los sentidos, privilegiando una ilusión metafísica. Dios, como máxima expresión de ese “mundo verdadero”, es un concepto “tenue” porque carece de sustento empírico y “vacío” porque niega la vitalidad del devenir y los instintos humanos.
¿Por qué identifica Nietzsche la “apariencia” con la realidad?
Nietzsche ataca la distinción entre un “mundo verdadero” (metafísico, eterno) y un “mundo aparente” (sensible, cambiante), heredada de Platón y reforzada por el cristianismo. Para él, este dualismo es una invención decadente que desprecia la vida concreta. Al declarar que no hay un “más allá” de la apariencia, Nietzsche afirma que lo que llamamos “apariencia” (el mundo sensible, cambiante) es la única realidad posible.
¿A qué se refiere Nietzsche cuando afirma que “Los signos distintivos que han sido asignados al “ser verdadero” de las cosas son los signos distintivos del no-ser”?
Nietzsche argumenta que los filósofos tradicionales han atribuido al “ser verdadero” características como inmutabilidad, eternidad, perfección y pureza, opuestas a las del mundo empírico (devenir, imperfección, multiplicidad). Estos atributos no describen una realidad superior, sino que son signos de la nada, pues lo inmutable y estático carece de vida y dinamismo. Al construir el “mundo verdadero” como opuesto al mundo real, lo han vaciado de contenido, reduciéndolo a una abstracción sin conexión con la experiencia concreta.
¿Por qué denuncia Nietzsche que tomamos venganza de esta vida con la fantasmagoría de “otra” vida mejor que esta?
Nietzsche argumenta que la moral tradicional, especialmente la cristiana, ha enseñado a las personas a despreciar la vida terrenal, con sus sufrimientos y placeres, en favor de una existencia celestial idealizada. Esta negación surge del resentimiento de aquellos que se sienten débiles u oprimidos, quienes, incapaces de aceptar su realidad, buscan consuelo en la promesa de una vida futura donde serán recompensados.
El pensamiento de Platón, con su visión de la realidad y del ser humano, ha dejado una profunda huella en la filosofía occidental. Esta influencia es tan notable que no será hasta Nietzsche, en el siglo XIX, con su crítica a la cultura occidental, cuando aparezca una postura verdaderamente contraria al platonismo.
La crítica de Nietzsche es compleja y multifacética, pero puede sintetizarse en su rechazo del intelectualismo socrático. Para él, la famosa ecuación que equipara razón, virtud y felicidad (RAZÓN=VIRTUD=FELICIDAD), que constituye en buena medida el núcleo del pensamiento platónico, representa tanto un optimismo racional injustificado como una culpabilización de la vida nacida del resentimiento.
Respecto al primer punto, Nietzsche expone de manera rotunda la contingencia de la existencia humana en la fábula que introduce su obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Allí describe a los seres humanos como animales inteligentes que, en “el instante más arrogante y mendaz” de la historia del universo, inventaron el conocimiento. Así, la aspiración racional del ser humano queda puesta en entredicho.
En cuanto al segundo aspecto, Nietzsche reprocha a la tradición filosófica iniciada con Sócrates y Platón el haber negado la vida, interpretándola como una carga que se desea abandonar en busca de un sentido trascendente. Frente a esto, Nietzsche propone una revalorización de la existencia tal cual es, aceptándola incluso con su inevitable sufrimiento. El dolor no puede ser eliminado, pero sí transformado en algo bello.
A pesar de sus diferencias, Platón y Nietzsche coinciden en una idea fundamental: que la filosofía, como proceso de desvelamiento, tiene un carácter liberador y terapéutico (si se entiende como liberación y curación de la ignorancia).
Este es un fragmento del Crepúsculo de los ídolos, escrito en el auge del Romanticismo y en coexistencia con la secularización de Europa y el desarrollo de la Revolución Industrial. Dicha obra constituye un ejemplo de herramienta filosófica en el que el autor ejerce un pensamiento crítico con su época y trata de incentivar una reevaluación constante de los valores hacia el desarrollo vital.
En este fragmento, Nietzsche plantea un problema filosófico fundamental: la tendencia de la filosofía tradicional a negar la historia, el cambio y el devenir, en favor de conceptos eternos e inmutables. Según él, desde Platón en adelante, la filosofía ha dividido la realidad en dos mundos totalmente separados: uno verdadero, fijo y perfecto (el mundo de las ideas, Dios, la razón pura) y otro aparente, imperfecto y engañoso (el mundo sensible, material, histórico). Nietzsche argumenta que esta división nace del miedo y del rechazo a la vida tal y como es: incierta, dolorosa y en constante devenir, puesto que los filósofos no han podido conceptualizar dichos aspectos.
Nietzsche emplea la frase “sub specie aeterni” para representar esta actitud nihilista de los filósofos occidentales al negar el valor de la vida real para refugiarse en valores absolutos y trascendentes, imponiendo la lógica, la moral cristiana o la metafísica por encima del cuerpo, los instintos y la experiencia concreta, construyendo una cultura que reniega de su propia vitalidad.
Frente a esto, él sí va a ofrecer herramientas filosóficas para abordar esos aspectos. Su propuesta radica en una inversión de todos los valores tradicionales: una filosofía que parta del cuerpo y de los sentidos, rechazando la búsqueda de verdades absolutas y abrazando una mirada trágica, artística y afirmativa del mundo.
Esta mirada será la del nuevo superhombre, aquel capaz de crear nuevos valores alejados de los tradicionales a través de su voluntad de poder. Con todo, Nietzsche representa un pensamiento rupturista respecto a toda la tradición anterior para abrir paso hacia una filosofía que sea nueva y recoja en sí misma la vida terrenal con todo lo que ello implica.