Portada » Arte » Neoclasicismo y Romanticismo: Dos Visiones del Arte en los Siglos XVIII y XIX
Dos estilos pictóricos, casi contemporáneos pero radicalmente distintos, dominaron los siglos XVIII y la primera mitad del XIX. Francia fue un país destacado en producción y calidad, cuna de grandes neoclásicos y románticos, y escenario de sus polémicas y disputas.
Estilo inspirado e imitador de la antigüedad clásica. Sus temas eran históricos y mitológicos, con desnudos al estilo griego y poses grandilocuentes y frías, muy estudiadas y académicas. Era un arte de normas, donde lo que importaba era el dibujo, mientras el color era secundario. Se huía del movimiento. Maestros destacados incluyen a Greuze o Prudhon, y Jacques-Louis David (1748-1825). Este estilo se desarrolló especialmente en la arquitectura y las artes decorativas. Nació en Europa y EE. UU. desde 1750 hasta 1800, impulsado por las excavaciones en Italia de las ruinas de Herculano (ciudad romana) en 1738 y de Pompeya en 1748.
La pintura neoclásica se centró en Roma. Sus características principales son:
El pintor francés Jacques-Louis David, máximo exponente de la pintura neoclásica, con su obra El juramento de los Horacios (1784-1785, Louvre, París), exalta el tema del patriotismo estoico. Las pinturas se reproducen con los movimientos arqueológicos. A comienzos de 1790, los artistas empezaron a pintar imitando las siluetas representadas en la cerámica griega. El exponente más destacado fue el inglés John Flaxman. En España, destacan los pintores neoclásicos como José de Madrazo con La muerte de Viriato.
Las esculturas neoclásicas tienden a plasmar poses contorsionadas en mármoles de colores. Sus características son:
La figura dominante de la escultura neoclásica fue el italiano Antonio Canova, quien se convirtió en miembro del círculo de Roma.
Reproduce las formas generales empleadas por los griegos y los romanos, prefiriendo el nuevo sistema métrico adoptado por los franceses y favoreciendo la monumentalidad. El Neoclasicismo representa una simplificación: las líneas rectas dominan sobre las curvas, existen menos contrastes de volúmenes y menos adornos. La simetría se generaliza, las columnas reemplazan los arcos, y los frontones triangulares sustituyen a los circulares y las balaustradas.
Es un arte de sentimiento, lleno de fuerza y libertad. La pasión se expresa con violencia, se busca el movimiento. Se inspira en la noche, las ruinas, la naturaleza salvaje, la locura, la muerte, los cementerios, las tragedias. Técnicamente, se destaca la fuerza del color en poderosos contrastes, posturas arrebatadas y desequilibradas, gesticulación y claroscuro acusados. Pintores como Géricault y Delacroix. Se extiende desde 1800 hasta 1850. Se caracteriza por una aproximación muy imaginaria y subjetiva, intensidad emocional y por un carácter visionario u onírico. Se esfuerza en expresar estados de ánimo y sentimientos, eludiendo la claridad y la definición. El movimiento romántico mostró predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión. Los sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. Los sentimientos y la razón adoptaron forma en las pinturas; así aparecen cuadros como La pesadilla de Henry Fuseli y los grabados de monstruos y demonios de Francisco de Goya. Este movimiento tuvo características muy diferentes dependiendo del país donde se desarrolló.
Coincidió con las guerras napoleónicas. Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Se utilizan tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario. La principal figura del Romanticismo francés fue Théodore Géricault, quien cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. Su obra maestra es La balsa de la Medusa (1818-1819). Delacroix adopta temas de la literatura, resaltando aquellos con mayor trascendencia literaria o didáctica, y con el uso de colores crea efectos de energía pura o emoción, comparables a la música.
Inspirada por la concepción de la naturaleza como manifestación de la divinidad. El más grande exponente y el pintor alemán romántico más notable fue Caspar David Friedrich. Su pesimismo romántico se expresa más directamente con su obra El mar polar (1824).
Se convirtió en la principal expresión de la pintura romántica. Los artistas ingleses fueron más innovadores en estilo y en técnica. John Constable fue el primer artista en trabajar al aire libre y en llevar al lienzo la frescura de la visión a través del uso de colores luminosos y llamativos, estilo seguido por Joseph Mallord William Turner.
Se manifestó en la pintura, representado por Federico de Madrazo, con sus cuadros históricos y sus retratos; Leonardo Alenza, con sus cuadros costumbristas inspirados en la obra de Goya; y Eugenio Lucas Padilla. En Cataluña surgió una escuela pictórica de la que destacan Joaquín Espalter y Pelegrín Clavé.
Hacia 1700, culminaba el movimiento Barroco en la Europa católica. Pintores y escultores ingleses estaban bajo la norma del buen gusto y de la razón. La pintura se dedicaba principalmente a la realización de retratos y fue desempeñada por artistas extranjeros como Holbein y Van Dyck.
William Hogarth consideraba que el arte debía poseer una utilidad evidente, creando cuadros que enseñaran las recompensas de la virtud y las consecuencias del pecado, como La carrera del libertino. En esta pintura, mostraba la depravación y el ocio hasta el crimen y la muerte, con el adulto convertido en asesino brutal. Le gustaba emplear para sus personajes un espacio escenográfico y que cada uno de ellos tuviera señalado su papel por sus gestos, ademanes y vestimentas, mostrando el carácter del personaje y su conducta. Sus pinturas querían ser un sermón gráfico. Era un gran artista no solo por su excelente oficio, sino por la gran habilidad que demostraba al agrupar y repartir a sus personajes; sus cuadros presentan una composición clásica. Escribió un libro, Análisis de la belleza, cuyo principio esencial es que la línea ondulada será siempre más bella que la recta o angulosa. Hogarth pertenecía a la época de la razón y creía que las normas del buen gusto eran enseñables, pero no logró convencer a sus compatriotas de sus preferencias por los maestros antiguos.
El pintor inglés Sir Joshua Reynolds, a diferencia de Hogarth, estuvo en Italia y coincidió con los coleccionistas de ese tiempo. Era admirador de Rafael, Miguel Ángel, Correggio y Tiziano. Asimiló las enseñanzas de los grandes maestros italianos, por ejemplo, el dibujo de Rafael y el colorido de Tiziano. Reynolds fue presidente de la recién fundada Real Academia de Arte y expuso esta doctrina académica en una serie de discursos, imponiendo cuáles eran las normas del buen gusto y la importancia del arte, y que el arte podría ser enseñado. Reynolds escribió en su tercer discurso que, en lugar de intentar divertir a la gente con las cualidades minuciosas de sus imitaciones, el auténtico pintor era el que se esforzaba por mejorarlas mediante la grandeza de sus ideas. Sabemos cómo tuvieron que insistir los artistas en que la verdadera tarea no consistía en el manejo del pincel, sino en la labor de su inteligencia, y que ellos no eran menos inadecuados que los poetas o eruditos para ser recibidos como personas de calidad. Estas discusiones llevaron a los artistas a aumentar la importancia de la creación poética en el arte y a recalcar en los temas elevados. Para realizar un cuadro se requiere más que una mera habilidad en el oficio; se requiere erudición e imaginación. El retrato era lo único que demandaban las personas de alta sociedad. Reynolds, en sus retratos, reflejaba a las personas el papel que desempeñaban en la sociedad, representando a un intelectual, un niño de alta sociedad con sus mascotas, etc.
Thomas Gainsborough, rival de Reynolds, se preocupaba mucho menos por la doctrina de Reynolds. Nació en Suffolk rural y, naturalmente dotado para la pintura, nunca consideró importante ir a Italia para estudiar a los grandes maestros; fue un autodidacta. No intentó de modo alguno ser un intelectual; quiso pintar retratos llenos de vitalidad, en los que se manifestó su pincelada brillante y su mirada certera, mostrando maestría en expresar las calidades y superficies de los objetos. Tanto Reynolds como Gainsborough tuvieron, en cierto modo, la desgracia de verse ahogados en compromisos para pintar retratos, cuando en realidad lo que querían pintar era otras cosas. Reynolds se inclinaba por escenas mitológicas o de la historia antigua; Gainsborough, por paisajes. Sus paisajes no son vistas tomadas del natural, sino paisajes compuestos, concebidos para sugerir y reflejar un estado de ánimo. En el siglo XVIII, las instituciones inglesas y el buen gusto inglés se convirtieron en modelo a imitar por todos los pueblos de Europa que suspiraban por el gobierno de la razón, pues en Inglaterra el arte no se había empleado para incentivar el poder y la gloria de los reyes por derecho divino. El público al que Hogarth se dirigió, incluso las personas que sirvieron de modelo, eran mortales corrientes, al igual que los modelos de Gainsborough y Reynolds. Ahora los pintores comenzaron a observar la vida de los hombres y las mujeres comunes de su época, inspirándose en ellos para pintar escenas emotivas y alegres. Ejemplo de ello es el pintor Jean-Baptiste-Siméon Chardin, quien mostró los momentos apacibles de la vida de las personas. Su colorido es apacible y limitado. En Francia, al igual que en Inglaterra, el interés que acababa de despertarse por los seres humanos corrientes, más que por los grandes del poder, benefició el arte del retrato. Artistas más destacados fueron el escultor Jean-Antoine Houdon y Jean-Honoré Fragonard, cuyos temas fueron los paisajes y los temas de la alta sociedad.