Portada » Historia » Historia de España (Siglos XVI-XVIII): De los Austrias al Despotismo Ilustrado Borbónico
La España del siglo XVI se caracterizó por el modelo político de los Austrias. La unión de reinos en este periodo no constituyó un estado unitario. La Corona era el punto de unión de los virreinatos, manteniendo los fueros en los diversos reinos, aunque con una política exterior común.
La economía se basaba, sobre todo, en la agricultura y la ganadería:
Existió un desarrollo económico durante los dos primeros tercios del siglo debido a la producción de mercancías, el comercio internacional y la actividad portuaria. El crecimiento de la demanda y de los colonos americanos, junto con la llegada masiva de plata (1580-1630), provocó un alza de los precios en productos artesanales, industriales y agrarios, primero en España y después en Europa, fenómeno conocido como la “Revolución de los Precios”.
Castilla financiaba la política Imperial, pero el oro y la plata de América no bastaban. Con Felipe II, surgieron las bancarrotas de Hacienda. Se hipotecaron los bienes de Castilla y surgieron:
A lo largo del siglo XVI, el crecimiento demográfico fue general, aunque tendió a disminuir en el último tercio debido a la crisis económica. Había alta mortalidad y una densidad mayor en Castilla (25%) que en Aragón (5%). En el país agrario, se observó la decadencia de las ciudades de Castilla y el crecimiento de las ciudades del sur y de la costa.
La monarquía española se inserta en el marco de la política y el pensamiento europeo. El Humanismo se difundió, con un interés por el latín como vehículo de transmisión de la cultura clásica. El desarrollo del pensamiento y de las artes fue favorecido por la alta nobleza, la Iglesia y la Corona, siendo muy importante la difusión a través de la imprenta.
Fue una época dorada de la Literatura:
Paralelamente a la pervivencia del gótico flamígero e isabelino, se introdujeron nuevos elementos decorativos renacentistas en las fachadas.
La Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue un tribunal eclesiástico fundado en 1478 por los Reyes Católicos para contener la ortodoxia católica en sus reinos frente a los herejes y otros delitos contra la fe cristiana.
Tras la muerte de Felipe II, se produjo un notable decrecimiento del papel personal del monarca y la tendencia a entregar parte del poder real a los *validos*. La personalidad de los reyes propició dicha circunstancia.
Durante el reinado de Felipe III se decretó la expulsión de los moriscos en 1609. Se les acusaba de practicar la religión musulmana y de mantener sus costumbres, así como de colaborar con la piratería turca y bereber; su aislamiento y su crecimiento demográfico también influyeron. Fueron transportados al norte de África en una operación naval desde los puertos de Valencia.
A Olivares se le atribuye la idea de unificar y centralizar la monarquía. Cuanto mayor era el esfuerzo económico de Castilla, más fuerza tenía la idea de pedir sacrificios a los demás reinos para el fortalecimiento de la monarquía.
En 1640 surgieron sublevaciones en Cataluña y Portugal, acompañadas por revueltas populares por motivos políticos y sociales.
Felipe III buscó la paz debido a la falta de fondos y la superioridad marítima de Holanda, a pesar de la superioridad militar terrestre de España.
Se reanudó el enfrentamiento entre los Habsburgo (defensores del catolicismo) y los países protestantes del norte (Suecia, Dinamarca, alemanes) junto con Francia, que buscaban un nuevo orden (estados nacionales). Olivares llevó a cabo una política defensiva, no ofensiva.
Se mostró un desinterés por la política europea. La preocupación se centró en mantener el control del Mediterráneo occidental y la Carrera de Indias. Hubo defensa frente al imperialismo francés de Luis XIV (Guerra de las Devoluciones).
Este periodo se caracterizó por una profunda crisis.
Se produjo un incremento de privilegiados, con una masa de población empobrecida. El modelo social era vivir de las rentas o hacer fortuna en América. Había un desprecio del trabajo manual y de los oficios útiles. Era una sociedad de nobles, hidalgos y pícaros, en detrimento de los grupos productivos (campesinos). Se observó una escala de vicios y delitos.
La cultura de esta etapa estuvo ligada a la defensa del catolicismo (Contrarreforma). Los escritores y pensadores pertenecían mayoritariamente al clero.
Preeminencia de lo religioso, por la lucha emprendida a favor del catolicismo y por el mecenazgo de la Iglesia principalmente.
El testamento de Carlos II nombraba heredero al trono a Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV, quien fue proclamado rey por las cortes castellanas en 1701. Los reinos de la Corona de Aragón, junto con Inglaterra, Holanda, Austria, Prusia, Dinamarca, Saboya, Portugal y el Imperio, apoyaron al otro candidato, el archiduque Carlos de Austria (Habsburgo), proclamado rey de España en Viena (1703). Así comenzó la Guerra de Sucesión (1701-1714).
Inicialmente, la coalición internacional fue favorable (toma de Gibraltar, desembarco del archiduque Carlos en Valencia y conquista de los reinos de la Corona de Aragón). En un segundo momento, los ejércitos de Felipe V controlaron la mayoría de los territorios, solo una parte de Cataluña resistió a la ocupación.
En el plano internacional, las fuerzas estuvieron equilibradas hasta la muerte del emperador de Austria (1711) y la proclamación del archiduque como nuevo emperador. Esto ponía en peligro el equilibrio internacional, por lo que Inglaterra y Holanda reconocieron a Felipe V.
Se firmó la paz a cambio de importantes concesiones:
Con todo esto, se separaron las coronas de Francia y España. Después de una larga resistencia, Barcelona fue ocupada el 11 de septiembre de 1714.
Felipe V se encontraba enfermo, rodeado por administradores franceses que apartaron de las decisiones de gobierno a la aristocracia que controlaba los Consejos. En 1714, Isabel de Farnesio, rodeada de consejeros italianos, impuso su programa político, subordinando los intereses españoles a una política exterior agresiva encaminada a recuperar los dominios de Italia y conseguir reinos para sus hijos.
Dio protagonismo al Marqués de la Ensenada. Impulsó una política exterior de pacificación (con Inglaterra) y el reforzamiento de la Armada. Se construyeron astilleros y fábricas de armas. Comenzó una política encaminada a reforzar el estado absoluto y el crecimiento económico para modernizar el país.
Triunfó el centralismo sobre el foralismo, conocido como la Nueva Planta.
Se estableció una división en provincias:
El reinado de Carlos III supuso la instauración del Despotismo Ilustrado: nueva forma que adoptó el absolutismo según las ideas de la Ilustración. El estado se convirtió en encauzador del progreso humano. Carlos III participó activamente en las reformas internas impulsadas desde arriba, con ayuda de ministros ilustrados.
Surgió la oposición de los grupos privilegiados a su programa de reformas: el Motín de Esquilache (1766). Fue una revuelta compleja en la que se unieron el malestar popular por la crisis de subsistencia, la supresión de la liberalización del comercio del trigo y la resistencia de los privilegiados a las reformas. Todo confluyó en una revuelta popular en Madrid contra las medidas de reformas sociales, saneamiento y orden público tomadas por el ministro Esquilache.
Los tratados de Utrecht y Rastatt supusieron la pérdida de las posesiones en Europa y la pérdida de la influencia de España en el contexto internacional.
Política mediterránea y Pactos de Familia con Francia.
Política exterior de neutralidad. Cierto acercamiento a Inglaterra y reconstrucción de la Armada.
El Tercer Pacto de Familia buscó parar el imperialismo inglés.
Se crearon el virreinato de Nueva Granada y el del Río de la Plata, lo que cedió a la expansión al norte de México. La política colonial se fundamentó en dos objetivos complementarios: defender el Imperio ante cualquier agresión y hacer respetar el monopolio comercial de España.
La introducción y difusión de las ideas ilustradas en España fue lenta y difícil (tertulias, salones, prensa).
La ausencia de amplios grupos burgueses, la vanidad de la nobleza, el conservadurismo de los medios intelectuales universitarios y el enorme peso de la Iglesia obstaculizaron la difusión de las nuevas corrientes. Hacia la mitad de siglo, una generación de pensadores españoles reflejó las preocupaciones ilustradas y criticó el modelo social. Coincidían en el interés por la ciencia, la educación, el espíritu crítico (periódicos de opinión) y la idea de progreso.
Ante la ignorancia, abogaron por la educación como eje del progreso y la felicidad. Querían una enseñanza útil y práctica, impregnada de nuevos conocimientos y relacionada con el extranjero. Las enseñanzas secundarias incorporaron la Nueva Ciencia (física, química, mineralogía). Campomanes impulsó las reformas y modernización de las universidades.
Existía una preocupación por el atraso económico, fruto de la pervivencia de la propiedad nobiliaria y eclesiástica, del excesivo control sobre las actividades económicas y del desconocimiento de las nuevas técnicas y avances.
