Portada » Historia » Historia de España: Guerra Civil, Franquismo y Transición a la Democracia
El objetivo principal de esta fase era tomar Madrid, con Franco avanzando desde el sur y Mola desde el norte. Franco cruzó el Estrecho desde Melilla y aseguró su control en Andalucía occidental, Castilla y León, Galicia, Aragón, Navarra, el norte de África y las islas, salvo Menorca. Se unió con Queipo de Llano y juntos conquistaron Badajoz, ciudad clave para unir las zonas sublevadas, aunque con una fuerte represión. Luego marcharon hacia Madrid, mientras Mola avanzaba desde Irún con más facilidad. La capital resistió y en noviembre de 1936 el gobierno republicano se trasladó a Valencia. Los sublevados intentaron rodear Madrid para aislarla. Tras fracasar en su toma, los republicanos lanzaron ofensivas en el Jarama y Guadalajara, logrando victorias sobre tropas italianas, aunque estas últimas conquistaron Málaga.
En esta etapa, los sublevados cambiaron su estrategia y se centraron en el frente norte para controlar los recursos mineros de la República. Uno de los eventos más impactantes fue el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana, un ataque a la población civil que sirvió de ensayo para la Segunda Guerra Mundial. Este hecho inspiró a Picasso a pintar su famoso cuadro, el Guernica. Mientras tanto, la República intentó frenar el asedio de Madrid con ofensivas en Brunete (Madrid) y Belchite (Zaragoza) para evitar el avance nacionalista. A pesar de estos esfuerzos, el bando nacional logró conquistar el norte, tomando Asturias, Santander y el País Vasco.
El objetivo principal de esta fase fue llegar al Mediterráneo para aislar Cataluña del resto del territorio republicano. Para detener el avance nacionalista, la República lanzó una ofensiva en Teruel, con el apoyo de las Brigadas Internacionales. Sin embargo, la contraofensiva franquista recuperó la ciudad y continuó su avance hasta llegar al Mediterráneo en Vinaròs (Castellón), dividiendo la zona republicana en dos. Ante esta situación, ambos bandos lucharon en la Batalla del Ebro, la más sangrienta de la guerra, que terminó con una derrota decisiva para el ejército republicano. Al final de esta fase, los nacionales comenzaron la conquista de Cataluña, tomando Barcelona y Girona a principios de 1939.
En la última etapa de la guerra, el bando republicano se dividió en dos grupos: el gobierno de Negrín, apoyado por los comunistas, que quería seguir luchando, y el sector liderado por el coronel Casado, que buscaba una rendición negociada con Franco. Casado dio un golpe de Estado y formó un Consejo Nacional de Defensa en Madrid, con la intención de negociar la paz con Franco en Burgos. Sin embargo, con la victoria franquista ya cerca, Franco rechazó cualquier negociación. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid, y el 1 de abril, Franco emitió el último parte de guerra, anunciando oficialmente el fin de la Guerra Civil Española.
Tras la Guerra Civil, España quedó económica y socialmente devastada. La victoria permitió a los vencedores imponer sus condiciones y comenzar una feroz represión. El régimen de Franco implantó un sistema político, ideológico y social de carácter fascista, basado en su poder personal. Las Leyes Fundamentales fueron clave en la configuración de este nuevo régimen:
Tras la Guerra Civil Española, hubo una fuerte represión contra los republicanos. Muchos se exiliaron, principalmente a México, y otros fueron enviados a campos de concentración. Los republicanos fueron perseguidos con leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940) y la Ley de Seguridad del Estado (1941), que castigaban cualquier oposición al franquismo.
La sociedad que apoyaba a Franco era conservadora, tradicional, católica y rural. El Estado y la Iglesia controlaban fuertemente la sociedad y los medios, imponiendo un sistema autoritario que restringía derechos y adoctrinaba en principios falangistas y católicos. La oposición fue reprimida: se prohibieron partidos y sindicatos, aunque surgieron los maquis, guerrilleros antifranquistas. Desde el exilio, especialmente en México, el gobierno republicano denunció al franquismo como una dictadura fascista.
Durante el franquismo, la política exterior de España se dividió en tres etapas:
Al inicio, España se declaró neutral, pero cuando las potencias del Eje (Alemania nazi) ganaron terreno, Franco adoptó una postura de «no beligerancia», apoyando a Hitler y Mussolini sin participar directamente en la guerra. Cuando cambió el rumbo de la guerra, España volvió a ser neutral.
Tras la derrota del Eje, España quedó aislada por su vinculación ideológica con los regímenes fascistas. Fue rechazada por la ONU y sufrió el rechazo de las democracias occidentales.
En 1953, debido a la Guerra Fría, Estados Unidos vio en España un aliado estratégico. Se firmó un acuerdo que permitió bases militares estadounidenses en territorio español a cambio de apoyo económico y militar. Ese mismo año, España firmó el Concordato con la Santa Sede, reforzando su relación con la Iglesia. Los falangistas perdieron poder, y los tecnócratas, muchos del Opus Dei, empezaron a ganar influencia en el gobierno.
La oposición al franquismo creció en los años 60, cuando distintos movimientos sociales comenzaron a cuestionar el régimen. Sindicatos clandestinos como Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión Sindical Obrera (USO) se infiltraron en el sindicalismo oficial para impulsar mejoras laborales en un contexto de crecimiento industrial. También usaron esta estrategia el movimiento estudiantil, el PCE y el FLP. En la Iglesia Católica surgió un distanciamiento tras el Concilio Vaticano II, con grupos como la JOC y la HOAC, y figuras como el cardenal Tarancón, alejándose del régimen.
A finales de los años 60, la oposición política se fortaleció, con el PCE como principal fuerza, junto al PSOE y otros partidos de izquierda. También aparecieron grupos armados como el FRAP y los GRAPO. Incluso sectores de la derecha, como los democristianos de Gil Robles, comenzaron a criticar al régimen. Al mismo tiempo, resurgieron los nacionalismos, con grupos como ETA.
Durante el tardofranquismo, el régimen mostró divisiones internas: los aperturistas, como Fraga, querían reformas; el «búnker» defendía la continuidad total del franquismo. En 1973, Franco nombró a Carrero Blanco presidente, pero fue asesinado por ETA. Su sucesor, Arias Navarro, mantuvo una política inmovilista, aumentando la represión frente a una oposición más activa. Se llevaron a cabo procesos judiciales como el Proceso 1001 contra líderes sindicales y la ejecución de Salvador Puig Antich y otros militantes, lo que provocó protestas internacionales.
En política exterior, el régimen perdió fuerza tras la descolonización de Marruecos y Guinea Ecuatorial. El conflicto del Sáhara estalló con la Marcha Verde en 1975, que obligó a España a firmar el Acuerdo de Madrid, aún sin resolver.
Ante un régimen cada vez más aislado, la oposición se unió en la Platajunta, que pedía una ruptura democrática. Sin embargo, la democracia no llegó por ruptura, sino por un acuerdo entre la oposición y sectores del franquismo tras la muerte de Franco, iniciando así la Transición Española.
En julio de 1976, el rey Juan Carlos I nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, una decisión que no gustó ni a los franquistas más duros ni a los que querían más apertura. En septiembre, Suárez presentó un plan político basado en la soberanía del pueblo, los derechos individuales y unas Cortes democráticas con Congreso y Senado, elegidas por voto universal, aunque un 20% serían elegidos por el rey. El plan fue aprobado por las Cortes franquistas en noviembre y confirmado por referéndum en diciembre de 1976.
Después del referéndum, Suárez ganó fuerza, pero algunos sectores conservadores, molestos por los cambios y el aumento del terrorismo, empezaron a pensar en un golpe de Estado. Para evitarlo, Suárez nombró vicepresidente al general Gutiérrez Mellado.
La oposición a las reformas venía de la extrema derecha de Blas Piñar y de grupos terroristas como ETA y los GRAPO, cuyos ataques a policías y militares alimentaban el discurso golpista. La crisis se agravó entre el 23 y el 29 de enero de 1977, con el asesinato de un estudiante, el secuestro del presidente del Consejo por los GRAPO y el asesinato de cinco abogados del PCE por un grupo ultraderechista, lo que provocó una gran manifestación en Madrid.
En febrero de 1977 se legalizaron todos los partidos, menos el PCE, y los sindicatos. En marzo, Suárez logró legalizar el PCE y una amnistía. En junio se celebraron las primeras elecciones democráticas, con una participación del 78%. Ganó la UCD de Suárez (34,5%), seguida del PSOE (30%). También participaron el PCE, Alianza Popular, el PSP, el PNV y Convergència (PDC).
Los Pactos de la Moncloa se firmaron en 1977 entre los principales partidos para afrontar la crisis económica de 1973. Aunque la UCD ganó las elecciones, no tuvo mayoría absoluta, lo que permitió que el PSOE y el PCE se unieran.
Suárez convocó elecciones generales para el 1 de marzo de 1979 y elecciones municipales para el 1 de abril. Estas elecciones no supusieron un reforzamiento de la UCD ni tampoco el triunfo socialista. En las elecciones municipales, la UCD obtuvo el mayor número de concejales, pero la alianza PSOE-PCE y nacionalistas otorgó la alcaldía al PSOE en la mayoría de las grandes y medianas ciudades. Durante los últimos gobiernos de la UCD (1979-1982), señalamos como acontecimientos más importantes:
Durante la investidura de Calvo Sotelo, hubo un intento de golpe de Estado liderado por el teniente coronel Tejero, que fue detenido gracias a la intervención del rey Juan Carlos I.
El gobierno de Calvo Sotelo volvió a colaborar con el PSOE, aprobó la Ley del Divorcio pese a la oposición de la Iglesia y promovió la entrada de España en la OTAN, aunque la izquierda no estaba de acuerdo. La UCD se rompió y hubo que adelantar las elecciones.
En las elecciones del 28 de octubre de 1982, el PSOE de Felipe González ganó con mayoría absoluta. La UCD desapareció, Alianza Popular ganó votos de centro, y el PCE cayó tanto que dimitió Santiago Carrillo. Así terminó una etapa y comenzó una nueva democracia.