Portada » Filosofía » Filosofía de Ortega y Gasset y Ética de la Inteligencia Artificial: Un Contraste de Ideas
Ortega y Gasset rechaza tanto el relativismo como el racionalismo. El relativismo, al negar la existencia de una verdad objetiva, cae en el escepticismo y se hace imposible de tomar en serio. El racionalismo, por su parte, afirma que la verdad es absoluta y se encuentra únicamente en la razón, olvidando que la razón debe estar al servicio de la vida y de la existencia humana.
Ortega plantea que la vida es la «realidad radical«, y que es siempre individual, pero al mismo tiempo histórica, ya que está determinada por la circunstancia, es decir, el contexto en el que vivimos. Según Ortega, «yo soy yo y mi circunstancia«, destacando la interdependencia entre el individuo y su mundo.
La verdad, para Ortega, es siempre una perspectiva. El perspectivismo sostiene que la verdad se construye a partir de diferentes puntos de vista, aunque se pueda llegar a la objetividad a través de la integración de perspectivas. La razón es la herramienta que nos permite organizar y comprender estas perspectivas de manera coherente.
La razón vital es un concepto clave en la filosofía de Ortega, reemplazando la razón pura del racionalismo. Es una razón orientada a la vida y vinculada a las circunstancias concretas de cada individuo. Es histórica y narrativa, ya que está íntimamente conectada con la experiencia vivida por cada persona.
El raciovitalismo, por último, concibe al ser humano como un ser libre, racional, histórico, técnico y cultural. La vida humana no tiene una naturaleza fija, sino que está en constante construcción a través de las elecciones y acciones del individuo. La técnica y la cultura deben servir siempre a la vida, ayudando a alcanzar el bienestar y la superación.
La inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en nuestras vidas. Desde los asistentes virtuales hasta los sistemas que deciden si una persona consigue un crédito o incluso si es culpable en un juicio. Ante esto, nos preguntamos: ¿pueden las máquinas tomar decisiones morales? ¿Quién es responsable si una IA se equivoca?
El filósofo Immanuel Kant defendía que actuar moralmente es actuar por deber, siguiendo una norma que valga para todos. Según él, una acción es ética si respeta siempre a las personas como un fin en sí mismo, no como un medio. Aplicado a la IA, esto significa que no deberíamos usar estas tecnologías si ponen en riesgo la dignidad humana, como puede pasar con sistemas de vigilancia o decisiones automatizadas sin supervisión humana.
Por otro lado, John Stuart Mill, con su idea del utilitarismo, pensaba que lo correcto es lo que produce más felicidad para el mayor número de personas. Una IA, entonces, debería estar diseñada para beneficiar al mayor número posible. Sin embargo, eso puede ser peligroso si olvida a los que salen perjudicados, aunque sean pocos. ¿Es justo un sistema que decide por estadísticas, aunque eso implique injusticias individuales?
Además, la filósofa Hannah Arendt nos alertó sobre el peligro de obedecer sin pensar. Las máquinas, al no tener conciencia, pueden aplicar órdenes sin cuestionarlas. Si dejamos que la IA decida sin revisar sus procesos, podríamos cometer errores graves sin darnos cuenta.
Por eso, el problema no es solo si la IA es ética, sino cómo la usamos. Como dijo Martin Heidegger, la técnica no es neutra: refleja las decisiones humanas. Lo importante no es solo lo que la IA puede hacer, sino lo que nosotros elegimos que haga.
En conclusión, la ética en la inteligencia artificial nos obliga a pensar en nuestras responsabilidades. Debemos diseñar y usar la IA con cuidado, respetando siempre los derechos humanos y asegurándonos de que beneficie a todos de forma justa.