Portada » Lengua y literatura » El Renacimiento Español: Literatura, Poesía y Pensamiento Clave
El Renacimiento fue un movimiento cultural que abarcó todos los aspectos de la actividad humana, marcando un profundo cambio de mentalidad y una nueva valoración del mundo. Su esencia radica en un renacer a lo clásico, recuperando los ideales de la Antigüedad grecolatina.
Figuras literarias que sentaron las bases del espíritu renacentista:
El Renacimiento en España se desarrolló bajo dos reinados fundamentales:
La poesía de este periodo experimentó una profunda renovación, impulsada por figuras como Boscán y Garcilaso.
La poesía italianizante transformó las ideas, modificó los modos de componer y generó cambios que afectaron tanto a la forma como a los temas o la sensibilidad poética.
Nace de la tradición castellana de los cancioneros y de la poesía italianizante. Ambas procedían de una misma fuente: la lírica provenzal.
El petrarquismo culmina el proceso de espiritualización que experimenta el amor cortés de los trovadores provenzales. Aunque el Dolce Stil Novo del siglo XIII fue un antecedente, Petrarca, a mediados del siglo XIV, incorporó elementos innovadores como el análisis minucioso de las galerías del alma, la fusión lírica con la naturaleza y la sinceridad en la expresión del sentimiento. Sus seguidores italianos, a principios del siglo XVI, enriquecieron esta tradición poética con componentes neoplatónicos.
El amor se concibe como un anhelo de belleza, donde Dios se proyecta sobre todas las criaturas. La amada es un reflejo de la divinidad, que conduce a un acto de adoración de sus perfecciones físicas y espirituales. A menudo, la amada responde con indiferencia, adoptando una actitud esquiva. El enamorado experimenta un dolor insufrible pero gozoso, reprochando a su amada su condición esquiva y refugiándose en la naturaleza. La introspección amorosa y la exaltación de la belleza femenina se plasman en un retrato poético, circunscrito generalmente al busto.
La naturaleza se presenta como un espacio apacible, agradable, armonioso e idealizado, conforme a los presupuestos estéticos del Neoplatonismo. El Locus Amoenus (paisaje estilizado) se describe con elementos como:
Este remanso de paz y armonía se erige en testigo del sufrimiento amoroso del poeta. La naturaleza se muestra a veces impasible y distante, mientras que en otras ocasiones se conmueve y se convierte en confidente ideal de su aflicción.
La mitología impresionó al hombre renacentista por su vitalismo, sensualidad y belleza. Las Metamorfosis de Ovidio se convirtieron en una fuente inagotable de motivos de inspiración. Los mitos clásicos cumplían una función estética y una función simbólica.
Garcilaso de la Vega fue un soldado y poeta que participó en acciones bélicas al servicio del emperador Carlos V. Se casó con doña Elena de Zúñiga y, un año más tarde, conoció a una dama portuguesa llamada Isabel Freire, de la que se enamoró y que había venido a España en el séquito de la infanta doña Isabel de Portugal.
Garcilaso adapta al ámbito amoroso el precepto horaciano del disfrute del momento presente. El poeta se dirige a una joven, instándola a gozar de la juventud antes de que el tiempo marchite su belleza.
Encabezados por Boscán y Garcilaso, otros poetas destacados fueron Diego Hurtado de Mendoza, Gutierre de Cetina y Hernando de Acuña (con su famoso soneto Al rey nuestro señor).
En esta etapa, sobresalieron Fernando de Herrera, Francisco de Figueroa, Francisco de la Torre, Francisco de Aldana y Luis Barahona de Soto.
Durante el Segundo Renacimiento, el clima de espiritualidad propició dos manifestaciones de carácter religioso: la mística y la poesía ascético-moral. Esta última describe un recorrido purificador para evadirse de la cárcel terrenal a través de la virtud, el estudio y la naturaleza (un refugio acogedor donde se busca sosiego y paz espiritual). Se inspira en Horacio (con su concepto de aurea mediocritas) y en el ideal del Beatus ille: un modelo de felicidad alejado de pasiones como la vanidad o la avaricia, viviendo retirado y en paz con uno mismo.
Fray Luis de León es el máximo exponente de esta corriente. Sus obras se pueden clasificar cronológicamente:
La poesía mística busca expresar una experiencia inefable, caracterizada por:
Las grandes figuras de la mística española son Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Su tema central es la experiencia de la unión mística del alma con Dios, donde la Mujer (el alma) inicia la búsqueda del Amado (Dios) a través de la naturaleza neoplatónica.
Entre las obras de San Juan de la Cruz destaca el Cántico espiritual, un diálogo pastoril entre la amada y el amado, al que ella ha buscado por valles y montañas.
La lírica patriótica exalta, en un tono solemne y retórico, el heroísmo nacional. Poetas que mejor lo expresaron fueron Fernando de Herrera (con su Canción al Señor don Juan de Austria) y Hernando de Acuña (con su Soneto al rey nuestro señor).
La épica culta está formada por poemas narrativos como La Araucana, de Ercilla, o La Austríada, de Juan Rufo. Estas obras se inspiraron en las grandes epopeyas de la Antigüedad clásica grecolatina, como La Ilíada y La Odisea de Homero, La Eneida de Virgilio, o La Farsalia de Lucano. Es importante destacar que la épica del Renacimiento no tiene relación con la épica medieval (cantares de gesta y romances).
El Soneto XV, que recrea el mito de Orfeo y Eurídice, de Garcilaso de la Vega, expresa el dolor que le causa la indiferencia de su amada. Su tema principal es el lamento por la muerte de Isabel Freire, su amor platónico.