Portada » Filosofía » El Pensamiento de Karl Marx: Fundamentos, Crítica y Visión de Futuro
El pensamiento de Karl Marx se gesta en un contexto marcado por el paso del siglo XVIII al siglo XIX, con dos grandes revoluciones: la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Esta última, basada en el desarrollo científico-tecnológico, se caracterizó por la producción fabril. En este escenario, surgen las primeras teorías positivistas y utilitaristas, que confiaban en el poder de la razón para desvelar la verdad y orientar el progreso social.
Marx quería entender el drama humano que se estaba desarrollando a su alrededor, convencido de que, una vez que conociéramos el modo en que funciona la sociedad, seríamos capaces de construir un futuro mejor. El filósofo se embarcó en un proyecto filosófico y una praxis política destinados no solo a comprender el mundo, sino a transformarlo con el fin de alcanzar una sociedad justa, al servicio del ser humano, algo pretendido tanto por socialistas como por anarquistas. Este pensamiento pretende ser científico.
Por otra parte, el contexto filosófico de Marx se nutre fundamentalmente de Hegel, Feuerbach y los socialistas utópicos como punto de partida. En cuanto a la filosofía hegeliana, el problema, según Marx, es que en Hegel la dialéctica se aplica a un sujeto equivocado: la Idea o el Espíritu. Pero, como veremos, la realidad no es racional, sino material: es el trabajo lo que mueve el mundo y no la dialéctica de las ideas. A pesar de esto, Marx seguía siendo hegeliano, incluso después de haber estudiado el materialismo antiguo que explica y fundamenta la realidad exclusivamente mediante principios materiales, ya sean átomos o fuerzas físicas.
En la filosofía de Marx, debemos definir qué es el socialismo utópico, una consideración un tanto pobre y «renga» (coja), sobre todo porque presupone que todo lo que vino después es científico y todo lo que ocurrió antes no aspiraba a la rigurosidad del pensamiento.
Las primeras obras de Marx son las que tienen una impronta más filosófica. En los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Marx formula toda una antropología que podemos resumir así:
La alienación jurídico-política: Al mantenerse vigente el derecho a la propiedad, se mantienen las desigualdades sociales y las luchas de intereses económicos. Por eso no existe libertad más que para los ricos, que aumentan a la vez su riqueza y su poder, mientras los pobres están cada vez más dominados a la par que se empobrecen.
La religión y la filosofía también son alienantes, como hizo notar Feuerbach, pero no son la causa última y definitiva de la alienación, sino un reflejo y una consecuencia de la alienación económica.
El Materialismo Histórico consiste en la tesis según la cual “no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino que, al contrario, es su ser social el que determina su conciencia”. Por otro lado, todo lo que podemos llamar el nivel mental, cultural, político, religioso y filosófico del hombre depende de las relaciones de producción, es decir, de las condiciones materiales de la vida. Las relaciones de producción expresan los vínculos que se establecen entre los propietarios de los medios de producción y los productores.
Otra teoría diferente, aunque complementaria a la del materialismo histórico, es el llamado Materialismo Dialéctico (Diamat), que es una creación exclusiva de F. Engels y que hace referencia a una concepción dialéctica de la Naturaleza con independencia del hombre y la historia.
Marx entiende la historia como un proceso progresivo de maduración de las estructuras económicas de la sociedad. El esclavismo desembocaría en el feudalismo, y este a su vez en el capitalismo, para finalmente dar paso al sistema económico más justo de todos: el comunismo.
Las formas de conciencia social o la ideología de una sociedad son el conjunto de ideas, creencias y representaciones que los hombres se hacen sobre esta sociedad. La superestructura ideológica es el primer elemento que aparece en cualquier estructura social, aunque no el elemento determinante, ya que el elemento determinante es la estructura económica.
Marx entiende por superestructura ideológica una deformación de la realidad que falsea, esconde y justifica las contradicciones internas del sistema económico y, por tanto, es un arma utilizada por las clases dominantes. Pertenecen a la superestructura ideológica los elementos de la política, el derecho y el estado, así como el arte, la literatura, la poesía, la filosofía o la religión, que actúan como elementos justificadores de la injusticia social.
Marx pensaba que las condiciones de vida del proletariado no podían mejorar en el seno del sistema capitalista porque este está basado en la necesidad de acumular cada vez mayores beneficios, y esto solo es posible disminuyendo el salario de los trabajadores. Marx pensaba que esta era una tendencia inevitable del sistema capitalista que denominó con el nombre de “ley de hierro de los salarios”.
Por último, Karl Marx denominó como falsa conciencia al pensamiento de los individuos que no es consecuente con sus condiciones materiales de existencia. La falsa conciencia de los trabajadores asalariados, entonces, se explica por su existencia social como clase dominada. El trabajador alienado que presenta falsa conciencia es doblemente explotado: física y mentalmente.
Pero Marx no es ingenuo y no cree que el advenimiento del comunismo sea algo que pueda ocurrir de manera inmediata a través de una revolución (de un día). No, la instauración del comunismo es un proceso largo y difícil. De este modo, distingue una primera fase, la dictadura del proletariado, que no consiste en la abolición de la propiedad, sino en la atribución de toda la propiedad a la comunidad (al estado), es decir, en la conversión de todos los hombres en proletarios.
Posteriormente, en una segunda fase, se abolirá por completo la propiedad privada, la división del trabajo y el contraste entre trabajo manual y trabajo intelectual, convirtiéndose así el trabajo no solo en un medio de vida, sino en la expresión de la vida de cada uno a través de la cual cada individuo se realiza; es entonces, dice Marx, cuando la sociedad “podrá escribir en su propia bandera: cada uno según su capacidad y cada uno según sus propias necesidades”.