Portada » Filosofía » Contrastes Filosóficos: Marx, Rousseau y Aristóteles
En este fragmento de La ideología alemana, Marx nos muestra que la producción material y las relaciones sociales son los pilares de toda organización humana. El trabajo, la cooperación y la forma en que se producen los bienes son lo que determinan la estructura social y, por ende, la historia. Marx plantea que la historia de la humanidad debe ser entendida a través de la historia de la industria y el intercambio, es decir, cómo las relaciones de producción condicionan las relaciones sociales, las ideas y, en última instancia, toda la estructura cultural de una sociedad. Esto se encuentra en el núcleo de su teoría del materialismo histórico.
En contraste, Rousseau tiene una visión distinta: mientras Marx ve la estructura económica como determinante de la vida humana, Rousseau entiende que la sociedad y la civilización corrompen la bondad natural del ser humano. Para Rousseau, el hombre primitivo vivía en libertad e igualdad en el estado de naturaleza, pero el surgimiento de la propiedad privada genera la desigualdad, lo que distorsiona las relaciones humanas. Así, mientras Marx destaca que el trabajo y la producción son el motor de la historia, Rousseau se enfoca en las transformaciones morales y sociales provocadas por la civilización y la propiedad. Ambos coinciden en que la sociedad cambia al hombre, pero Marx enfoca esa transformación a partir de las relaciones de producción, mientras que Rousseau lo hace desde el punto de vista moral y político.
En este segundo fragmento, Marx profundiza en la naturaleza de la conciencia y el lenguaje. Para él, la conciencia no es algo innato o puro, sino que emerge a partir de las relaciones sociales y de las necesidades materiales que surgen de la vida en comunidad y del trabajo. El lenguaje, como forma de expresión de la conciencia, es una herramienta social y práctica que surge de la necesidad de comunicación en las relaciones laborales e interpersonales. En este sentido, Marx rechaza la idea de una conciencia o lenguaje «puramente» espiritual o abstracto, pues ambos son el producto de una historia material y social.
En cambio, Rousseau tiene una visión más naturalista del lenguaje y la conciencia. Para él, la conciencia surge de la relación emocional con los demás, especialmente a través de la comunicación de sentimientos y deseos en la convivencia social. Rousseau considera que el lenguaje tiene sus raíces en la expresión de afectos y que la conciencia es el despertar del individuo a través de sus sentimientos y necesidades. En este sentido, Rousseau no ve al lenguaje y la conciencia como productos del trabajo o de la necesidad de producir, sino como manifestaciones naturales de la vida social. Por lo tanto, Marx y Rousseau difieren en su concepción sobre el origen de la conciencia: mientras que Marx la ve como un producto social y material derivado de las relaciones de producción, Rousseau la entiende como un fenómeno más ligado a la emoción y la moralidad natural del ser humano, que solo se distorsiona con el desarrollo de la sociedad.
En este fragmento, Marx aborda la división del trabajo y cómo esta transforma la libertad individual, observando que, en una sociedad primitiva, los individuos no están atados a una sola actividad, sino que tienen la posibilidad de alternar entre diversas funciones. Sin embargo, con la aparición de la división del trabajo en las sociedades más complejas, cada persona se ve forzada a especializarse en una actividad específica, lo que limita su libertad y autonomía. Este fenómeno hace que el hombre se convierta en un esclavo de su propio trabajo, ya que las funciones sociales se le imponen y el individuo pierde el control sobre su destino. Marx aboga por una sociedad comunista en la que los individuos puedan desarrollar diferentes aptitudes y actividades sin estar atados a un único rol, lo que permitiría una verdadera libertad.
En cambio, Rousseau también ve la división del trabajo como un factor que limita la libertad, pero su enfoque se centra en la propiedad privada como el origen de la desigualdad y la alienación. Para Rousseau, el ser humano en el estado de naturaleza vivía de manera libre e igualitaria, pero con el advenimiento de la propiedad privada y la civilización, los hombres se ven forzados a someterse a la división del trabajo y las instituciones sociales que perpetúan la desigualdad. Ambos autores coinciden en que la división del trabajo alienó al ser humano, pero mientras Marx ve este fenómeno como una consecuencia de las relaciones económicas capitalistas, Rousseau lo relaciona con la desigualdad estructural que surge con la propiedad privada y la civilización. De esta forma, Marx y Rousseau critican la división del trabajo, pero lo hacen desde diferentes perspectivas: Marx vincula la alienación al sistema de producción y el control de los medios de producción, mientras que Rousseau lo ve como un síntoma de la corrupción moral provocada por la civilización y la propiedad.
Para Rousseau, el ser humano nace libre, pero pronto se ve encadenado por las estructuras sociales. Nacemos como seres naturales, guiados por instintos que nos orientan hacia la felicidad. El niño, en su libertad espontánea, es un ser feliz y libre. Sin embargo, la cultura actúa como una forma de opresión, alejándonos de nuestro estado natural. El hombre aculturado, educado para reprimir sus instintos, se convierte en infeliz y agresivo. Rousseau critica la visión de la Ilustración, pues considera que el progreso y la cultura no liberan, sino que esclavizan. La solución está en educar al niño en la espontaneidad y la conexión con la naturaleza para que crezca pacífico y tolerante. Sin embargo, para recuperar la libertad perdida, se debe encontrar un equilibrio entre la voluntad individual y la vida en comunidad, participando activamente en la creación de leyes que reflejen la voluntad colectiva.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron profundamente en las revoluciones y en la teoría democrática y comunista. Su principal dilema es cómo reconciliar la libertad individual con las leyes necesarias en sociedades complejas. Rousseau considera que, aunque nacemos buenos, la sociedad y la cultura nos corrompen. La solución está en la participación activa de cada ciudadano en la creación de las leyes, lo que permite sentir que uno mismo contribuye a la conformación de su entorno y recupera algo de su libertad original. Rousseau defiende que el pacto social debe ser inclusivo, donde todos cedan sus derechos a la voluntad general, para evitar la opresión y garantizar la igualdad. La voluntad general debe prevalecer, ya que la democracia es el acuerdo entre la libertad individual y el interés común. Sin embargo, alerta sobre el peligro de una ciudadanía sin deberes, pues si los ciudadanos abandonan sus responsabilidades, el contrato social se rompería y el Estado se volvería insostenible.
A diferencia de Platón, Aristóteles considera que el hombre es una unión substancial entre cuerpo y alma, donde esta última es el principio vital e intrínseco del cuerpo (hilemorfismo). Existen tres funciones del alma:
El alma no es inmortal, pues es la forma del cuerpo. El ser puede entenderse como substancia o accidente, y en términos de potencia y acto, donde todo cambio es un paso de la potencia al acto. El movimiento es la actualización de lo que algo es en potencia, explicando así la transformación de los seres.
Aristóteles postula un Motor Inmóvil como causa última del movimiento en el universo. Este mueve como objeto de deseo y perfección, sin ser movido, impulsando a los seres a alcanzar su propia perfección.
Conocer implica conocer la causa de algo. Aristóteles distingue cuatro causas (esta última clave en su teleología):
A diferencia de Platón, su teoría del conocimiento es empirista: el conocimiento parte de los sentidos, generando experiencia a través de la percepción y la memoria. La inducción permite abstraer lo común a múltiples casos, formando conceptos universales. Además, clasifica los saberes según su propósito, destacando la metafísica y la ética sobre la técnica y la ciencia. Es considerado el padre de la lógica, con el silogismo como herramienta fundamental del razonamiento.
Define al hombre como un «animal racional» y «político«. Su existencia se basa en la unión del cuerpo y alma, que se compone de tres facultades:
La felicidad (eudaimonía) es el fin último, alcanzada mediante la virtud. La política es necesaria para la realización humana, y la esclavitud y la desigualdad de la mujer son aceptadas como naturales.
El hombre es un ser social (zoon politikón), estructurado en familias, aldeas y polis. Distingue entre gobiernos justos:
e injustos:
Considera la aristocracia el mejor sistema, ya que es un equilibrio entre monarquía y democracia.
La felicidad se logra mediante la autosuficiencia y la virtud. Existen dos tipos de virtud:
La virtud ética consiste en encontrar el término medio entre el exceso y el defecto. La verdadera felicidad se alcanza dedicándose a la actividad más elevada del ser humano: la contemplación filosófica.
El hombre es un ser social (zoon politikón), estructurado en familias, aldeas y polis. Distingue entre gobiernos justos:
e injustos:
Considera la aristocracia el mejor sistema, ya que es un equilibrio entre monarquía y democracia.
La felicidad se logra mediante la autosuficiencia y la virtud. Existen dos tipos de virtud:
La virtud ética consiste en encontrar el término medio entre el exceso y el defecto. La verdadera felicidad se alcanza dedicándose a la actividad más elevada del ser humano: la contemplación filosófica.