Portada » Filosofía » Conceptos Fundamentales del Pensamiento de Friedrich Nietzsche: Nihilismo, Muerte de Dios y Vitalismo
El texto pertenece a la obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, que Friedrich Nietzsche publicó en 1873, inmediatamente después de su primera gran obra, El origen de la tragedia en el espíritu de la música. En ella, el filósofo expresa su firme decisión de dedicarse plenamente a la filosofía, partiendo de una crítica nihilista de toda la producción filosófica occidental que empieza con Sócrates, Platón y Aristóteles.
Nietzsche comienza con esta fábula, que ilustra la caducidad y esterilidad del intelecto humano:
«En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que los animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la historia universal; pero, a fin de cuentas, solo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer.»
Nietzsche quería dar una idea de lo caduco y estéril que es el intelecto o inteligencia humana dentro de la naturaleza. Durante eternidades no existió, y cuando de nuevo se acabe todo, no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión más allá de la vida humana. El ser humano no es más que eso: humano, pero tiende a engañarse y piensa que todo el mundo gira alrededor de él mismo. Ese orgullo ligado al conocimiento es la causa del engaño acerca de su propia existencia, al supervalorar su ciencia o conocimiento. La inteligencia, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas fingiendo, mintiéndose a sí mismo y a los demás. Por esto, Nietzsche se sorprende de que haya surgido en los seres humanos el amor a la verdad.
Es aquí donde Nietzsche realiza por primera vez un ejercicio de genealogía y de nihilismo. El primer impulso hacia la verdad interesada procede de la necesidad. En estado salvaje o de naturaleza, y ante la amenaza de los demás, los seres humanos utilizan la inteligencia para fingir; pero esta situación no es soportable indefinidamente. Obligados por la necesidad, deciden sobrevivir en sociedad, y para ello realizan un contrato social que evite la guerra de todos contra todos (una idea similar a la de Rousseau).
En ese tratado de paz se acuerda y fija lo que a partir de entonces ha de ser verdad: se inventa una designación de las cosas que sea válida y obligatoria para todos, dándole al lenguaje fuerza de ley para decidir qué es verdad y qué es mentira.
El mentiroso utiliza incorrectamente las designaciones que son socialmente válidas. Dirá, por ejemplo, «soy pobre» cuando la designación correcta de su estado es la de «rico». Esta mentira no producirá rechazo en la sociedad mientras no sea interesada y ocasione algún perjuicio. Las personas no detestan las mentiras, sino sus perjuicios, del mismo modo que no aman la verdad, sino sus consecuencias agradables.
Por otro lado, tampoco el lenguaje expresa completamente la realidad. Una palabra es la reproducción en sonidos de un impulso nervioso. El lenguaje solo puede designar las relaciones de los humanos entre sí y con las cosas por medio de:
El ser humano se convierte en medida de todas las cosas, cayendo en el error de creer que tiene las cosas delante de manera inmediata, como objetos puros, olvidando su origen metafórico. No existe una ley de la naturaleza que no sea proyección de nuestros conceptos y relaciones de espacio, tiempo y número.
Esta obra contiene en germen las afirmaciones más importantes de toda la obra nietzscheana: el nihilismo, la transmutación de los valores, la muerte de Dios, etc. Y pone las bases de una nueva perspectiva: el vitalismo, la voluntad de poder y el superhombre.
En primer lugar, Nietzsche realiza una crítica al intelectualismo y a la metafísica tradicional que pensaba ingenuamente alcanzar la verdad, cuando en realidad la inteligencia humana descansa solamente en un fondo biológico instintivo al que sirve. La conciencia es solo lo superficial del conocimiento humano, que lleva al engaño y a la ilusión. Desenmascarada la ilusión del conocimiento intelectual, señala la importancia de las actividades irracionales, consideradas banales por la razón: la experiencia artística —similar a la onírica— no aporta un grado menor de ser que la vida racional, y tiene la ventaja de devolver al ser humano la ilusión vital.
Esta obra es, por tanto, un primer ejercicio de nihilismo, al expresar la transmutación del viejo concepto de verdad en pura metáfora aceptada socialmente. Al señalar el engaño y la falacia del idealismo, inicia la transmutación de los valores. Este ataque al idealismo (por el que ha errado milenariamente la cultura occidental en metafísica, moral y religión, idealismo que es en realidad puro nihilismo, es decir, no es más que una ilusión) continúa en sus obras posteriores: Humano, demasiado humano, Aurora y en La gaya ciencia, hasta desembocar en Así habló Zaratustra, que simboliza para nuestro autor la cumbre de su pensamiento.
El derribo y transmutación del idealismo (esencia misma del nihilismo) quedan recogidos en la metáfora de la «muerte de Dios», motivo central de la primera parte del libro. La muerte de Dios es la constatación de un camino recorrido por el pensamiento occidental, que no es otra cosa que la expresión de la alienación humana y el nihilismo.
El pensamiento filosófico occidental sucumbió a la tentación platónica de valorar negativamente el mundo sensible, al postular como característica del ser auténtico, de la idea, la quietud, la inmovilidad, la estabilidad; al separar el ser del tiempo. Platón distinguió entre un mundo aparente, fenoménico, pasajero y engañoso, y un trasmundo eterno, verdadero y bueno. El hombre sabio y bueno debe mirar solo a lo ideal, sintiendo a su alma cautiva de un cuerpo sensible que solo merece desprecio. De este modo, la moral platónica, su axiología o tabla de valores, indica al ser humano la huida de este mundo y el rechazo de lo instintivo y vital.
El dios judeocristiano sintetizó toda esa idealidad trascendente. Lo alto y sublime fue predicado de Dios; lo bajo y enfermo, del hombre. Dios enajenó lo mejor del hombre, constituyéndose en el «vampiro de su vida». Esta debilidad del hombre que afirma a Dios expresa la decadencia de Occidente, que ha culminado en el puro nihilismo.
La muerte de Dios, mensaje de Zaratustra, supone una catarsis o liberación de las fuerzas dormidas del hombre, revitalizadas ante su cadáver. Purificado el ser humano por el nihilismo, surge la posibilidad de la inversión de los valores y de la forma de valorar misma. Este es el sentido de las tres metamorfosis propuestas en Zaratustra:
La muerte de Dios deja paso a una concepción lúdica de la existencia e inaugura un nuevo modelo de ser humano. Supone el hundimiento de la cultura occidental construida sobre el más allá, y hace que se ponga en marcha la energía de la creación humana: la voluntad de poder. Esta designa tanto la fuerza creadora del universo como el despliegue del hombre total, del hombre cósmico; es la energía de la tierra y sus habitantes; es el dinamismo de la naturaleza, del conocimiento, de la política y del arte. Este despliegue de la voluntad descansa en el concepto de eterno retorno, como fondo insondable de un universo limitado y finito, la única manera de pensar la eternidad.
La voluntad de poder lleva a la sustitución de la moral de los esclavos por la moral de los señores. La moral de los esclavos es la moral cristiana, caracterizada por:
La moral de los señores cambia la tabla de los valores. El señor es fuerte y poderoso, sabe dominar y dominarse; es duro para sí y para los demás; desprecia la cobardía, el miedo y, sobre todo, ama la vida, esta vida que es la única que hay.
Solo aquellos hombres que se han ejercitado en la nueva moral están ligeros de equipaje para dar paso al superhombre. Según la evolución, el hombre mismo debe ser suprimido y superado en el superhombre. El superhombre, afirma Nietzsche, no es la pérdida de sentido, sino la afirmación del sentido de la tierra, del eterno retorno; es la victoria sobre la escisión entre el alma y el cuerpo. Ambos irán ahora unidos en la afirmación de los impulsos vitales, de la voluntad de poder. Se trata de una mutación cultural, no genética, que hace del individuo su propio creador. El superhombre sustituye los valores cristianos muertos por sus contrarios. El ser humano es un puente hacia el superhombre. El hombre actual debe ir preparando su venida a través de la «gran política», es decir, a través de la moral de los señores y de la voluntad de poder.
Las primeras influencias en Nietzsche se encuentran en el mundo de la antigüedad griega, en especial entre los presocráticos. Nietzsche es uno de los primeros filósofos contemporáneos que los redescubre, anteponiéndolos a las tres grandes figuras: Sócrates, Platón y Aristóteles. Los más importantes son:
Avanzando en la historia de la filosofía occidental, Nietzsche recibe el impacto del pensamiento crítico moderno, y especialmente de la Ilustración, a través de autores empiristas como Hume, y en especial de Rousseau con sus conceptos de bondad natural y contrato social. La bondad natural se transforma en el concepto nietzscheano de «inocencia del ser», y también en parte en la «voluntad de poder». El contrato social roussoniano es aceptado por Nietzsche como el origen social y convencional de lo que llamamos «verdad»:
«…puesto que el hombre, tanto por necesidad, como por hastío, desea existir en sociedad, precisa de un tratado de paz y, de acuerdo con este, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese impulso hacia la verdad. En ese momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser ‘verdad’…» (Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, párrafo 85-95).
Sin embargo, la principal influencia en este período se encuentra en el Kant de la Crítica de la razón pura. Kant distingue entre fenómeno y noúmeno. El noúmeno, las sustancias o cosas en sí mismas, son inalcanzables; por tanto, la metafísica tradicional es una simple «ilusión», es decir, un deseo fallido de nuestro entendimiento que apoya la falsa creencia en una verdad absoluta. Nietzsche acepta de Kant su teoría del conocimiento: solo conocemos las apariencias o fenómenos, en función de nuestras categorías mentales, cayendo en la ilusión del dogmatismo. Hay que decir, sin embargo, que la influencia kantiana la recibe a través de su eminente discípulo Arthur Schopenhauer, cuya imponente figura fue atenuada por su gran contrincante Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
Arthur Schopenhauer es el principal precursor del vitalismo nietzscheano, al reinterpretar la epistemología kantiana, haciendo del fenómeno mera ilusión, tras la que se oculta la voluntad infinita y ciega, la fuerza, tendencia o impulso universal. Esta se objetiva, mediante el espacio y el tiempo, en una pluralidad de cosas, que no son otra cosa que la representación fenoménica, es decir, pura apariencia, de esa tendencia o voluntad universal. El ser humano es la individualización consciente de esa fuerza ciega; la voluntad humana es deseo siempre insatisfecho; por esto debe liberarse a través de la disolución del yo individual en la voluntad universal que promueven el arte y la moral (esto último es de clara inspiración budista). Quizá la mayor influencia sea la elaboración del concepto nietzscheano de la voluntad de poder.
A estas influencias netamente filosóficas, hemos de añadir la influencia del romanticismo en todos los sectores del arte, desde la música wagneriana, que exalta la tradición alemana, hasta la filología, como apología del mundo clásico. Esta influencia es fundamental desde su primera obra El origen de la tragedia en el espíritu de la música. Esta obra marca la nueva perspectiva vitalista de la filosofía nietzscheana al establecer la distinción fundamental entre el espíritu apolíneo y el dionisíaco.
La tragedia griega es la expresión más profunda de la vida, que se propone al ser humano como un misterio. Los antiguos griegos, de la mano del dios de la luz y de la razón, Apolo, aceptaban las simetrías y perfecciones del mundo. De la mano de Dioniso, comprendían los horrores y enigmas de la existencia. De este modo, superaron el pesimismo al aceptar a Dioniso, al afirmar el lado oscuro de la existencia, al buscar una salvación a través del arte.
La influencia ejercida por Nietzsche en el siglo XX ha sido inmensa, dando origen a tendencias incluso opuestas. Podemos decir que su pensamiento sigue teniendo una gran actualidad.
La aparición del psicoanálisis freudiano, que afirma el hecho de que la conciencia no es más que la superficie de nuestro mundo interior, siendo la superficialidad y el engaño las formas usuales del actuar consciente, tiene resonancias nietzscheanas. El ser humano es un campo de batalla de fuerzas y pulsiones inconscientes que llevan al ser humano e incluso a la sociedad a un malestar y a una existencia alienada.
La exaltación nietzscheana de las fuerzas irracionales de la existencia y el nihilismo ha dado paso a una de las corrientes filosóficas más representativas en el siglo XX, la corriente existencialista: Jaspers, Heidegger, y especialmente Sartre son sus deudores.
Desde el punto de vista de la filosofía política, la ambigüedad del discurso nietzscheano ha permitido que libertarios y nazis quieran apropiarse de su doctrina, cada uno por su lado. Los nazis, como buscadores del superhombre, han relacionado su pensamiento con Spengler y Rosenberg. Los libertarios han realizado una lectura nihilista, inspirándose en la transmutación de los valores para alcanzar una sociedad libre. Para algunos neomarxistas como Horkheimer, el vitalismo de Nietzsche supone una legítima protesta contra la rigidez de un racionalismo vacío y uniformador del individuo, característico de las formas capitalistas de vida.
Es importante también su influencia en el relativismo lingüístico de Benjamín Lee Whorf, en la actual filosofía del lenguaje e incluso en la teoría de la ciencia.
Por último, hay que señalar la influencia nietzscheana en la literatura y filosofía española contemporánea:
