Portada » Filosofía » Conceptos Fundamentales de Marx y Nietzsche: Alienación, Materialismo e Ideas Críticas
Feuerbach entiende la alienación como un fenómeno religioso: el ser humano proyecta sus cualidades en Dios y luego se somete a esa creación, perdiéndose a sí mismo. Marx retoma esa idea, pero la amplía al ámbito económico y social. Para él, la alienación surge en el sistema capitalista, donde el trabajador pierde el control sobre su actividad y su producto. El trabajo, que debería ser una expresión libre de la humanidad, se convierte en una actividad forzada y deshumanizante, realizada no para sí mismo, sino “para otro”: el capitalista. El producto del trabajo ya no le pertenece al trabajador, sino que se vuelve algo ajeno, extraño y hostil, que sirve para enriquecer al dueño de los medios de producción. Así, el trabajador queda cosificado, tratado como una simple herramienta o mercancía dentro del proceso productivo. Esta alienación no es solo económica: genera formas de alienación social (división en clases), política (separación entre sociedad y Estado) e ideológica (creencias falsas que justifican la explotación), que hacen que los oprimidos acepten como legítima su situación, completando así el círculo de la alienación.
El materialismo histórico es la teoría de Marx que explica la historia a partir de las condiciones materiales de existencia, no de las ideas, héroes o religiones. Según Marx, lo que determina cómo es una sociedad y cómo evoluciona históricamente es la forma en que las personas producen sus medios de vida: es decir, su actividad económica. Cada sociedad se basa en una estructura económica, formada por las fuerzas productivas (trabajo humano, herramientas, materias primas) y las relaciones de producción (quién posee los medios de producción y quién trabaja para quién). Esta base material condiciona todo lo demás: las leyes, el Estado, la política y las ideas, lo que Marx llama la superestructura. Cuando las fuerzas productivas avanzan y las relaciones de producción existentes ya no les permiten desarrollarse más, surge una contradicción que lleva a una crisis. Esto puede provocar una revolución y el paso a un nuevo modo de producción (por ejemplo, del feudalismo al capitalismo). Así, la historia avanza por conflictos sociales y luchas de clases, no por ideas abstractas. Para Marx, la lucha de clases es el verdadero motor de la historia.
Nietzsche realiza una crítica profunda a la cultura occidental porque, según él, ha negado y rechazado la vida real al imponer valores que reprimen los instintos y las fuerzas naturales del ser humano. La base de esta crítica está en el cristianismo y la moral tradicional, que Nietzsche llama “moral de esclavos”. Esta moral surge del resentimiento de los débiles que, en lugar de aceptar su condición, invierten los valores: glorifican la humildad, el sufrimiento y la sumisión, mientras consideran “malos” a los fuertes y poderosos. Así, se crea una moral que limita la libertad y la afirmación vital. Además, Nietzsche señala que la filosofía occidental, desde Platón hasta Kant, ha privilegiado la razón y la búsqueda de verdades absolutas, despreciando el cuerpo, los sentidos y las pasiones, lo que contribuye a la represión de la vida y a una visión distorsionada de la existencia. Esta combinación de religión, moral y filosofía ha llevado al nihilismo moderno: la pérdida de sentido y de valores auténticos, ya que las antiguas creencias ya no son creídas, pero no se han generado otras nuevas. Para Nietzsche, la solución es una “transvaloración de todos los valores”: rechazar los valores decadentes y crear nuevos que celebren la vida, la fuerza, la libertad y la creatividad. El ideal de esta transformación es el superhombre, un individuo que se libera de las imposiciones externas, vive según su propia voluntad y se convierte en creador de su propio sentido.
El nihilismo es una corriente filosófica que sostiene que la vida carece de un sentido, propósito o valor intrínseco. Surge como una consecuencia de la crisis de valores tradicionales, especialmente cuando las creencias religiosas y morales que antes daban sentido a la existencia pierden su fuerza y credibilidad. En este contexto, el nihilismo no solo niega la existencia de valores objetivos, sino que también cuestiona la posibilidad misma de encontrar un significado universal para la vida. Nietzsche fue uno de los filósofos que más profundizó en el nihilismo, considerándolo una etapa inevitable en la evolución cultural occidental. Según él, el nihilismo aparece cuando “Dios ha muerto”, es decir, cuando las verdades absolutas y las creencias religiosas tradicionales ya no sostienen la vida moral y espiritual de las personas. Esto genera un vacío existencial, donde los antiguos valores ya no funcionan, pero aún no se han creado otros nuevos. El nihilismo puede manifestarse de dos formas: una pasiva, que conduce al desánimo, la desesperación y la apatía, y una activa, que impulsa a cuestionar y destruir los viejos valores para abrir espacio a la creación de nuevos sentidos y formas de vida. Para Nietzsche, superar el nihilismo implica precisamente esta tarea activa: enfrentar el vacío y utilizarlo como oportunidad para afirmar la vida y crear valores propios, sin depender de fundamentos externos.