Portada » Francés » Fundamentos de la Crítica Nietzscheana y la Historia Política Española (1978-2004)
La filosofía de F. Nietzsche es una crítica radical a los fundamentos de la cultura occidental, basada en una metafísica que, según el autor, ha ido relegando con el tiempo a un segundo plano los valores vitales.
Nietzsche denuncia este hecho situando el origen en la filosofía de Sócrates, Platón, y la filosofía cristiana (el mundo de los conceptos, el mundo de las Ideas y el «más allá» de los cristianos). Con estas corrientes se pierde la explicación de la vida de Heráclito (la lucha de contrarios).
Pero la «invención» de este otro mundo superior es producto del resentimiento y temor hacia la vida de los filósofos, que rechazan la vida tal y como esta es. No hay conceptos estáticos, solo existe el devenir.
En su crítica, Nietzsche toma como referencia a las dos figuras míticas de Apolo y Dionisio, que para él representan la dualidad de la naturaleza humana.
Para Nietzsche, ambos deben estar en equilibrio y no se puede vivir sin asumir estas dos fuerzas a la vez; hay que afirmar la existencia entera tal y como se manifiesta.
Nietzsche afirma que toda verdad es siempre relativa; no existe una verdad absoluta, y esta se presenta al ser humano a través de perspectivas (forma de conocimiento inmediato o directo proporcionado por nuestros sentidos). Estas perspectivas en las que se da la Realidad son propias de cada momento de la vida individual.
Por ello, no existe una perspectiva verdadera, y la Voluntad de Verdad, que pretendía una verdad absoluta, única, universal e inmutable, es falsa. Frente a esto, defiende la Voluntad de Poder, que supone asumir y enfrentarse a la Realidad cambiante, afirmando una perspectiva individual de forma temporal para vivir más plenamente.
Otra forma de conocimiento es el lenguaje, que define como un instrumento con el que pretendemos expresar correctamente (con propiedad y exactitud) nuestras vivencias e intuiciones de la Realidad. Sin embargo, esto es imposible, pues no se pueden expresar las cosas en sí mismas, ya que no existen.
Lo que expresa el lenguaje son las reacciones de los hombres con respecto a las cosas, y lo hace inventando metáforas. Nietzsche admite las metáforas como necesarias, pero advierte del peligro de que olvidemos lo que son y creamos que cuando hablamos nos estamos refiriendo, y por lo tanto conociendo, a algo de la vida misma. Frente al lenguaje, Nietzsche prefiere el arte, los símbolos, metáforas y aforismos para expresarse, ya que han renunciado a esa dominación de la Realidad.
De las metáforas surgen los conceptos, que se forman equiparando diversos casos, abandonando sus diferencias individuales. Este concepto general, al dejar de expresar lo individual, expresa algo abstracto que en Realidad no existe. Por lo tanto, el concepto es una creación humana en la que ponemos o quitamos aquello que queremos arbitrariamente. Todo este proceso es llevado a cabo por la razón: estamos sustituyendo entonces la intuición de la Realidad por conceptos de la razón.
La consecuencia que esto produce es el olvido por parte de los hombres del verdadero origen de los conceptos (intuición) y pasamos a creer que los conceptos son verdaderas representaciones de la Realidad. Y todo concepto falsea la Realidad puesto que olvida las cualidades particulares y concretas: cuanto más general y más ambicioso sea un concepto, más se alejará de la Realidad.
La verdad entonces no depende de las cosas mismas sino del uso correcto de las convenciones establecidas. Por lo tanto, se entenderá como verdadero aquello que coincida con lo aceptado socialmente y se entenderá como falso a lo que se aparte de la convención social. Así, el filósofo define la verdad como: «conjunto de ilusiones y metáforas que hemos olvidado que lo son».
Conocer el mundo solo puede consistir en interpretarlo, en valorarlo cada cual según su perspectiva y teniendo en cuenta que esta es siempre una visión parcial y temporal. Ninguna capta toda la Realidad. Además, se aplica sobre un mundo que no es aceptable. El mundo no es conocible, solo interpretable.
En 1979 se convocaron elecciones que volvió a ganar la UCD (Unión de Centro Democrático), liderada por Adolfo Suárez hasta 1981. Esta nueva legislatura estuvo marcada por la crisis económica y política, que llevaron a Suárez a dimitir, cuestionado por su partido, acosado por la oposición y presionado por los militares.
El 23 de febrero de 1981 (23F), el teniente coronel Tejero asalta el Congreso durante la votación para la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. El golpe fracasó por la oposición del Rey y la falta de apoyos militares.
El gobierno de Calvo Sotelo aprobó la Ley del Divorcio (rechazada por la Iglesia) y la integración de España en la OTAN (rechazada por la izquierda). Debido a las divisiones internas de su partido, adelantó las elecciones a 1982.
En las elecciones de 1982, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), liderado por Felipe González, consiguió la victoria con mayoría absoluta. El mayor logro de este gobierno fue la adhesión e integración en la CEE (Comunidad Económica Europea) en 1985.
Además de esto, destacan:
Este gobierno llegó a su fin debido a diversos casos de corrupción (Filesa, Roldán, etc.) y al caso GAL, entre otras cosas, que provocó su derrota en las elecciones de 1996.
El PP (Partido Popular) ganó estas elecciones pactando con los nacionalistas, ya que no consiguió la mayoría absoluta. Entre sus medidas destacaron la privatización de empresas públicas, la supresión del servicio militar obligatorio y el ingreso en la moneda única (Euro).
En el año 2000, el partido volvió a ganar las elecciones, esta vez con mayoría absoluta, con lo que consiguió gobernar en solitario hasta 2004.
Tres días antes de las elecciones de 2004 se produce el 11M (atentados de Madrid), que fue un factor decisivo para la victoria del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero tres días después.
En sus siete años de gobierno (hasta el adelanto electoral), cabe destacar:
Ante la grave crisis económica, las presiones de Bruselas y los malos resultados de las elecciones municipales, Zapatero decidió adelantar las elecciones, en las que el PP de Mariano Rajoy obtuvo la mayoría absoluta.
