Portada » Filosofía » Fundamentos de la Filosofía Moderna y Clásica: Propiedad, Justicia y Racionalismo
La noticia sobre el notable incremento de la recaudación tributaria en Venezuela, que el presidente Maduro celebra como un éxito, nos invita a reflexionar sobre la relación entre el Estado, los impuestos y la libertad ciudadana desde la perspectiva del filósofo John Locke.
Según Locke, los individuos abandonan el estado de naturaleza para formar una sociedad civil mediante un contrato social. El fin primordial de este pacto no es otro que la preservación de la propiedad (entendida como vida, libertad y bienes). Esta propiedad es un derecho inalienable que surge de la ley natural.
Si la razón fundamental del Estado es proteger la propiedad, cualquier medida fiscal debe contar con el consentimiento de los ciudadanos, idealmente a través de sus representantes legítimos en el poder legislativo. Los impuestos son necesarios para financiar las funciones del gobierno, pero su imposición debe ser moderada y estar justificada. La célebre frase lockeana de que “Las leyes se hicieron para los hombres y no los hombres para las leyes” subraya que el poder siempre debe servir al bien y la protección de los individuos.
En un modelo liberal como el que defiende Locke, el poder político no es absolutista. El gobernante tiene límites. La advertencia de la Confederación Venezolana de Industriales sobre los “excesivos tributos” en Venezuela sugiere que se está violando el fin legítimo del Estado. Una carga fiscal desmedida, impuesta sin un verdadero consentimiento y que asfixia la capacidad productiva, atenta directamente contra la propiedad privada y, por extensión, contra la libertad.
Un gobierno que actúa así se acerca al modelo de tiranía, excediendo el poder que le fue otorgado por el contrato. Para Locke, el pueblo tendría derecho a disolver ese gobierno, ya que ha dejado de cumplir su función de preservar la ley natural y la propiedad de sus súbditos.
La filosofía de Platón (siglo V a.C.) surge como una respuesta a la crisis política de Atenas y, fundamentalmente, a la injusta condena de su maestro Sócrates. Su objetivo es establecer las bases de una sociedad justa, guiada por la razón y la virtud.
Platón postula un Dualismo Metafísico al dividir la realidad en dos niveles:
El conocimiento verdadero (episteme) se obtiene ascendiendo a este mundo mediante la Dialéctica. El proceso de aprendizaje se explica a través de la Teoría de la Reminiscencia: conocer es recordar las Ideas que el alma ya había contemplado antes de encarnarse.
El ser humano es una unión dualista de dos realidades en conflicto: el Cuerpo, que pertenece al mundo sensible y es la “prisión” del alma; y el Alma, que es inmortal, pertenece al mundo inteligible y es la portadora de la razón.
El alma se divide en tres partes:
Platón defiende el Intelectualismo Moral socrático: la maldad es fruto de la ignorancia. La Justicia a nivel individual es la virtud más importante y se logra con la armonía del alma, cuando la parte racional domina a las otras dos.
Esta estructura ética se traslada a la Política. El Estado ideal se organiza en tres clases sociales, correspondiendo cada una con una parte del alma y una virtud:
Para evitar el egoísmo, los gobernantes y guerreros no deben poseer bienes privados (Comunismo Político), dedicándose exclusivamente al Bien Común. Platón critica la democracia por permitir que personas incompetentes y guiadas por la opinión accedan al poder.
La filosofía de René Descartes es el punto de partida del Racionalismo, corriente que establece la razón como la única fuente fiable de conocimiento verdadero, rompiendo con la tradición de los argumentos de autoridad de la Escolástica. Su objetivo es alcanzar certezas absolutas para el saber.
Para lograr estas certezas, Descartes aplica la Duda Metódica, cuestionando todas las creencias previas (incluyendo los sentidos o la posible acción de un Genio Maligno). La duda conduce a la única verdad indudable: el “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”). Esto convierte al Sujeto Pensante (el yo que piensa) en el fundamento de todo conocimiento.
El Método Cartesiano se guía por cuatro reglas principales:
Descartes clasifica las ideas en tres tipos:
La Metafísica cartesiana se centra en el concepto de Sustancia (aquello que existe por sí mismo), distinguiendo tres tipos:
Este dualismo (mente y materia) es clave para su Antropología. Descartes concibe la naturaleza (la Res Extensa) mediante el Mecanicismo, viéndola como una máquina que sigue leyes fijas, explicables con la matemática y la razón. El cuerpo humano es tratado también como una máquina, mientras que la mente (Res Cogitans) es la sustancia pensante inmaterial.
