Portada » Filosofía » Fundamentos de la Filosofía: Conceptos Clave, Ramas y Orígenes del Pensamiento Racional
La palabra «gnoseología» proviene del griego. Es un término compuesto por gnosis (γνῶσις), que significa “conocimiento”, y logos (λόγος), que se traduce como “estudio” o “razonamiento”. Por lo tanto, significa literalmente “teoría del conocimiento”.
La gnoseología es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar el conocimiento humano. Es decir, investiga cómo conocemos, qué podemos conocer y hasta dónde llega nuestra capacidad de conocer. Su propósito es entender los límites y la validez del conocimiento, buscando determinar qué hace que algo sea realmente verdadero o falso.
El objeto de estudio de la gnoseología es el ente tal como aparece en el pensamiento. Esto quiere decir que la gnoseología no estudia las cosas como son en la realidad, sino cómo las conocemos con nuestra mente.
La lógica es una rama de la filosofía que se considera una disciplina instrumental. Se encarga de estudiar los elementos del pensamiento, como razonamientos, juicios y conceptos. Además, investiga la validez de las inferencias (conclusiones o deducciones que sacamos a partir de información o datos que ya conocemos), ayudando a razonar correctamente para obtener conclusiones consistentes y verdaderas.
Hay dos tipos principales de lógica: la formal y la informal. La lógica se incluye dentro de la filosofía teórica. Este término se relaciona con logos, que, en el contexto filosófico, hace referencia al pensamiento racional.
La metafísica es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar el ser en cuanto ser, es decir, la realidad en su sentido más general, sin centrarse en aspectos concretos. Busca descubrir los principios y causas últimas que explican por qué las cosas existen y cómo se relacionan entre sí. Es la disciplina más abstracta de la filosofía, ya que reflexiona sobre temas como la existencia, la identidad, el cambio o el tiempo.
Su nombre proviene del griego metà tà physiká, que significa “más allá de la física”, porque trata cuestiones que van más allá de lo material. Dentro de ella se incluyen ramas como:
El mito es una forma antigua que tenían las personas para explicar el mundo. Lo hacían a través de historias con dioses, héroes o seres sobrenaturales. Estas narraciones eran simbólicas y poéticas, y servían para explicar cosas que no entendían, como el origen de la vida o de la naturaleza. Los mitos transmitían la sabiduría de los antepasados y enseñaban valores culturales y morales. Aunque no daban explicaciones lógicas, ayudaban a dar sentido a la realidad.
Suele caracterizarse el nacimiento de la filosofía como el paso del mito al logos, esto es, del pensamiento prerracional al pensamiento racional; no obstante, ambas formas de pensamiento conviven desde entonces.
Los relatos míticos se caracterizan por ser:
El arché (ἀρχή) es el principio del que surge todo lo que existe en el mundo. En el siglo VI a. C., en las colonias griegas de Asia Menor e Italia, nació la filosofía occidental, cuando los primeros filósofos empezaron a preguntarse por el origen de la naturaleza (physis) y por si toda la diversidad de cosas provenía de un único principio (el arché).
El arché es el principio que explica el origen de la naturaleza y su constitución, propuesto como principio originario por los filósofos presocráticos del siglo VI a. C. Estos filósofos trataron de explicar toda la diversidad de cosas y sus cambios a partir de uno o varios principios racionales. Destacan:
Cada uno propuso un arché distinto, buscando explicar de qué está hecho todo lo que existe y cuál es su origen.
El término logos proviene del griego y significa “palabra” o “discurso”, pero en filosofía se entiende como razón o pensamiento racional. Representa una nueva forma de explicar el mundo a través de la lógica y la argumentación, en lugar de recurrir a relatos míticos.
El logos supone el paso del mito al pensamiento racional. Los filósofos presocráticos usaron el logos para buscar el arché, el principio que explica el orden del mundo. Así, el logos marca el inicio de la filosofía y de la ciencia.
Se trata de una actividad reflexiva a través de la que aspiramos a conocer y relacionarnos con nuestro entorno. Surge de la necesidad de encontrar explicaciones que nos permitan comprender nuestro mundo.
Existen tres detonantes que nos mueven a buscar respuestas:
La filosofía no se lleva a cabo en vistas de obtener una utilidad concreta, pero en la medida en que nos ayuda a pensar sobre nuestra naturaleza humana, nuestra sociedad, el universo o nuestros problemas, nos ayuda a avanzar hacia el futuro, pues la reflexión es un motor de nuestro pensamiento.
La etimología de «filosofía», del griego antiguo, es “amor a la sabiduría”. Se cuenta que Pitágoras fue el primero en usar el término. «Filosofía» se relaciona con «mito» y «logos», dado que su nacimiento se caracteriza como el paso del pensamiento mítico al racional.
Es el sentimiento que experimenta el ser humano cuando es consciente de su propia muerte. A diferencia del miedo común, no surge ante un peligro concreto ni a través de un instinto biológico, sino que aparece ante la verdad de que algún día dejaremos de existir.
Es una inquietud profunda que viene del pensamiento y de la conciencia del no ser (de la nada). Esta angustia no se limita a un temor físico, sino que refleja la dificultad humana de aceptar la incertidumbre de la existencia y del fin inevitable de la vida. Este término se relaciona con la metafísica, que investiga los fundamentos de toda realidad, sus causas y sus primeros principios.
El antropomorfismo es la tendencia a personificar los fenómenos naturales, es decir, atribuirles características o comportamientos humanos. En los relatos antiguos, esto se refleja en que los dioses y/o fuerzas de la naturaleza se representan con forma y cualidades humanas, como si pensaran o actuaran como las personas.
Un ejemplo sería el de Zeus, dios griego que en los relatos homéricos es el responsable de los rayos y truenos. Este término se relaciona con el mito, dado que es una característica que comparten los relatos mitológicos de todas las culturas. Esta característica fue criticada desde el inicio de la filosofía, que suele explicarse como el paso del mito al logos.
Es el impacto que experimenta una persona al enfrentarse o presenciar una situación límite (como la muerte, el sufrimiento o la injusticia), y que le lleva a plantearse el sentido de la vida. Este tipo de golpe emocional y psicológico suele provocar una reflexión profunda sobre la vida, los valores, las creencias y la propia percepción de la realidad, pudiendo transformar el pensamiento de una persona para comprender el mundo y a sí mismo.
Karl Jaspers, filósofo existencialista y psiquiatra del siglo XX, propone que estas situaciones límite nos sacan de la rutina y nos ponen en situación de plantearnos el sentido de nuestra existencia. Debido a esto, podemos considerarlo uno de los principales resortes del filosofar, junto al asombro y la duda.
