Portada » Historia » España en el Siglo XVIII: Reformas Borbónicas, Ilustración y la Guerra de Sucesión
El siglo XVIII fue un periodo de profundas transformaciones en España, marcado por la llegada de una nueva dinastía, los Borbones, y la influencia de las ideas ilustradas. Estos cambios redefinieron la política, la sociedad y la economía del país.
En el año 1700, tras la muerte de Carlos II sin descendencia, su sucesor, según su testamento, debía ser Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, rey de Francia. Sin embargo, el resto de potencias europeas no lo aceptaron. Temían que la unión de las coronas de Francia (bajo Luis XIV) y España (bajo su nieto) creara una supercoalición borbónica en Europa, lo que supondría una dominancia inaceptable para potencias como Inglaterra, el Imperio Austriaco y Holanda. Por ello, propusieron otro candidato: Carlos de Habsburgo, hijo del emperador de Austria. Esta división generó un conflicto en el plano internacional.
En 1701 se firmó el Tratado de La Haya, que unía al Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra y Holanda en oposición a los Borbones (Francia y España). Al principio, ambos bandos estaban muy equilibrados. Sin embargo, en la península, Felipe V dominaba todo el territorio excepto Gibraltar, hasta que en 1705 se firmó el Pacto de Génova en Barcelona, un acuerdo pro-austriaco que permitió a Carlos de Habsburgo ocupar la ciudad condal. A partir de este momento, la causa austriaca se expandió por todo Aragón, dividiendo la península.
En la propia península también existió un conflicto interno: Castilla apoyaba a Felipe de Anjou, mientras que la Corona de Aragón respaldaba al candidato austriaco. La Corona de Aragón poseía instituciones regionales con gran poder y el rey encontraba muchos límites a su autoridad, lo que chocaba con el modelo absolutista de Francia.
En 1707, Felipe V derrotó a las tropas pro-austriacas en la Batalla de Almansa, recuperando Aragón, Valencia y parte de Cataluña.
En 1711, murió el emperador de Austria y fue sucedido por el archiduque Carlos, su hijo, quien también era el candidato a heredar la corona española. Los ingleses, temiendo una posible unión de las coronas austriaca y española bajo Carlos, iniciaron negociaciones que culminaron en varios tratados. Los más importantes fueron el Tratado de Utrecht en 1713 y el de Rastatt en 1714, que pusieron fin a la Guerra de Sucesión Española.
Las consecuencias territoriales para España fueron significativas:
Algunos de estos territorios fueron recuperados por España con el tiempo, pero la mayoría no. España mantuvo su imperio americano y Filipinas. Barcelona continuó rebelándose contra Felipe V hasta su caída el 11 de septiembre de 1714.
La política exterior borbónica buscó la estabilidad y la recuperación de la influencia española. Se establecieron los Pactos de Familia entre la Corona española y francesa:
El Antiguo Régimen: término acuñado de forma despectiva para referirse al periodo anterior a la Revolución Francesa. Representa el conjunto de características sociales, políticas y económicas predominantes en Europa desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII.
Se caracterizaba por una sociedad estamental, con desigualdad jurídica e inmovilismo social. Estaba dividida en:
La economía era predominantemente agraria. La mayor parte de la tierra estaba amortizada, es decir, no podía ser vendida ni comprada por una institución. El mayorazgo, por ejemplo, aseguraba que el primogénito de una familia noble heredara todo el lote de tierra y no pudiera desprenderse de él, lo que mantuvo la tierra inmóvil e inalterable en España durante siglos. De hecho, el 80% de la tierra cultivable estaba fuera del comercio.
La mayor parte del campesinado estaba compuesta por jornaleros o arrendatarios. La industria era tradicional, controlada por los gremios, que ejercían un monopolio en sus sectores e impedían el avance económico. El comercio interior era débil, mientras que el exterior se centraba en las colonias.
El absolutismo monárquico era un modelo de gobierno donde el rey era la fuente de todo poder, basado en el mandato divino. Este modelo nació en Francia. Los Austrias habían ejercido un poder absoluto en Castilla, pero no así en la Corona de Aragón, debido a sus instituciones regionales con gran autonomía.
Los Borbones, a través de los Decretos de Nueva Planta, implantaron estos valores de absolutismo monárquico, imponiendo un modelo centralista. Estos decretos anularon la soberanía de la Corona de Aragón, eliminando sus fueros e instituciones territoriales. Navarra y el País Vasco fueron la excepción, manteniendo sus fueros por haber apoyado al candidato borbón en la Guerra de Sucesión. Las Cortes de Aragón se integraron en las de Castilla, que a partir de entonces solo servían para jurar el cargo al heredero.
Para organizar el territorio, se crearon nuevas figuras administrativas:
La Ilustración fue un movimiento intelectual que nació en Francia y buscó sustituir el pensamiento mágico y religioso por otro basado en la razón y la lógica. Su objetivo era alcanzar la felicidad a través del progreso, la tecnología, la ciencia y, de manera imprescindible, la educación. Los ilustrados criticaban el absolutismo monárquico.
El Despotismo Ilustrado: una corriente donde los monarcas, influenciados por las ideas ilustradas, promovían grandes avances para el pueblo sin renunciar a su poder absoluto. Su lema era: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
En España, Carlos III destaca como el máximo exponente de esta corriente. Él había sido rey de Nápoles (territorio recuperado por España) y subió al trono español sucediendo a Fernando VI, quien murió sin descendencia. Carlos III llevó a cabo un intenso programa de reformas para modernizar el país, apoyado por un equipo de gobierno muy destacado en el ámbito de la Ilustración.
Encontró oposición debido a una crisis económica, al conservadurismo de parte del pueblo y al rechazo hacia la presencia de tantos extranjeros en el gobierno. Esta oposición culminó en el Motín de Esquilache (Esquilache era un ministro italiano percibido como arrogante por los madrileños). El motín obligó al rey Carlos III a destituir al ministro.
Algunas de las reformas más importantes incluyeron: