Portada » Filosofía » René Descartes: Pilares de su Pensamiento Racionalista
La evidencia se aplica solo a las verdades obtenidas mediante la luz natural y es la manera en que la verdad se manifiesta al espíritu en el momento en que este la comprende. Todo lo que es evidente es verdad, pero no todo lo que es verdad es evidente.
Descartes y Platón son dos filósofos que guardan una estrecha relación. Ambos son autores racionalistas, ya que sostienen que el conocimiento verdadero se alcanza mediante la razón y no a través de los sentidos. Sin embargo, es crucial destacar sus diferencias: para Platón, el conocimiento es recuerdo, vinculado a su versión del innatismo de las ideas, mientras que para Descartes, es razonamiento.
El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutas e indudables. Para ello, emplea la duda metódica, que consiste en dudar de todo lo que creemos y rechazar aquello de lo que se pueda dudar.
Descartes identifica tres motivos principales para la duda:
Los sentidos nos conectan con el mundo material y nos proporcionan un conocimiento que solemos aceptar como verdadero, pero Descartes argumenta que este conocimiento no siempre es absoluto.
A menudo, experimentamos sueños tan vívidos que solo al despertar nos damos cuenta de su irrealidad. Este motivo nos lleva a cuestionar la seguridad sobre la existencia de nuestro propio cuerpo y del mundo material.
Esta duda, más extrema y radical, nos lleva a cuestionar incluso el conocimiento proporcionado por la existencia de las cosas y del mundo, salvándose únicamente las matemáticas. La hipótesis del Genio Maligno es una duda provisional y metódica, una exigencia del método para alcanzar la verdad absoluta, y no una vía hacia el escepticismo, que es precisamente lo que Descartes busca refutar.
En conclusión, la capacidad de dudar de todo permite a Descartes adoptar una postura más crítica. A través de este proceso, logra encontrar verdades absolutamente ciertas, eliminando incluso la posibilidad de dudar de la propia duda.
Descartes realiza un balance de lo aprendido en el colegio de La Flèche y se muestra muy insatisfecho, a excepción de las matemáticas. El resto de las enseñanzas las considera confusas, falsas y sin ningún valor.
A través de las analogías con las que inicia la segunda parte, Descartes deja claro que la verdad no se obtiene acumulando ideas consideradas verdaderas, ni la antigüedad de estas ideas, ni la unanimidad de una opinión son garantía de verdad. Para Descartes, la única garantía de verdad es el método, y solo encuentra esta verdad en las matemáticas, a las que considera la única ciencia exacta. Las matemáticas demuestran su validez inspirándose en la lógica, el análisis matemático de los antiguos y el álgebra de los modernos. La idea de un método único es fundamental, ya que se convierte en el pilar central del sistema cartesiano.
En conclusión, Descartes defiende la idea de una ciencia unificada y universal, fundamentada precisamente en la unidad de la razón y en la unidad de un método de inspiración matemática.
En primer lugar, aparecen dos elementos importantes que son causas de error:
Ambas actitudes conducen al error, un error de la voluntad que decide precipitadamente aceptar como verdadero aquello de lo que aún no se tiene certeza absoluta.
En segundo lugar, aparecen la claridad y la distinción, ideas naturales simples. Se obtienen por medio de la intuición. La claridad es la presencia nítida de un conocimiento en la mente, y la distinción es el hecho de estar separado del resto, sin que nada que le pertenezca pueda confundirse con otra cosa.
Propone el análisis de los problemas hasta reducirlos a las ideas simples, claras y distintas, aprehensibles por la intuición.
La deducción es una cadena ordenada de evidencias que parte de las ideas claras y distintas para llegar al conocimiento de lo más complejo, manteniendo la misma claridad y distinción de los principios de los cuales se ha partido.
Mediante el recuento se realiza la prueba de análisis, y mediante las revisiones se realiza la de síntesis. El objetivo final de estas enumeraciones es extender la evidencia de la intuición a la deducción.
Descartes utiliza tres argumentos para demostrar la existencia de Dios:
Este argumento se divide en dos aspectos:
Este argumento defiende teorías similares al anterior, pero añade que Descartes posee en su mente una idea de perfección infinita. La causa de esta idea de perfección debe ser un ser tan perfecto como la idea misma, y ese ser solo puede ser Dios.
Este argumento sostiene que Dios debe existir tanto en el pensamiento como en la realidad.
En conclusión, una vez demostrada la existencia de Dios y su perfección, se puede rechazar la hipótesis del Genio Maligno engañador. El engaño es una muestra de imperfección, y este deseo no puede encontrarse en un ser perfecto como Dios.