Portada » Historia » Prensa y Política Informativa en la España Borbónica del Siglo XVIII
Durante el siglo XVIII, la superestructura tiene varias características esenciales:
En 1752 se nombra a Juan Curiel Juez de Imprentas. Es nombrado por Fernando VI. Crea un cuerpo de subdelegados dependientes de él y un reglamento de imprentas en el que detalla los pasos para crear un escrito y qué censura se puede aplicar. Asimismo, forma un cuerpo de censores remunerados en función de la tasa del libro, pero esto provoca una enemistad creciente con los impresores y libreros, ya que los censores eran retribuidos con el dinero que les correspondía a ellos. La política de Juan Curiel dura hasta 1769, pero los censores dejan de ser remunerados hacia 1763 por los problemas con los libreros e impresores.
La política de Carlos III (1759-1788) es una política exhaustiva orientada hacia la centralización y la culminación. Se emiten varias normas para fomentar la Ilustración.
Elimina la tasa de las publicaciones, poniéndolas así al servicio de la oferta y la demanda. Los libros de escolarización tendrán un precio estipulado de manera política.
Se confecciona la lista de publicaciones que serán protegidas por la ley de 1762 y se elimina la retribución a los censores.
Se propicia que la gente de valía escribiese en los periódicos, fomentando la educación, las artes y la literatura. Se les quitan las licencias a los pronósticos, romances de ciegos y coplas de ajusticiados; aunque solo se consiguen frenar, ya que continúan saliendo como manuscritos clandestinos.
Es una orden que nace debido a un conflicto con El Censor, que a iniciativa de Carlos III llega al culmen de la Ilustración, pero cuyas críticas no gustan a la Iglesia y a ciertas instituciones. El Censor era ilustrado, moralista, crítico, casi político y protegido por el rey. A pesar de ello, tuvo varios problemas con la censura y la Inquisición. Por estos motivos, Carlos III crea la primera Ley de Prensa. Era una ley que contemplaba:
Es una defensa al teatro.
En 1789 estalla la Revolución Francesa. Carlos IV, recién coronado rey en 1788, tiene que lidiar con los efectos de esta revolución ilustrada en España. Se creó un “cordón sanitario” de aislamiento contra Francia. Comenzaron a controlar las vías de penetración ideológica e intelectual. Floridablanca reactiva la Inquisición como elemento fiscalizador y censor para la manutención del orden público y el freno del pensamiento revolucionario. Redacta una nueva ley de prensa (1791) que prohíbe todas las publicaciones, excepto las publicaciones oficiales. Subsisten, por lo tanto, la Gaceta de Madrid, El Mercurio y el Diario de Madrid.
Algunas publicaciones en el siglo XVIII tenían listas de suscriptores (la primera que ofreció este servicio es la publicación de Nipho: Cajón de Sastre). Se produce un desarrollo potencial de lectores en ciudades marítimas, generalmente más progresistas. En Madrid, a su vez, residían la mayoría de los lectores, ya que se encontraban las profesiones liberales y el centro político de la época. Una muestra de este auge es que a lo largo del siglo XVIII casi el 75% de publicaciones aparecen en Madrid. Generalmente, los periódicos los leen personas con títulos nobiliarios, altos cargos y, sobre todo, el clero.
Los periódicos eran creados por Diaristas y Gaceteros. El término “periodista” aparece tardíamente, concretamente en el periódico El amigo del pueblo en 1763. Se impondrá a los demás vocablos. De los 67 periodistas catalogados que hay en el siglo XVIII, tan solo hay tres profesionales, y solo uno, Nifo, vivirá muy bien de este trabajo.
No hay prensa ilustrada en este periodo, solo información sobre las batallas, la situación bélica y propaganda puesta a la causa del archiduque Carlos. No había ningún control. Caos informativo. En 1713 comienza la monarquía borbónica. Se produce una restricción de la información. Lo único que funcionaba era la Gaceta de Madrid. La prensa sufre un parón, pero se van sentando las bases de la nueva España. En 1713 se va creando un pueblo español xenófobo. La primera publicación importante es El Duende Crítico (1735), de Manuel Freire da Silva (apoyaba a Don Carlos). Este hombre fue un agente portugués que se asentó en España. El diario durará solo cinco meses. Es un ejemplo de prensa política de oposición al poder. Estaba escrito en verso. Abre la oposición a la monarquía y, sobre todo, a Isabel de Farnesio y su política exterior. Ataca también a Patiño (el valido de Felipe V), al rey (por dejarse llevar), al cardenal Molina (la gran autoridad eclesiástica y confesor del rey). Había muchas luchas políticas dentro del seno de las congregaciones. En 1737 aparece la primera publicación de criterios ilustrados: Diario de los literatos de España.
Es la voz de la administración y del Estado. Tiene más medios que las demás publicaciones. Ha sido una publicación semanal, quincenal, trimestral y, finalmente, pasó a ser diaria. Tiene altas cifras de público, pero resultan infladas al distribuirse a funcionarios y altos cargos europeos.
Se asocia al poder tras su creación.
La Gaceta y El Mercurio son los dos únicos números en los que aparece discurso político, ya que no tienen que pasar censura previa (son controlados por el Gobierno).
Es el padre de los periodistas actuales. Considerado el único periodista genuino del siglo XVIII, es un verdadero profesional. Es fundador de varios periódicos. En primer lugar, crea Diario, que se convertirá en Diario Madrid y más tarde en Diario de Avisos. Es una publicación costumbrista que tiene por objetivo el retrato del mundo de la época. Tras Diario de Avisos, crea Cajón de Sastre, publicación que funcionaba a base de suscripciones. Nipho era un teórico que tenía pensamientos sobre el papel del periódico, el ámbito del escritor y sobre los temas que al público le interesaban más. Era un hombre ilustrado que tuvo choques con los ilustrados y, por lo tanto, no tenía acceso a los salones de tertulias que frecuentaban los demás ilustrados de la época.