Portada » Lengua y literatura » Panorama de la Literatura Española Medieval y del Siglo XV
La épica medieval tiene un carácter popular, a diferencia de la del Renacimiento y el Barroco, que es culta. Su principal manifestación son los cantares de gesta, relatos en verso que narran las hazañas de héroes nacionales. Según Menéndez Pidal, estos cantares nacen de los cantos que los pueblos bárbaros entonaban antes de las batallas para animarse y recordar hazañas pasadas. Por eso, los cantares de gesta tienen un carácter informativo y realista.
En cuanto a la métrica, no se organizan en estrofas. Los versos, de entre 10 y 20 sílabas, se agrupan en largas tiradas monorrimas (versos que riman todos igual).
Su estilo es oral y utiliza recursos propios del habla: epítetos (descripciones fijas del personaje), repeticiones (como el uso de “tanto” en enumeraciones), expresiones pleonásticas (“llorar de los ojos”), dualidades, vocativos y verbos en segunda persona del plural.
La obra más importante es el Poema de mio Cid, de mediados del siglo XII, que narra la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Tras ser desterrado por el rey Alfonso VI, el Cid conquista Valencia, se reconcilia con el rey y casa a sus hijas con los infantes de Navarra y Aragón. El tema principal es el proceso de recuperación del honor del héroe, que, gracias a su valentía, pasa de estar deshonrado a engrandecerse. Se destaca el realismo histórico y geográfico, la unidad en torno al tema central y el uso de un elemento humorístico que da maestría al relato.
El mester de clerecía fue un grupo de escritores cultos, principalmente clérigos, de los siglos XIII y XIV. Usaban una forma de escribir llamada cuaderna vía, compuesta por estrofas de cuatro versos monorrimos, con versos de 14 sílabas (alejandrinos) divididos en dos partes de 7 sílabas (hemistiquios) y con rima consonante. Esta métrica refleja su gusto por la regularidad y el orden.
Sus temas eran didácticos y morales, con el objetivo de enseñar valores y conocimientos. Adaptaban temas cultos del patrimonio europeo y también los popularizaban. Por eso, el estilo mezclaba lenguaje culto y elevado con expresiones populares, refranes y lenguaje familiar, para que todos pudieran entender los mensajes.
Gonzalo de Berceo fue el primer poeta en lengua castellana. Sus obras tienen un fuerte contenido religioso y mezcla temas clásicos, novelescos, épicos y nacionales. Su obra más destacada es Milagros de Nuestra Señora, centrada en la devoción a la Virgen.
El Arcipreste de Hita escribió El libro de buen amor, una obra compleja con un tono a veces satírico y jocoso. Habla del amor humano y del amor divino, y mezcla enseñanzas morales con relatos amorosos ficticios protagonizados por él mismo. En el libro hay cuentos, fábulas, lírica y alegorías, todo con un estilo variado. Aunque sigue usando la cuaderna vía, a veces cambia la métrica a versos de 16 sílabas (8+8), versos de arte menor e incluso formas como el zéjel. La obra tiene un sentido moralizador, como dice el autor en el prólogo, aunque algunos estudiosos también señalan su ambigüedad.
Los romances son composiciones breves épico-líricas que nacen de la fragmentación de los antiguos cantares de gesta. Aunque antes se creía que eran obra del pueblo, Menéndez Pidal opinaba que los primeros romances fueron creados por un solo autor, ya que los más antiguos son líricos, no épicos.
Los romances aparecen entre finales del siglo XV y la primera mitad del XVI, y más tarde los autores cultos los recopilan en cancioneros y romanceros. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, poetas como Cervantes, Góngora, Quevedo o Lope de Vega escriben nuevos romances, lo que se conoce como romancero nuevo.
En cuanto a la métrica, los romances conservan rasgos de los cantares de gesta. Se componen de una serie indefinida de versos octosílabos, con rima asonante en los pares y los impares quedan sueltos.
Su estilo se caracteriza por:
Durante el reinado de los Reyes Católicos surgió un teatro cortesano con dos formas: una religiosa y otra profana, que trataba temas amorosos, pastoriles y humanísticos. Dentro de esta última se encuentra La Celestina, publicada en Burgos en 1499, escrita por el judío converso Fernando de Rojas. Consta de 21 actos y es una obra extensa y compleja.
Hay discusión sobre su género. Muchos niegan su carácter teatral porque la acción avanza lentamente, en múltiples escenarios, y no fue pensada para ser representada. Por eso, muchos la consideran una novela dialogada. Sin embargo, otros la sitúan dentro de la comedia humanística, que se caracteriza por:
En cualquier caso, el diálogo es el núcleo de la obra, ya que a través de él la acción se desarrolla y los personajes adquieren vida y profundidad.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en 1547. Fue un gran narrador que experimentó con varios tipos de novelas: pastoril, bizantina y corta, aunque su mayor logro fue El Quijote, una parodia de las novelas de caballerías que terminó siendo una obra completamente nueva y revolucionaria.
El propósito inicial de Cervantes era “deleitar enseñando”, pero sobre todo, criticar los libros de caballerías, que consideraba absurdos. Lo deja claro al decir que su intención fue “poner en aborrecimiento de los hombres las disparatadas historias de los libros de caballerías”.
Además, El Quijote recoge elementos de la narrativa de su tiempo:
Pero también incluye elementos originales:
Los libros de caballerías eran novelas medievales con caballeros que vivían aventuras por amor a una dama. En la época de Cervantes, este género estaba en decadencia, y El Quijote surgió como respuesta a ello.
La novela no tiene un argumento único, sino que está formada por muchas aventuras que viven Don Quijote y su escudero Sancho Panza durante sus viajes. El camino, las ventas, los encuentros con arrieros, pícaros y estudiantes, llenan la obra de experiencias y reflexiones sobre la vida humana.
La obra más representativa de Jorge Manrique es la elegía Coplas a la muerte de su padre, un poema didáctico y moral donde, tras la muerte del maestre Rodrigo Manrique, el autor evoca su figura y reflexiona sobre la vida, la muerte y la fama.
Jorge Manrique trató tres grandes temas en su poesía:
En este contexto también se sitúa el género de la danza de la muerte, muy difundido por Europa, con tres características clave: