Portada » Filosofía » Marx y las Corrientes Filosóficas: Un Examen de su Pensamiento Crítico
El pensamiento filosófico de Karl Marx se erige como una confrontación directa al idealismo hegeliano, corriente que, incluyendo a los críticos de la llamada izquierda hegeliana, dominaba la esfera filosófica alemana de la primera mitad del siglo XIX. Las críticas de Marx a Hegel se centran en los siguientes puntos clave:
Marx se enfrenta a la concepción hegeliana de la realidad. Para Marx, la realidad es material, a diferencia de Hegel, para quien es espíritu. Marx considera la filosofía de Hegel como la declaración de los principios burgueses. Así, el derrumbamiento del sistema hegeliano venía a significar para Marx el derrumbamiento de la concepción cristiano-burguesa del mundo. Mientras que la historia es interpretada por Hegel como regida por el Espíritu, que es el sujeto de la historia, para Marx, la historia viene a ser «una acción imaginaria de sujetos imaginarios». Para Marx, el motor de la historia es la lucha de clases, que se mueve en el terreno material de la producción económica. Así, frente a una concepción idealista de la realidad y de la historia, Marx opondrá su visión materialista.
Para Hegel, al ser la historia regida por el Espíritu, el orden social y político de su tiempo era plenamente racional. La Razón y la Verdad coincidían con el orden político de su tiempo. Para Marx, sin embargo, la existencia del proletariado y de la explotación capitalista contradicen la realidad de la razón, puesto que la niegan en la práctica.
Para Marx, la filosofía no es solamente saber, sino también praxis, acción, frente a Hegel, para quien la filosofía era una reflexión especulativa que se limitaba a reproducir la realidad en el discurso.
Aunque al principio Marx se sintió cercano a Feuerbach (perteneciente a la izquierda hegeliana) y también él adoptó tesis materialistas y fue crítico con el hecho religioso, convertiría a este autor en el centro de las críticas desarrolladas en sus Tesis sobre Feuerbach y en La ideología alemana.
En sus Tesis, Marx escribe: «La falla fundamental del materialismo precedente reside en que solo capta la cosa, la realidad, lo sensible, bajo la forma del objeto o la contemplación, y no como actividad humana sensorial, como práctica… Feuerbach se refiere a objetos sensibles realmente distintos de los objetos conceptuales, pero no concibe la actividad humana misma como una actividad objetiva; solo considera como auténticamente humano el comportamiento teórico». Feuerbach había defendido una ontología materialista, pero Marx estaba convencido de que para cambiar la ideología tradicional y las instituciones existentes, no bastaba someterlas a crítica, a no ser que esta arrancara de un principio político y social, implicando la consecuente acción.
La filosofía alemana anterior significaba alienación, lo mismo que la religión, porque disocia al hombre de la realidad, convirtiéndolo en mero espectador de un proceso en el que él mismo tiene un papel muy importante. Marx también va a criticar a Feuerbach el hecho de que este conserve el sentimiento religioso como algo propio de la esencia del hombre, aunque Feuerbach había defendido que Dios es una invención en la que el ser humano proyecta sus cualidades positivas elevándolas a grado sumo.
Por último, Marx considera que el pretendido materialismo de Feuerbach es, a fin de cuentas, un idealismo, tanto por su proceder metódico abstractivo, que prescinde de la historia y de la interrelación social, como por la admisión de una esencia humana genérica de la que cada hombre individual es una expresión o realización particular.
El pensamiento marxista se sitúa en la órbita de los movimientos socialistas que surgen como visión crítica y contraria al orden social y económico del capitalismo decimonónico y, como ellos, está en contra de la explotación de los trabajadores; sin embargo, hay varias divergencias, de las cuales únicamente apuntaremos algunos elementos.
Con respecto a los socialistas utópicos (Saint-Simon, Fourier y Owen), Marx piensa que su posición es socialista, pero alejada de la realidad y utópica, pues no identifica dentro del sistema industrial las condiciones y elementos que permitirán emerger al proletariado de su explotación en el sistema capitalista y, por el contrario, se dedican a imaginar sociedades idílicas y utópicas inventadas por ellos, como los falansterios de Fourier.
Marx chocó también con los anarquistas, y la Primera Internacional expulsó a su máximo representante, Bakunin, quien, a diferencia de Marx, pensaba que la revolución vendría de los campesinos, no de los obreros. Además, consideraban que había que suprimir el Estado y toda fuente de autoridad. Para Marx, el Estado solo podría suprimirse una vez alcanzada la sociedad comunista, después de la dictadura del proletariado.
Marx será un crítico de la Economía Política Clásica, pues supone el soporte teórico del sistema capitalista que el autor analiza en sus obras. Esta disciplina tiene su origen en Adam Smith y David Ricardo, y su paradigma es la obra de Smith, La riqueza de las naciones. El núcleo de las ideas de estos primeros economistas lo constituyen la defensa del liberalismo político y la limitación de las acciones del Estado al mantenimiento de la justicia, la seguridad y el orden, dejando la economía en manos de la libre iniciativa privada (laissez faire). La economía debe estar sujeta a la libre concurrencia y el mercado, bajo la ley de la oferta y la demanda, debe regular la economía.
El texto objeto de comentario es el Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, obra en la que Marx, lo mismo que en El Capital (su escrito más importante), aborda la crítica de los presupuestos de la Economía Política, la sociedad capitalista y la propiedad privada de los medios de producción.