Portada » Lengua y literatura » Literatura Española del Siglo XVIII: Autores, Géneros y Movimientos Clave
El siglo XVIII en España, conocido como el Siglo de las Luces o la Ilustración, fue un periodo de profundas transformaciones culturales y literarias. La razón, la utilidad y el deleite se convirtieron en pilares fundamentales de la creación artística.
Los dos representantes más destacados del género de la fábula en el siglo XVIII español son Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte.
Félix María de Samaniego perteneció a la Sociedad Vascongada de Amigos del País. Es autor de composiciones satíricas y paródicas, pero debe su fama a sus fábulas. Sus modelos fueron Esopo y La Fontaine. Entre sus obras más conocidas destacan: La cigarra y la hormiga, La zorra y el busto y Los gatos escrupulosos.
Tomás de Iriarte fue miembro de la tertulia de la Fonda de San Sebastián. Sus fábulas literarias presentan una moraleja que, a diferencia de las de Samaniego, no está al servicio de la ética laica de la época, sino de su propia estética. Destacan: El burro flautista, La ardilla y el caballo y El mono y el titiritero.
En la primera mitad del siglo, la poesía presenta un estilo barroco que imita a Góngora y Quevedo. En esta tendencia, destacan autores como Álvarez de Toledo o Gerardo Lobo. En la segunda mitad, se impone la poesía neoclásica. Sus principios normativos estéticos están acuñados en la poética de Luzán: la poesía es imitación de la naturaleza con una doble finalidad: utilidad y deleite. Los intelectuales de reconocido prestigio en la época también escriben poesía y se agrupan en escuelas poéticas: la Salmantina y la Madrileña.
José Cadalso fue uno de los grandes intelectuales de su tiempo, conocedor de la cultura europea, participó en la renovación literaria acaecida durante el reinado de Carlos III. Cultivó todos los géneros literarios y publicó sus poemas bajo el título Ocios de mi juventud. Son interesantes sus sonetos sobre El poder del tiempo y Renunciando al amor.
Juan Meléndez Valdés es el poeta más destacado de la época. Son famosas sus anacreónticas en torno a la alegoría del amor, desarrolladas en parajes repletos de arroyos, frutas, bosques y elementos mitológicos. Entre sus títulos destacan A una fuente y Filis, ingrata Filis. Más tarde, por influencia de Jovellanos, abordará temas filosóficos de carácter moral y social.
Al final del siglo, los poetas inician una etapa más intimista y sentimental que anuncia el Romanticismo del siglo XIX; son los escritores de la llamada Escuela Sevillana. Destacan José Marchena, Alberto Lista, Nicasio Álvarez o José María Blanco White.
La prosa es una de las formas expresivas más cultivadas en la literatura del siglo XVIII. Aparece unida a la función didáctica de la época. En la primera parte del siglo, aparecen vidas de santos, sermones, libros históricos o narraciones de carácter popular con lenguaje barroco. El autor más destacado es Diego de Torres Villarroel (1694-1770). Entre sus obras destacan Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la corte, en la que utiliza una sátira mordaz e innumerables juegos conceptistas, y una novela autobiográfica emparentada con la picaresca: Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel.
Hacia la mitad del siglo se inicia el periodo plenamente neoclásico, donde destacan los géneros del ensayo y la crítica. El ensayo, con estructura libre y lenguaje moderno, divulga reflexiones sobre asuntos muy diversos: la decadencia del país, la educación, la situación social y cultural de las mujeres, la dignificación del trabajo, la religión y las costumbres. Se pueden distinguir dos tipos de ensayos:
Benito Jerónimo Feijoo, catedrático de la Universidad de Oviedo, luchó por la modernización de la mentalidad española. La experiencia, la observación y la crítica eran para él las bases del progreso humano. Sus obras más conocidas son: Teatro crítico universal, en la que pretende desterrar errores cometidos en todos los campos del saber, y Cartas eruditas y curiosas, donde expone problemas filosóficos, científicos y literarios basados en la razón. Defensor de la religión frente a las falsas supersticiones, atacó los errores cometidos en la enseñanza y promovió la física experimental.
Gaspar Melchor de Jovellanos estudió leyes y ocupó distintos cargos públicos hasta llegar a ser ministro de Justicia. Participó activamente en las reformas Ilustradas en la política y se convirtió en consejero y amigo de escritores e intelectuales de la época. Tras su muerte, las Cortes de Cádiz le nombraron Benemérito de la Patria. Escribió numerosas obras ensayísticas dedicadas a elevar la educación y cultura del país, a mejorar los espectáculos y a promover el renacimiento de los valores intelectuales de la patria. Sus títulos más destacados son: Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos e Informe sobre el expediente de la Ley Agraria.
La crítica fue muy utilizada en la época para satirizar vicios y costumbres. Uno de los máximos representantes fue José Cadalso, quien escribe una de las obras más importantes de este género: Cartas marruecas. Mediante el género epistolar, y a través del punto de vista de tres personajes (un español y dos árabes), Cadalso revisa los temas más preocupantes de la sociedad española del momento: la falsa erudición, la historia del Imperio español y la libertad de las mujeres. Cadalso fue un claro antecedente de Mariano José de Larra.