Portada » Historia » La Transición Democrática Española: De Franco a la Constitución de 1978
En el gobierno estaba Arias Navarro, pero este gobierno se vio superado por la movilización general de la sociedad, que clamaba por la libertad. Forzado por esta situación, el gobierno firmó un indulto en noviembre de 1975 para los presos políticos sin crímenes de sangre. Sin embargo, la sociedad reclamaba una amnistía general.
Algunos ejemplos de la conflictividad fueron:
Los pilares del régimen se resquebrajaban:
En 1973 estalló la crisis del petróleo a nivel mundial, debido al conflicto árabe-israelí. Esta crisis provocó una subida drástica del precio del petróleo, lo que a su vez generó un aumento del paro, de los precios y una bajada de la producción.
En España, esta crisis fue especialmente dura debido a un fuerte desequilibrio regional y a un proteccionismo que había generado poca competitividad. El país era dependiente tecnológica y energéticamente, necesitando grandes cantidades de petróleo.
El 22 de noviembre de 1975 fue proclamado rey. Juan Carlos I iba a tener un papel crucial en la transición a la democracia. Se encontraba en una situación delicada: por un lado, el búnker (sectores inmovilistas que controlaban las instituciones) y, por otro, la sociedad y los empresarios. Por ello, tuvo que actuar con cautela. Su principal papel fue facilitar el entendimiento entre la izquierda y la derecha democrática.
Juan Carlos I mantuvo a Arias Navarro y nombró presidente de las Cortes a Torcuato Fernández Miranda. Arias Navarro formó un gobierno heterogéneo e intentó un tímido aperturismo. En junio de 1976, se intentó aprobar una Ley de Asociaciones. Las Cortes la aceptaron, pero no se modificó el Código Penal, por lo que no se lograron los objetivos deseados. De nuevo, Arias Navarro se enfrentó a huelgas, manifestaciones, terrorismo y represión. Además, la oposición se organizó en la Platajunta (suma de la Plataforma de Convergencia Democrática y de la Junta Democrática, que incluía al PSOE y al PCE). Ante esta situación y el fracaso de su reforma política, Arias Navarro dimitió en junio de 1976.
Juan Carlos I nombró a Adolfo Suárez presidente del Gobierno. Inicialmente, fue rechazado por la oposición y por los aperturistas, ya que había sido ministro en gobiernos de Arias y un burócrata falangista. Se enfrentó a un triple desafío:
Tomó y llevó a cabo una serie de decisiones clave:
Esta ley supuso el final del régimen desde la propia legalidad franquista. En noviembre de 1976, fue aprobada en las Cortes. En diciembre, se sometió a referéndum, obteniendo un 94% de votos a favor. En enero de 1977, entró en vigor. Esta ley estipulaba unas Cortes bicamerales elegidas por sufragio universal y la elaboración de una Constitución. Además, en febrero se legalizaron todos los partidos políticos, excepto el PCE, que lo hizo en abril. También se concretó el sistema electoral en listas cerradas, siguiendo la Ley D’Hondt. Mientras tanto, el terrorismo continuaba, con grupos como ETA, GRAPO y la extrema derecha.
Ganó la UCD con mayoría simple, y las opciones extremas apenas tuvieron peso. También se constató que la Ley D’Hondt favorecería a las opciones mayoritarias y a la concentración de voto en circunscripciones.
Suárez gobernó en minoría, con solo un militar en su gabinete, Gutiérrez Mellado. Fue crucial recuperar el espíritu de los Pactos de la Moncloa. Estos consistieron en que Suárez convocó a los partidos políticos, sindicatos y patronales con el objetivo de consensuar un plan de saneamiento y reforma.
Las nuevas Cortes, de carácter constituyente, formaron una comisión que designó una ponencia de siete parlamentarios (tres de UCD, uno del PCE, uno de AP y uno del PDC). Fue una Constitución de consenso, ya que se intentó evitar que fuera partidista, buscando que fuera aceptable por todos, lo que explica su ambigüedad en algunos aspectos. Se aprobó en el Pleno del Parlamento, se sometió a referéndum el 6 de diciembre de 1978 y entró en vigor 23 días después.