Portada » Filosofía » La Filosofía en la Polis: Sofistas, Sócrates y el Giro Antropológico en Atenas
Hasta el siglo VI a. C., Grecia había sido gobernada por sistemas políticos monárquicos de mayor o menor autoridad, incluyendo tiranías. No será hasta el año 504 a. C. que se instaure la democracia en Atenas, la cual además encabezó la Liga de Delos, uniendo a las diferentes ciudades-estado griegas contra los persas en las Guerras Médicas.
Bajo el mando de Pericles, tras la dura guerra contra los persas, el Ágora y la Acrópolis fueron reconstruidos. Atenas atrajo a sabios y filósofos como Anaxágoras y vio nacer a otros como Sócrates y Platón. Este periodo se conoce como la Ilustración Ateniense.
La investigación filosófica, que hasta entonces se había centrado en los problemas cosmológicos de los presocráticos, se desplazó hacia los nuevos asuntos de la polis. Este enfoque se denomina el Giro Antropológico.
Con la llegada de la democracia fue necesaria una nueva educación, ya que tradicionalmente la enseñanza en Grecia había sido muy elemental y ya no respondía a las necesidades de la polis. Ahora los ciudadanos demandaban aprender a defenderse ante un tribunal o a debatir en la asamblea para influir en la política.
En este contexto aparecen los sofistas, cuyo objetivo era convertir a sus alumnos en ciudadanos exitosos mediante el poder de la palabra, utilizando la retórica y la oratoria, a cambio de una remuneración. Se llamaban a sí mismos «maestros de la virtud» y eran polímatas; poseían un saber cosmopolita y humanista, fruto de su experiencia en sus viajes entre las diferentes ciudades griegas. Entre ellos destacaron figuras que llegaban de otras regiones, como Protágoras y Gorgias.
Protágoras fue uno de los hombres más ricos de Grecia y creó, por encargo de su amigo Pericles, la primera constitución para la nueva ciudad. Consideraba su arte retórico una «medicina para la ciudad» y su método se basaba en demostrar a la vez lo que se defiende y lo contrario.
Se hizo famoso por su relativismo, llegando a afirmar que: «El hombre es la medida de todas las cosas», haciendo hincapié en el subjetivismo propio de esta visión.
Gorgias fue discípulo de Empédocles. Será conocido por su formulación del escepticismo radical, negando cualquier verdad universal. Fue extremadamente hábil en el uso de la palabra, la cual consideraba «un monstruo con mil poderes».
Los sofistas coincidían en los siguientes puntos:
Durante el último tercio del siglo V a. C., Atenas entró en guerra con Esparta en la Guerra del Peloponeso por la hegemonía griega. Tras su derrota, Atenas sufrió el gobierno de los Treinta Tiranos, un régimen impuesto por Esparta.
Una vez superado este periodo, se instauró la nueva democracia ateniense, pero sin el esplendor de la época clásica; ahora abundaban los demagogos (políticos que buscaban intereses particulares y no el bien común). En este contexto, vivió Sócrates, uno de los autores más influyentes de la historia de la filosofía occidental. A pesar de que no escribió nada, lo conocemos gracias a los diálogos de su discípulo Platón.
Sócrates sería llevado a juicio, injustamente acusado de «corromper a los jóvenes y de impiedad». A pesar de su injusta condena, asumió su destino estoicamente, mostrando respeto por la ley aun en su injusticia.
Su máxima preocupación era la educación de los jóvenes y, al contrario que los sofistas, se negó a cobrar por sus clases. Entablaba conversación con cualquiera y utilizaba el diálogo como medio para obtener la verdad, siguiendo el mandato del Oráculo de Delfos: «Conócete a ti mismo». Esto se opone directamente al relativismo y convencionalismo sofista.
El método socrático para alcanzar el conocimiento y, en último lugar, la verdad, era el diálogo. Con él, ayudaba a su interlocutor a destruir sus prejuicios y a buscar la verdad en su interior mediante la razón. Este diálogo consta de dos momentos principales:
Consiste en reconocer la propia ignorancia, como muestra su famosa frase: «Solo sé que no sé nada». Hacía preguntas a su interlocutor para que dudara de lo que creía saber, llevándolo a admitir su falta de conocimiento y a prepararse para conocer.
Consiste en el alumbramiento de la verdad interior con la ayuda de las preguntas de Sócrates. El objetivo final es descubrir lo que las cosas son (las definiciones) a partir de casos particulares y encontrar lo que tienen en común.
El Intelectualismo Moral de Sócrates sostiene que el conocimiento es la base de la virtud. Para él, nadie hace el mal voluntariamente, sino por ignorancia. Si alguien sabe qué es el bien, actuará correctamente, ya que el conocimiento lleva necesariamente a la virtud. Sócrates defendería esta idea en el Consejo que le condenó.