Portada » Magisterio » La Evolución del Concepto de Currículo en la Educación: Desde sus Orígenes hasta la Disciplina Pedagógica
Etimológicamente, la palabra currículum proviene del término de origen latino currere, que en español significa ‘carrera, caminata, jornada’ o ‘recorrer un camino’; es decir, el direccionamiento del camino con la finalidad de lograr una meta. Según el sufijo -ulum, corresponde al diminutivo de curris (‘correr’ o ‘carrera’) y de cursus (‘curso’ o ‘cursillo’). Desde el diminutivo curris, se lo puede relacionar con el camino por donde se corre en una dirección y hacia una meta. Por lo que, desde esta acepción etimológica, el currículum en el campo educativo es considerado como la trayectoria que realiza el estudiante en la escuela para lograr su formación; es decir, el recorrido que hace el aprendiz desde que inicia sus estudios en la educación inicial hasta la educación superior, o el nivel escolar que transcurra, adquiriendo una serie de aprendizajes.
Desde el diminutivo cursus, el currículum se lo puede asociar con cursus honorum, que correspondía a las continuas responsabilidades, honores y premios que tenía un ciudadano de la antigua Roma. Por lo que, en esta misma línea, puede ser asociado con la definición de currículum vitae, lo que actualmente es la hoja de vida que constituye la presentación de una persona, en la que se da cuenta de su formación académica y profesional.
A pesar de la sencillez y, a su vez, primigenia versión del currículo, estas acepciones resultan muy limitantes, partiendo del hecho de que, desde inicios de la civilización, la educación y la pedagogía, ya existían los primeros indicios de currículo, a pesar de no tener tal denominación. Sin embargo, hoy en día lo podemos denominar como currículo informal, ya que se basaban en aprendizajes verbales y prácticos, logrados con fines de supervivencia. Con el aparecimiento de la escritura, los conocimientos debían ser seleccionados para ser transmitidos de generación en generación, como fue el caso de la formación de gladiadores, que requería del desarrollo de ciertas destrezas. Para ello, la educación en este contexto debía desarrollarlas con la práctica de actividades físicas destinadas a dicho efecto, y este conjunto de prácticas físicas constituía el currículo oficial de esa época.
Luna y López (2011a) manifiestan que los primeros modelos de currículo formal los podemos encontrar en las culturas egipcias, donde se desarrollaron la escritura, el arte y la literatura, así como en la cultura romana, en la que se organizaron los niveles de formación en elemental, medio y superior. Asimismo, en la cultura griega, encontramos vestigios curriculares en los aportes de sistemas pedagógicos que constituirían los referentes estructurales del conocimiento de esa época, expresados en los legados de sus grandes pensadores, en sus propuestas filosóficas con trascendencia educativa, como Homero (La Odisea y La Ilíada), Sócrates (la mayéutica) y Pitágoras (educación de la conciencia), entre otros.
En Europa, en el Medievo, el currículum se expresa en la organización del conocimiento integrado por el trívium (tres caminos o cursos), conformado por el estudio de la Gramática, la Retórica y la Dialéctica; y el cuadrivium (cuatro), integrado por la Astronomía, la Geometría, la Aritmética y la Música. Estas siete artes constituyeron una primera ordenación del conocimiento que perduró durante siglos en las universidades europeas (Gimeno, 2010), y que se impartía a ciertos sectores elitistas. Según Cases (2011), ‘la tendencia en esta época era educar a la élite de la población; los demás debían adquirir un oficio’ (p. 3).
Es a partir del siglo XVI, con la aparición de las universidades y, sobre todo, en aquellas cuya organización de la enseñanza y el aprendizaje se realizó conforme a los aportes del movimiento calvinista, cuando aparece explícitamente el término currículo, acuñado en la Edad Media por las instituciones de educación superior para organizar los cursos de estudio. Como se puede observar, desde sus inicios, el currículum surge como un aspecto educativo cuyo objetivo es la organización secuenciada de la escolaridad, con énfasis en el orden y la selección de lo que se requiere enseñar. En esta línea de regularización de la enseñanza, encontramos también otros términos gestados en la Edad Media, como ‘clase’ (grupo) y ‘grado’, relacionados con el currículo.
La ‘clase’ constituía la clasificación de los alumnos en grupos divididos por categorías, dando lugar a una organización de la práctica de enseñanza sustentada en especializaciones, clasificaciones y subdivisiones en las instituciones educativas (Hamilton, 1993b). En tanto que el ‘grado’ correspondía a la organización de los alumnos por la edad, para estructurar su transición en los distintos cursos de escolaridad, lo que implicó la gradación de contenidos en función de criterios de complejidad. La utilización del término currículo tenía la intencionalidad de incorporar un orden intermedio basado en el establecimiento de unidades de tiempo menores dentro de la escolaridad total: el curso escolar, que cada estudiante debía completar progresivamente. Estos eran periodos más amplios que las ‘clases’, que eran unidades de tiempo y contenido más cortos (Gimeno, 2010).
El movimiento renacentista permitió la ampliación de la cobertura de la educación, logrando democratizar el conocimiento (Luna y López, 2011b). En este contexto, durante los siglos XVII y XVIII, el término currículo, a nivel universitario, fue considerado como el conjunto de materias que se enseñan en el curso de una carrera, significado aplicado también en la estructuración de los inicios de la escolaridad. Tanto en Europa como en América, sobre todo en los países de habla inglesa (Inglaterra, Estados Unidos), han guardado en su tradición escolar el término currículum para designar el conjunto de materias integrantes de los cursos de estudio que componen un nivel educativo (Luna y López, 2011c).
En el siglo XIX, el término currículo también fue utilizado en Europa para denominar los cursos de estudio, a partir de los primeros intentos de Johann Herbart de sistematizar la educación. Este siglo se constituye en la antesala conceptual en la que se gestaron cambios para que, posteriormente, el currículo se conformara como un campo disciplinar que requería un estudio a profundidad.
A partir de esta época, la génesis del antiguo término currículo ha evolucionado hacia una multiplicidad de definiciones, lo que permite asumirlo no simplemente desde su significado, sino desde su significancia; es decir, desde el efecto que este tiene en los procesos educativos y como herramienta técnica impulsora y coherente con las distintas reformas que requiere la dinámica educativa. Esta significancia podrá evidenciarse en la progresión semántica, pedagógica, educativa y social, desde las primitivas ideas y usos implícitos del término currículo en la Antigüedad, el Medievo y la Modernidad, hacia conceptos diversos y más estructurados que constituyen el punto de partida para el abordaje del currículo como disciplina científica. Asimismo, el uso explícito del término currículo en obras de literatura pedagógica, como la de Franklin Bobbit (Lafrancesco, 2003), dio inicio a una etapa en la que el currículo asume una vital importancia en los contextos educativos, sociales y culturales.
La disciplina del currículo surgió a principios del siglo XX, instalándose y desarrollándose con énfasis en Norteamérica, como resultado de nuevos aspectos en la dinámica social que tuvieron su impacto en la dinámica educativa. Por ejemplo, el auge de la sociedad industrializada, que buscaba que desde la educación se generaran procesos eficientistas y tecnocráticos coherentes con los requerimientos económicos, políticos y sociales de estos contextos; el establecimiento de la legislación educativa para regular el sistema educativo, como señala Luzuriaga (1964, p. 7): ‘…las leyes transformaron la estructura de la enseñanza…’ y el desarrollo de la psicología experimental, entre otros.
Los historiadores del currículum sitúan el nacimiento del currículo como área específica de teorización e investigación en 1918, con la publicación del libro The Curriculum de Franklin Bobbit, ingeniero y profesor de la Universidad de Wisconsin en Estados Unidos (Sanz, 2004), quien es el primer teórico que escribe sobre este tema. Como otros antecedentes de la disciplina curricular, es significativo también rescatar el aporte a este campo que, en esta misma línea positivista, hacen las propuestas pedagógicas de Ovide Decroly (1910), en la que se asume el currículo unido a la experiencia, y la de John Dewey (1944) con una posición instrumentalista y pragmatista del currículo (‘aprender haciendo’). El desarrollo teórico del currículo como objeto de estudio tuvo su auge en los años cincuenta, sin lograr acuerdos conceptuales hasta el presente siglo. El currículo se ha analizado desde diversos y cambiantes criterios de referencia, situación que ha generado una multiplicidad de definiciones que explicitan, a su vez, diversidad de conceptos, enfoques y teorías.