Portada » Historia » Historia de España: De la Revolución Gloriosa a la Primera República
Desde 1860, una crisis político-económica provocó la inestabilidad del gobierno auspiciado por Isabel II. Hubo una crisis financiera al desplomarse el valor de las acciones ferroviarias en Bolsa y caer las cotizaciones de Deuda Pública.
Por otra parte, la Guerra de Secesión estadounidense interrumpió la exportación de algodón, provocando una crisis industrial que provocó el cierre de fábricas y, como consecuencia, aumentar el desempleo.
Asimismo, las malas cosechas desde 1866 llevaron a una crisis de subsistencia, con gran escasez de trigo.
Ese mismo año, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende (Bélgica) para destronar a Isabel. Los unionistas se unieron a la causa revolucionaria tras la muerte de O’Donnell en 1867.
El 19 de septiembre de 1868, el almirante Topete se subleva en Cádiz al grito de “Viva España con honra”, contagiando a otras ciudades en las que se formaron Juntas Revolucionarias con poder efectivo. Las escasas tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en la Batalla de Alcolea e Isabel se exilió.
El movimiento popular, dirigido por los firmantes de Ostende, transforma el golpe militar en una revolución. Prim y Serrano forman un Gobierno Provisional que disuelve las Juntas y desarma a la Milicia Nacional, frustrando las aspiraciones de republicanos, demócratas y masas populares.
Hubo elecciones a Cortes Constituyentes, las primeras por sufragio universal, obteniendo el triunfo la coalición gubernamental (progresistas y unionistas): Serrano es confirmado como regente y Prim como jefe de Gobierno.
Inspirada en las progresistas de 1812 y 1837, establecía:
El Estado sería confesional pero se contemplaba la libertad individual de culto.
Este texto constitucional consolidó los principios liberales que defendían los partidos que impulsaron la revolución, aunque frustraba las aspiraciones de republicanos (contrarios a la monarquía), campesinos y extremistas (anticlericales). El fracaso de las insurrecciones republicanas de 1869 llevó a una mayor radicalización, introduciéndose en España las ideas internacionalistas, que proclamaban una nueva etapa en la organización de los trabajadores.
Una vez sancionada la Constitución, había que encontrar un nuevo rey. Prim buscó el consenso internacional y se decantó por Amadeo de Saboya, elegido rey por las Cortes en noviembre de 1870. Llegó a España el 30 de diciembre, tres días después del asesinato de Prim, quedándose sin su principal valedor.
El 2 de enero de 1871, Amadeo es proclamado rey en Madrid con el apoyo del grupo constitucional, liderado por Sagasta y formado por unionistas y progresistas moderados; y el grupo radical de Ruiz Zorrilla, formado por progresistas y demócratas partidarios de mayores reformas.
Amadeo I se encontró con la animadversión de los moderados, apoyados por la Iglesia y que organizaron el partido alfonsino, abogando por la restauración borbónica en la persona del príncipe Alfonso.
Los republicanos y los sectores populares pedían cambios mediante levantamientos y protestas; y los carlistas retomaron la lucha armada, aunque existía una facción que fue una fuerza política conservadora.
En 1868 estalló en Cuba la Guerra de los Diez Años y en 1872 hubo insurrecciones federalistas (combinación de republicanismo y anarquismo) que se reprimieron con rapidez.
Al año siguiente comenzó la Tercera Guerra Carlista (1873-1876), que no fue un peligro real, pero sí un foco de problemas constante.
El rey se quedó solo por la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas) y renunció al trono el 10 de febrero de 1873. En dos años hubo seis gobiernos diferentes, una inestabilidad total.
Tuvo dos formas (federal y unitaria) y fue la única alternativa a la crisis de la monarquía democrática. Nació en un contexto hostil (crisis de la Hacienda pública, predominio de tendencias monárquicas en el ejército, guerras…) y contó con cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
Figueras intentó construir una república federal aunque encontró la división interna en el Partido Republicano:
Pi y Margall se enfrentó al recrudecimiento de la guerra carlista y a la insurrección cantonal:
El cantonalismo evidenció la debilidad de la República. Tras la breve presidencia de Salmerón, Castelar actuó con firmeza: aplicó penas de muerte, llamó al ejército para imponer el orden y suprimió el principio federal.
Castelar viró hacia la derecha y los generales victoriosos en la campaña cantonalista (Pavía y Martínez Campos) arbitraron la situación. En enero de 1874, un golpe de Estado del general Pavía obligó a dimitir a Castelar.
Comenzó la “República del 74”, presidida por el general Serrano de forma dictatorial. El 29 de diciembre de 1874, Martínez Campos dio un golpe de Estado en Sagunto, proclamando rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II.