Portada » Filosofía » Fundamentos Filosóficos: Pensamiento de Platón, Aristóteles y Tomás de Aquino
Tomás de Aquino considera la teología como la ciencia más elevada, ya que trata sobre Dios, causa primera y fundamento de todo lo existente. En particular, desarrolla lo que se conoce como teología natural, es decir, el estudio racional de Dios. Aunque parte de su fe cristiana, Tomás sostiene que la razón humana puede llegar también a la existencia de Dios por medios filosóficos.
En la Suma Teológica, se plantean dos grandes preguntas fundamentales:
En cuanto a la existencia de Dios, Tomás afirma que esta no es evidente por sí misma para nosotros, ya que no tenemos una idea innata de lo divino. Por tanto, es necesario demostrarla, y es posible hacerlo a partir del análisis racional de la experiencia. Para ello, utiliza un tipo de demostración llamada quia, que parte de los efectos visibles en el mundo para llegar a la causa que los origina. Esta causa primera es Dios.
La demostración de la existencia de Dios se concreta en lo que se conoce como las cinco vías tomistas, cinco argumentos racionales a posteriori, basados en hechos observables del mundo y en el principio de causalidad. Todas las vías siguen una misma estructura:
Las cinco vías son:
Estas vías muestran que la razón puede llegar a la existencia de Dios sin necesidad de la fe. Para Tomás, la fe y la razón no se contradicen, sino que se complementan. La fe aporta certezas que la razón puede confirmar; y la razón, a su vez, puede reforzar racionalmente lo que se cree por fe. Así, Tomás construye un pensamiento en el que filosofía y teología se integran armónicamente.
Aristóteles sostiene que el fin último del ser humano es la felicidad (eudaimonía), entendida como la actividad del alma de acuerdo con la virtud. No es un estado pasivo, sino una actividad constante que se desea por sí misma. Aunque necesita ciertos bienes materiales, solo se realiza plenamente en la pólis, ya que solo en la vida social puede el ser humano desarrollar su razón y alcanzar la felicidad más alta.
Aristóteles distingue tres formas de vida:
Para alcanzar la felicidad, es necesaria la virtud, que no se adquiere solo con conocimiento, sino con el hábito de actuar bien.
La amistad es clave en la vida ética: une muchas virtudes y supera incluso la justicia, ya que se basa en el afecto y el desinterés. En resumen, la ética de Aristóteles es eudemonista: busca la felicidad a través del desarrollo de las virtudes, en una vida racional y social.
Para Aristóteles, el ser humano es por naturaleza un animal político (zôon politikón), ya que solo en la pólis (ciudad-estado) puede alcanzar su plenitud racional, la virtud y, por tanto, la felicidad. Por ello, la Ética se subordina a la Política: el bien del individuo es importante, pero el bien común es superior.
La palabra (lógos) distingue al hombre de los animales y le permite dialogar sobre lo justo e injusto, lo bueno y lo malo, lo que da origen a la vida en común y a las instituciones políticas. La ciudad (pólis) es el espacio donde se ejercita la razón, se cultiva la virtud y se puede vivir bien, más allá de la mera supervivencia.
Históricamente, la sociabilidad humana pasa por tres etapas:
La justicia es la virtud política que introduce orden en la ciudad y nace del diálogo entre ciudadanos. La pólis, sin embargo, no es solo leyes o territorio, sino una comunidad moral orientada a la vida buena.
No todos participan de la felicidad: Aristóteles excluye a mujeres y esclavos, a quienes considera subordinados por naturaleza. A diferencia de Platón, defiende la familia y la propiedad privada como instituciones naturales y necesarias.
Respecto a las formas de gobierno, distingue tres correctas y sus corrupciones:
La mejor pólis es aquella en la que predomina la clase media y se equilibra el poder, buscando siempre el bien común. En resumen, Aristóteles propone una política realista y moderada, basada en la naturaleza humana, la razón y la virtud, donde el objetivo final es vivir bien en comunidad.
Platón defiende un dualismo antropológico, donde el ser humano está compuesto por dos realidades distintas: el cuerpo material, sensible y perecedero, y el alma, inmaterial, racional e inmortal. El alma es el principio vital del cuerpo y el lugar donde se origina el conocimiento, entendido como el deseo de volver a las Ideas. Para Platón, el ser humano es principalmente su alma.
El alma originalmente vive en el Mundo de las Ideas, pero por un accidente «cae» y se encierra en el cuerpo. El único modo de regresar a su origen es a través del conocimiento. Platón sostiene la doctrina de la metempsicosis, según la cual el alma es inmortal y pasa por ciclos de reencarnaciones. Sin embargo, si el alma se purifica mediante el conocimiento y la educación, puede evitar estos ciclos y quedarse eternamente en el Mundo de las Ideas.
Platón también explica que el alma tiene tres partes:
La educación (paideia), tanto intelectual como física, busca purificar el alma y lograr la justicia, que es la armonía interna del alma, donde la razón gobierna sobre las otras dos partes, alcanzando así la virtud tanto a nivel individual como social.
Platón propone que existen dos tipos de realidades: las entidades universales e inmutables que conocemos con la razón, llamadas Ideas, y las cosas particulares que percibimos con los sentidos. Las Ideas son esencias universales y permanentes (como ‘rosa’, ‘hombre’, ‘caballo’) que no se ven en el mundo sensible, ya que son inmateriales, mientras que los objetos concretos son copias imperfectas de estas Ideas.
Las Ideas existen en el «mundo inteligible» o cósmos noetós, donde son eternas e inmutables. El mundo sensible, que conocemos a través de los sentidos, es solo una copia imperfecta de las Ideas, creadas por un ser divino llamado Demiurgo. Este ser forma la materia con las Ideas como modelo, generando el mundo físico. Platón sostiene un dualismo ontológico, donde la verdadera realidad está en las Ideas, mientras que el mundo sensible es solo una apariencia.
Platón distingue entre conocimiento sensible y conocimiento inteligible. El conocimiento sensible, basado en los sentidos, solo llega a ser opinión (dóxa), mientras que el conocimiento inteligible, basado en la razón, es verdadero conocimiento (epistéme).
En su Símil de la Línea, Platón describe los grados del conocimiento:
La Dialéctica es el proceso mediante el cual el alma asciende al conocimiento de las Ideas, pasando por un camino educativo que empieza en el arte y la física, sigue con las matemáticas, y culmina en la dialéctica, que busca la verdad más profunda. Según Platón, conocer las Ideas es un proceso de anámnesis o reminiscencia, en el cual el alma recuerda lo que ya conocía antes de nacer. El método dialéctico ayuda a recuperar ese conocimiento mediante el diálogo, que permite alcanzar la intuición intelectual (nóesis) de las Ideas y, en última instancia, del Bien, que es la causa última de toda realidad.
Platón, por tanto, ve el conocimiento como un proceso de recordar lo que el alma ya sabe, y la educación como el medio para que el alma logre esa reminiscencia y conozca la verdadera realidad.