Portada » Filosofía » Fundamentos de la Filosofía Cartesiana: Duda, Existencia y Conocimiento
Si la sustancia corpórea, la res extensa, funciona como una máquina, independientemente del espíritu (res cogitans) y de Dios, este último no tiene otro remedio que ser como un ‘relojero’ que pone en marcha y mantiene en funcionamiento todo el universo. Así, el universo funciona como un gran reloj, y Dios podría ser considerado el gran relojero del universo.
Descartes deduce la existencia de la res extensa (la tercera sustancia) porque Dios es veraz y no puede engañarnos. Dado que percibimos la existencia del mundo, Descartes prueba la existencia del mundo a partir de la existencia de Dios. La veracidad divina nos asegura que no nos equivocamos al considerar verdaderas las proporciones que percibimos con claridad, al constatar que el mundo extenso existe y que las cosas físicas poseen extensión.
El argumento ontológico busca deducir la realidad de un concepto a partir de su propia definición. Si un ser no posee la perfección de la existencia, entonces no sería perfecto, lo que generaría una incongruencia. Descartes afirma la existencia de la res extensa (el mundo) basándose en que Dios no puede engañarnos, ya que percibimos la existencia del mundo. Esto nos asegura que nuestras percepciones de las proporciones no nos engañan, que las cosas materiales existen y que el mundo posee extensión. Así, Descartes se apoya en la existencia de Dios para probar la existencia del mundo.
La prueba más importante sobre la existencia de Dios propuesta por San Anselmo se expone en su obra Proslogion. Esta ha sido objeto de aceptación y rechazo por numerosos pensadores (Gaunilo la atacó, Santo Tomás de Aquino la rechazó, Duns Escoto la aceptó, entre otros). El argumento ontológico es un tema central de la filosofía, ya que no se limita a una simple argumentación lógica, sino que implica la metafísica en su totalidad.
Descartes postula que la idea de una filosofía única y verdadera debe constituir un saber universalmente válido en el ámbito teórico y ser rectora de la conducta humana en el ámbito práctico.
Descartes duda de:
La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño permite dudar de la existencia de las cosas y del mundo, pero no parece afectar a ciertas verdades, como las matemáticas. Por ello, Descartes añade el motivo de duda más radical: la posible existencia de un genio maligno que se empeña en inducirle al error.
Descartes emplea la duda como un método para evitar errores en su razonamiento, partiendo de ella para alcanzar algo indudable, incluso a través de la duda hiperbólica, que cuestiona lo que parece indudable. La duda cartesiana se clasifica en:
Por lo tanto, su trabajo se centra en la duda teórica, que le lleva a cuestionar los sentidos, el conocimiento racional, el mundo exterior y todo lo que se ofrece al pensamiento, así como la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño, lo que le permite dudar de la existencia de las cosas y del mundo.
El método cartesiano se concibe como la ‘piedra filosofal’ que pondrá fin a la pluralidad de filosofías. Los dos modos fundamentales de conocimiento son:
Según Descartes, estos son los dos únicos modos de conocer que posee el entendimiento. Las Reglas para la dirección del espíritu garantizarán su correcto uso.
En el cogito (‘pienso, luego existo’), Descartes expresa que su pensamiento es su propia existencia, una verdad absolutamente cierta a partir de la cual establece nuevas certezas. Descartes supera la duda al aplicar las reglas de su método, encontrando en el cogito la solución a su escepticismo. En él, Descartes halla su primer principio: la idea clara y distinta, que se erige como el fundamento de certeza para cualquier otra verdad.
El cogito se compone de dos elementos interconectados: