Portada » Filosofía » Fundamentos de la Epistemología: El Proceso del Conocimiento y las Teorías de la Verdad
La epistemología o gnoseología es la disciplina filosófica que estudia el conocimiento. El conocimiento es un proceso mediante el cual un sujeto capta un objeto de la realidad. A partir de los datos procedentes de los sentidos, se produce una imagen mental o representación del mundo real. Posteriormente, a esta representación se le asigna un concepto, que se acaba incluyendo en un enunciado.
Las sensaciones son el conjunto de datos procedentes del mundo captados por un ser vivo mediante receptores u órganos que también se denominan sentidos. Los sentidos son como ventanas a la realidad. Todos los seres vivos disponen de un aparato sensitivo, aunque este difiere de una especie a otra debido a que es el resultado de la adaptación a presiones evolutivas específicas.
La percepción es el proceso mental por el que se interpretan los datos que se captan por los sentidos. El cerebro realiza un gran número de operaciones con el fin de dar forma, integrar e interpretar la información obtenida por los sentidos, invirtiendo el mínimo de energía posible.
La imagen que percibimos del mundo es una reconstrucción que realiza el cerebro. El cerebro es un órgano que ha asegurado la supervivencia humana gracias a que proporciona información extremadamente fiable utilizando el mínimo posible de recursos energéticos.
La Gestalt es una corriente psicológica que considera que el cerebro interpreta la información de los sentidos dándole una unidad e integrando cada uno de los datos que se obtienen a través de ellos en un todo significativo. El cerebro hace esquemas y con esos esquemas hace packs, para al final conseguir un único esquema con todos esos packs dentro.
Percibimos según estas leyes:
Es la elaboración de un concepto a partir de datos concretos o reales. Se denomina entendimiento a la facultad por la que se asignan conceptos a los objetos captados en la percepción. Los conceptos se forman gracias al proceso de la abstracción, que consiste en identificar características comunes. Estas características permiten identificar aquellos ejemplares que los comparten como un conjunto diferenciado del resto.
Una vez que se han identificado rasgos comunes a una diversidad de objetos, se les asigna un concepto, definido por su comprensión y extensión:
A un objeto únicamente se le puede aplicar un concepto si cumple todas las características. A un mismo objeto se le puede designar con una infinidad de conceptos.
El último paso para alcanzar el conocimiento consiste en formular un enunciado. Los enunciados son un tipo de oraciones que elabora el entendimiento y que se caracterizan por afirmar o negar algo; por tanto, pueden ser verdaderas o falsas. Estas oraciones describen una situación.
Un juicio es verdadero cuando lo que dice se corresponde con un hecho de la realidad. La verdad no solo es importante, sino que sin ella no podríamos vivir. Para poder manejarnos en nuestra vida, necesitamos establecer numerosas verdades tan simples y evidentes como que «las paredes son duras».
La verdad se entiende como una propiedad del entendimiento cuando se aplica a proposiciones obtenidas por nuestra capacidad de pensar. Existen dos tipos de verdades por entendimiento:
Para establecer que un enunciado es verdadero hay que aportar razones y pruebas, pero no todas las pruebas son válidas. Una creencia, la autoridad, o las intuiciones interiores o sueños, son criterios inservibles si queremos determinar realmente si un enunciado es verdadero.
La verdad de un enunciado depende de su contrastación con el mundo. Los criterios de verdad proporcionan seguridad y respaldo en estas ideas. Aunque sean criterios de verdad fiables, nunca proporcionan una garantía absoluta, sino que dichos conocimientos están sujetos a error.
El término verdad puede referirse no solo a un enunciado, sino a la propia realidad.
La posición filosófica que rechaza la idea de verdad absoluta y objetiva se conoce como relativismo. Según esta concepción, no hay verdades absolutas ni objetivas porque no existe un criterio único que permita evaluar si una creencia es verdadera. Todo dependerá del contexto personal, histórico o cultural. En función de la perspectiva desde la que se juzgue, una afirmación puede ser verdadera o falsa. El relativismo defiende que existen múltiples enfoques y rechaza que exista una forma de acercamiento mejor que otras.
Si se acepta el relativismo aplicado a las sociedades o a la historia, hay que respetar los puntos de vista de otras épocas y los pertenecientes a otras culturas. El relativismo favorece la tolerancia, y esta es una de las razones de su éxito y aceptación. La antropología cultural enseña que hay costumbres muy dispares en diferentes partes del mundo y todas ellas merecen respeto. Cada país o región tiene sus costumbres, su alimentación, sus formas de saludarse o bailes tradicionales, y no hay una cultura que sea superior a otras.
Sin embargo, el relativismo puede justificar posiciones fundamentalistas inadmisibles, como que se exija respeto a dictaduras en las que se tortura y no se defienden los derechos humanos. Si no hay verdades absolutas, tampoco existe la posibilidad de hacer la crítica.
El relativismo también se extendió al campo de la ciencia, pero hay autores que rechazan la idea del progreso científico. Para ellos, las teorías científicas actuales no son mejores, sino simplemente diferentes a las que se desarrollaron en el pasado. Autores del campo de la sociología han llegado a descartar que la ciencia tenga nada que ver con la realidad y afirman que los resultados de los experimentos de laboratorio solo muestran las relaciones de intereses de los científicos.
Es cierto que todas las instituciones tienen intereses económicos, ya que son fundamentales para su mantenimiento, pero el método científico garantiza que se rechacen aquellas ideas que no tengan una base empírica. El relativismo científico puede tener efectos devastadores y mortales en la sociedad.
El filósofo alemán Jürgen Habermas considera que el conocimiento está siempre relacionado con un interés. Distingue tres intereses principales que desembocan en el conocimiento:
Como afirma Habermas, «determinar el aspecto bajo el que puede objetivarse la realidad y, por tanto, el aspecto bajo el que la realidad puede resultar accesible a la experiencia, constituyen para los sujetos capaces de lenguaje condiciones necesarias para la posibilidad de toda experiencia que pueda pretender ser objetiva».
