Portada » Historia » España en el Siglo XVIII: Reformas Borbónicas, Guerra de Sucesión y Despotismo Ilustrado
En 1700, Carlos II muere sin descendencia, nombrando como heredero a Felipe de Anjou, pero el archiduque Carlos de Austria reclama sus derechos al trono. Felipe de Anjou no renuncia a sus derechos al trono de Francia, lo que podía suponer un problema para el resto de Europa si ambos países terminaban uniéndose. Por ello, se desencadena la Guerra de Sucesión Española con dos bandos:
Cuando el archiduque Carlos es elegido emperador, la guerra sufre un cambio, ya que si además es nombrado rey en España, podría hacer resurgir el antiguo imperio de Carlos V. Felipe de Anjou renuncia al trono de Francia, y Gran Bretaña presiona para que la guerra termine. Se firma el Tratado o Sistema de Utrecht, por el que España debía ceder:
Las consecuencias tras la guerra son que Inglaterra se convierte en la primera potencia europea y España pierde todas sus posesiones europeas, pasando a un segundo plano. Además, supone el inicio de una nueva dinastía: los Borbones, cuyo principal objetivo fue recuperar los territorios perdidos. Para ello, reforzó la flota naval y el ejército e invadió Sicilia y Cerdeña, siendo España derrotada. A partir de ese momento, se buscará a Francia como aliado, firmando varios Pactos de Familia, que serán de ayuda mutua y por los que España ayudará a Francia en distintos enfrentamientos, consiguiendo recuperar Nápoles y Sicilia.
Los primeros Borbones, Felipe V, Fernando VI y Carlos III, realizaron reformas inspiradas en el modelo francés:
Los Borbones intentaron impulsar la economía para tratar de salir de la crisis que arrastraba el país desde hacía años:
La Ilustración es un movimiento intelectual que surgió en Europa en el siglo XVIII, por el que se concede prioridad a la razón y al conocimiento científico. En España, la Ilustración llegó tardíamente por la oposición de la Iglesia, el desinterés de la nobleza y el analfabetismo. Los ilustrados eran principalmente nobles y burgueses (destacaron Jovellanos y Campomanes). Difundieron sus ideas a través de las Sociedades Económicas de Amigos del País y la prensa. Los rasgos más importantes de la Ilustración en España fueron:
Sus ideas atacaron las bases del Antiguo Régimen, por lo que la Iglesia y la nobleza se opusieron. Sin embargo, Carlos III practicó el despotismo ilustrado («todo para el pueblo, pero sin el pueblo»). El rey mantuvo su poder absoluto, pero lo utilizó para ayudar a sus súbditos. Por ello, realizó varias reformas:
Sus reformas chocaban con los privilegios de la Iglesia y de la nobleza. La situación estalló con el Motín de Esquilache (1766), una revuelta popular en Madrid surgida por las protestas por las leyes de vestimenta, aunque en realidad estaban descontentos por la subida de precios y fueron impulsados por las clases privilegiadas. La revuelta se extendió a todo el país y terminó con la expulsión de Esquilache y de los jesuitas, a quienes se acusó de instigar el motín.