Portada » Filosofía » El Ser Humano en la Filosofía: Antropología, Justicia y la Estructura de la Sustancia
Este documento explora los fundamentos antropológicos de la justicia, con una alusión a otros principios esenciales. La reflexión parte de la relación entre la justicia y la conducta humana, y la tarea fundamental del legislador y la autoridad: conducir al bien común y a la felicidad de los hombres.
De esta premisa surge una cuestión central: ¿Qué es el hombre? Para abordar la justicia, es imperativo conocer «algo de lo que es el hombre».
La etimología nos ofrece una primera pista sobre la dualidad inherente al ser humano:
Esta dualidad se refleja en nuestra existencia: formamos parte del mundo físico, pero la misma postura erguida del hombre, que lo distingue de los animales, parece señalar otra dimensión. Filósofos como San Agustín y Santo Tomás de Aquino sostuvieron que la figura del hombre es una huella que representa la imagen de Dios en el alma.
Conclusión: Hay dos aspectos reales en el hombre; el ser humano participa de dos mundos. Santo Tomás de Aquino afirmó que el alma humana «está en los confines entre las criaturas espirituales y corporales», y que «el hombre es un microcosmos«. El hombre no es simple, sino un todo formado por diversas partes. Sin embargo, todo en el hombre es humano.
Cuando afirmamos que el hombre es un «todo», ¿qué queremos significar? Existen distintos tipos de «todo»:
El grupo social se integra con hombres o conjuntos de hombres (clubes, sindicatos, universidades, la familia, el Estado). Estos grupos contribuyen a la plenitud de la vida humana, en especial el Estado.
*CUIDADO: No hay inconveniente en hablar del hombre como parte de los grupos sociales y del Estado, pero siempre que se tenga en cuenta que es una parte especialísima, con exigencias especialísimas que brotan de su misma esencia. La concepción del socialismo, por ejemplo, tiende a despersonalizar al hombre.
Por otro lado, la concepción individualista ve al hombre como autosuficiente y a la libertad como el supremo bien. De ahí que vea necesariamente las realidades sociales como un mal, o como algo que, por ser potencial enemigo de la libertad, es, por lo menos, peligroso.
Según Santo Tomás de Aquino, un grupo social existe cuando hay «una unión de hombres para hacer algo en común». Los elementos o «causas» que lo constituyen son:
Anticipamos que la sustancia designa una unidad más «fuerte» que en los otros tipos de «todo», y esto porque designa un modo especial de ser. Consideremos la mano como parte del hombre: la relación de la mano con el cuerpo humano es muy diferente a la de un clavo con una mesa.
La mano separada del hombre pierde su condición de «humana», se pudre, se corrompe (a diferencia del clavo si se lo separa de la mesa). La mano deja de ser parte y deja de ser «como mano». Asimismo, no es lo mismo la existencia del hombre que la de su voz o de un acto suyo, así como no es lo mismo el modo de ser real del perro y del ladrido del perro.
Para comprender la permanencia y el cambio en los seres, la filosofía propone la solución de la estructura de sustancia y accidente.
El hombre es sustancia, es un todo sustantivo. Es una sustancia que posee accidentes.
La sustancia existe en sí misma y no en otro. El accidente existe en otro. Por ejemplo, yo existo en mí mismo; mi color de piel existe en mí. Por eso decimos que la sustancia es sujeto del ser, posee el ser. En cambio, el accidente existe en otro. El hombre, el perro, un árbol, son sujetos del ser. Además, la sustancia existe consigo misma, es decir, como un todo.
La explicación sobre la estructura sustancia-accidentes es filosófica (metafísica). No llegamos a ella por un conocimiento inmediato, sino como conclusión de un razonamiento que pretende explicar el cambio y la permanencia en los sujetos.
Por esto, no pensemos que en el hombre hay como un núcleo que no cambia y que sería la sustancia, y otras partes que serían los accidentes. No es así; no se trata de partes físicas del hombre.
Sustancia y accidentes son dos co-principios metafísicos. En efecto, yo soy con mis accidentes.