Portada » Psicología y Sociología » Desarrollo Integral en la Infancia: Socialización, Moralidad y Educación Sexual
Lev Vygotsky propuso ideas sobre el desarrollo que ponen el énfasis en el aspecto social. Parte de la idea de que estos procesos (inteligencia, lenguaje, memoria…), son el resultado no solo de factores madurativos sino de la interacción social. Para este autor, la educación es un aspecto fundamental para el desarrollo del individuo. Para Vygotsky, el aprendizaje es la base del desarrollo.
Todas las actividades que uno puede hacer de forma independiente.
Aquellas actividades que se pueden hacer con la ayuda de un tercero.
Es el espacio en el que se establecen las relaciones con las demás personas, donde el aprendizaje guiado potencia el desarrollo.
En cada etapa se produce un conflicto entre dos cualidades de signo opuesto, las que definen cada fase.
El niño desarrollará un sentimiento de confianza si sus necesidades de alimento y cuidados son atendidos con una cómoda regularidad. La crisis o conflicto de esta etapa es el destete tanto físico como psicológico.
Aprende a controlar esfínteres, a comer solo, a adquirir el lenguaje verbal… Si en la realización de estas actividades se siente capaz y autosuficiente, se habla de autonomía. Pero, a veces, puede sentirse criticado y dudar de sus posibilidades; en este caso, se hablará de vergüenza y duda.
Si a un niño no se le permite hacer cosas por sí mismo, seguramente desarrollará un sentimiento de culpa. Si el sentimiento de culpabilidad se desarrolla excesivamente, los niños se autocontrolarán también en exceso, reprimiendo sus iniciativas y la libre expresión de su personalidad. Si la etapa se supera por el polo negativo, se habla de culpabilidad.
Urie Bronfenbrenner sostiene que el desarrollo del ser humano se ve afectado por las relaciones que se producen en los diferentes contextos en los que participa.
Es el contexto inmediato de desarrollo y se caracteriza porque en él se producen relaciones interpersonales directas. Para un niño, ejemplos de microsistemas son tanto la familia como la escuela.
Son conexiones o interrelaciones que se producen entre distintos microsistemas (por ejemplo, entre el trabajo y la familia).
Todo aquello que tiene lugar en estos sistemas influye en lo que ocurre en el resto de contextos del desarrollo (por ejemplo, la situación laboral de su padre o su madre).
Ejerce su influencia sobre todos los demás sistemas de desarrollo. Se trata de un contexto cultural caracterizado por unas normas y unos valores determinados.
Es el proceso por el cual el ser humano se convierte en un miembro activo y de pleno derecho de la sociedad de la que forma parte. Esto implica adquirir las pautas, costumbres y valores culturales.
Marchesi señala tres procesos básicos de socialización:
Se da en los primeros años de vida y se remite al núcleo familiar. Se caracteriza por una fuerte carga afectiva donde el niño asimila valores y normas de su grupo primario, la familia.
Cuando el niño trasciende ese universo, el grupo familiar, y entra en contacto con el “resto de la sociedad”, comienza para él la socialización secundaria. Se incorpora a lo que llamamos grupos secundarios, cuyas características fundamentales son ser más amplios que los primarios, estar revestidos de menos afectividad y ser representantes de valores y estilos sociales diferentes.
Realiza dos funciones principalmente: asegura la supervivencia física del bebé y construye su identidad a través de una serie de vínculos afectivos. Las primeras experiencias sociales del recién nacido tienen lugar en la familia y son determinantes, ya que constituyen las bases para el establecimiento de las futuras relaciones sociales y de los vínculos afectivos con otros miembros de la sociedad. También actúa como un filtro sobre el resto de los agentes socializadores.
Institución organizada para la transmisión de contenidos y formas de comportarse socialmente deseables. Ofrece una gran oportunidad de relación con los iguales, la posibilidad de seguir una serie de programaciones encaminadas a conseguir habilidades motrices, lingüísticas, sociales y cognitivas, complementariedad entre la forma de relación familiar y la que se lleva a cabo en la escuela, y oportunidades sociales y lúdicas.
Hasta prácticamente los 3 años, la relación entre niños suele ser poco estable en el tiempo y poco consistente. En cualquier caso, las relaciones sociales de los niños menores de 6 años se apoyan bastante en características físicas, externas y concretas en vez de en otras más psicológicas o abstractas.
A través de los medios de comunicación conocemos ambientes diferentes del nuestro; transmiten valores que suelen ir asociados a la sociedad de donde parten.
Recomendaciones:
El desarrollo social es un proceso que tiene lugar en el día a día, tanto dentro como fuera de la escuela; depende en gran medida de cómo actúen las personas adultas significativas en determinados momentos.
Con los cuentos, el niño aprende a integrar en su repertorio de conductas las que socialmente se valoran como adecuadas y a dejar de lado las que no lo son.
Consiste en la representación de roles o vivencias observadas, experimentadas o inventadas. Los niños representan dos tipos de personajes: de ficción y los personajes estereotipados, que se caracterizan por su actividad y se asemejan a los de la realidad. A través de estos juegos pueden expresar sus miedos y modificar la realidad en función de sus fantasías y sus deseos. Durante el juego sociodramático los niños aprenden a negociar y a pactar para resolver los conflictos y las dificultades que aparecen mientras juegan; pueden ir modificando las normas e improvisando nuevas situaciones.
Es un tipo de juego físico, también llamado turbulento, que se presenta alrededor de los 3 años e imita la agresión. Con este tipo de juego el niño puede comprender que es posible usar la fuerza pero sin ocasionar daños a aquellos con los que juega.
Tienen como finalidad la consecución de un objetivo común por parte del grupo, lo cual supone una mayor interacción y colaboración entre sus componentes. Algunos de los objetivos que se persiguen con estas actividades son:
Desde la Educación Infantil y otras instancias de atención a la infancia, podemos favorecer la interculturalidad y la socialización incorporando recursos propios de la cultura de las familias como juegos, cuentos, canciones u otras manifestaciones de sus países de origen.
El proceso de socialización conlleva aprender qué es lo que está permitido hacer y lo que no lo está en un momento determinado.
Estas reglas tienen que ver con todo aquello que pueda suponer infligir daño a otra persona o a uno mismo. Según Pikler, estas reglas se podrían llamar reglas rojas.
A la hora de plantear las actividades en la Educación Infantil hay que permitir que el niño disponga de cierta libertad para elegir (reglas rosas).
En situaciones que no entrañan peligro para nadie, a veces tampoco hay margen de negociación posible.
Aparece entre los 2 y 6 años y, en parte, remite durante la adolescencia. Intervienen variables genéticas y ambientales, factores biológicos y de retraso madurativo. La hiperactividad se caracteriza por: gran actividad a nivel motriz, impulsividad o falta de control y déficit de atención.
Estos niños tienen escasa consciencia del peligro, lo que les lleva a sufrir accidentes y caídas frecuentes. Además, la hiperactividad supone una limitación para el aprendizaje escolar y repercute de forma negativa en el entorno social del niño.
Para realizar la evaluación, además de estudiar los déficits de atención, el nivel de inteligencia general y el comportamiento general del pequeño, un psicólogo se entrevistará con la familia y con el niño, pudiendo hacer una observación de su comportamiento en casa y en la escuela. Con toda esta información se decide el tratamiento a seguir.
Se entiende por agresión cualquier conducta que pretende causar dolor o dañar a alguien.
A veces, la retirada de atención puede ser una medida adecuada, pero en otros casos es mejor un tiempo fuera (“ir a la silla de pensar”). Con la aparición del lenguaje, el niño cambia su forma de agresión y así, en el segundo ciclo, la agresión física se ve mayoritariamente sustituida por la agresión verbal; de esta manera aparecen los insultos y las burlas.
El niño no entiende por qué no puede hacer aquello que desea. Su comportamiento está regido por el principio de placer. Este tipo de comportamientos de agresividad adaptativa alcanza su máximo entre los 2-3 años y va disminuyendo progresivamente hasta los cinco, ya que a través de la socialización los niños también van aprendiendo otras formas de expresarse.
Son las agresiones que se utilizan para resolver conflictos, pero que en realidad no solucionan nada y suponen unos costes personales mayores que las ganancias que conllevan. Suelen estar causadas por dificultades de adaptación al entorno, por celos, etc. No les preocupa el rechazo que puedan originar, ya que piensan que con sus acciones dominan a los demás. Por otro lado, confían en que la agresión les hará obtener siempre algo beneficioso, como detener la acción de los otros o aumentar su propia autoestima.
Se manifiestan a partir de los 10 años y en la adolescencia, conductas en las que la violencia es gratuita. Cuando la conducta agresiva se convierte en peligrosa y antisocial, estamos ante un trastorno de conducta que requiere un tipo de intervención y tratamiento diferente, debido a su significación clínica. Causas: maltratos infantiles, alcoholismo… Se debe intervenir para reforzar la autoestima, enseñar a controlar la agresividad y potenciar las habilidades de relación social, entre otros.
Tipo de juegos y juguetes, la violencia televisiva. Uno de los aspectos más determinantes en el desarrollo de la agresividad infantil es el comportamiento agresivo de los padres y las conductas de rechazo o distanciamiento hacia sus hijos.
Pueden convertirse en víctimas propiciatorias de acoso escolar por parte de compañeros más agresivos.
La escuela debe potenciar la integración de todos los niños y niñas sin excepción. De esta manera contribuirá a que el proceso socializador se produzca en todos ellos con las máximas garantías posibles.
La pertenencia a una sociedad no es garantía de integración en ella. La marginación social es la separación de una persona de la sociedad a la que pertenece, ya sea de forma voluntaria o impuesta.
Los pequeños marginados acostumbran a mostrar una fuerte expresión emocional y dureza de carácter. También presentan baja resistencia a la frustración, dificultades en la canalización de la agresividad y reacciones primarias impulsivas y rápidas. En general, disponen de poca capacidad de autocrítica y son fácilmente influenciables por las circunstancias y el entorno. Debemos agudizar la observación: estar atentas a los indicadores, transmitir confianza al niño, pero desde un trato normalizado, no diferenciador. Ante las evidencias, notificar el caso al Equipo de Atención Temprana.
Es necesario el desarrollo moral, es decir, que los niños y niñas distingan lo que está bien de lo que está mal y que adopten conductas prosociales y moralmente aceptadas. La adquisición de estos conocimientos se logra a través de un proceso de construcción mental y de interiorización de los valores de nuestra sociedad, proceso que además favorece el desarrollo de los mecanismos de control reguladores de la conducta.
Acuerdos básicos de convivencia. La convivencia social necesita que se valoren como prioritarios los mismos principios.
Son universales, se refieren a conceptos como altruismo, respeto a la vida, generosidad, libertad, justicia, etc.
Más determinadas por las culturas y las costumbres.
El conjunto de valores y normas que rigen el comportamiento individual dentro de una sociedad o cultura. Deben ser aceptados por la mayoría de las personas que pertenecen a ella. Cada vez que dos personas conviven establecen un sistema propio de normas.
La moralidad determina lo que una persona debe hacer ante una determinada situación conflictiva.
Que el niño sea capaz de elaborar por sí mismo sus propios criterios morales.
Deberán interiorizar los criterios morales para poder tener autonomía.
Han de ser coherentes con los principios y las normas establecidos socialmente. La educación moral debe conseguir que él mismo sea juez y parte de sus acciones y que respete el bien común. No ha de inculcar normas y valores de forma autoritaria. Debe procurar la autonomía moral de la persona, y fomentar el diálogo que permita una convivencia justa ante el criterio individual. No ha de dejar que cada persona desarrolle unos criterios totalmente personales y subjetivos.
El desarrollo moral tiene que ver con el desarrollo cognitivo, social, emocional, el conocimiento de uno mismo y el conocimiento del entorno. Para lograr un adecuado desarrollo moral se deberán ofrecer al niño oportunidades y experiencias para que así puedan pasar de la obediencia a la decisión propia, y para que dicha decisión se tome teniendo en cuenta el bien común. El desarrollo moral se va desarrollando según los siguientes patrones:
Distingue dos procesos por los que los niños adquieren los valores y las normas sociales: por enseñanza directa y por imitación de conductas.
Bandura y otros autores de esta corriente abogan por la observación y el refuerzo directo para conseguir un buen desarrollo de la conducta moral.
Elemento motivador de la acción social. La finalidad es mejorar la conducta moral del niño. Su uso ha de ser esporádico y adecuado a la edad. Ha de conseguir el beneficio del niño, no del adulto. Otras alternativas pueden ser: tiempo fuera, retirada de privilegios, autoinstrucciones.
El razonamiento moral se desarrolla en tres momentos que abarcan prácticamente las dos etapas del desarrollo cognitivo:
En este período el niño depende de la autoridad de los adultos. Alrededor de los 5 años los niños empiezan a desarrollar una moral heterónoma, es decir, demuestran interés y respeto por las reglas que le vienen impuestas desde fuera. Las reglas son independientes del niño, y las cumple por imposición de los adultos. En este momento los niños tienen un concepto moral estricto, las cosas son correctas o incorrectas, no hay término medio. Juzgan las acciones por las consecuencias que éstas tienen, no por las intenciones.
Se da entre los 8-11 años. Piaget lo plantea como un estadio intermedio en el que se conjugan características del primer y del tercer estadio.
Se da alrededor de los 11-12 años. En esta etapa ya se ha producido un período de interiorización de las reglas que permite al niño flexibilizar su desarrollo moral. El niño ya empieza a actuar siguiendo sus propios criterios. Podrá comprender diferentes maneras de ver las cosas. Será capaz de ver que no existe un único patrón moral inamovible. También valorará los actos teniendo en cuenta las intenciones. Será capaz de entender que las reglas están hechas por las personas y por lo tanto pueden ser cambiadas, incluso por él mismo.
Piaget realizó numerosos trabajos en los que pedía a niños de diferentes edades que opinaran sobre otros niños que habían decidido actuar de una determinada manera ante una situación cotidiana. Los niños debían emitir un juicio sobre quién había tenido un mejor comportamiento o quién era más travieso.
Kohlberg ideó, a partir de los juicios que planteaba Piaget, una serie de dilemas morales que trataban de evaluar el grado de razonamiento moral de las personas. Se centraba en la manera de razonar para verificar en qué estadio se consideraba la persona. Piaget pedía a los niños que participaban en el experimento que juzgaran a un personaje que ya había decidido su actuación o que ya la había realizado. Kohlberg pedía una decisión sobre cómo debía actuar el personaje y por qué.
Kohlberg concluye que el desarrollo moral se realiza a lo largo de 6 estadios que se van conformando a partir de la maduración y la interacción del niño con su entorno social. Se agrupan en 3 niveles de razonamiento moral. Cada nivel se puede analizar a partir de 3 aspectos importantes: lo que se juzga que está bien, el tipo de razones que se dan para actuar de una forma y no de otra, y la perspectiva social que se tiene.
En este nivel la moralidad obedece a reglas externas, es decir, impuestas por los demás. Las personas obedecen a la autoridad, bien para evitar el castigo o bien para obtener recompensas. Este primer nivel se divide en 2 estadios:
El niño valora la acción según las consecuencias físicas que tenga.
Lo importante para los niños es seguir las reglas por un interés individual. Cuando se hace algo por los demás no es por solidaridad, sino porque se obtiene algo. La idea principal es «si tú me ayudas, yo te ayudo».
Ahora esta obediencia ya no es por propio interés, sino porque las personas que están en este nivel consideran importante mantener el orden social y las relaciones humanas, y ni uno ni otro existirían sin normas.
Es importante la opinión de los demás y el saber que están actuando bien, que están actuando conforme a lo que estipulan las normas sociales y a lo que los demás esperan de ellos. Se pueden presentar conflictos si los diferentes entornos tienen expectativas diferentes de la persona.
Su principal razón para actuar es que se cumplan las normas y esas normas las ha de cumplir tanto él como los demás, ya que así la buena marcha de la sociedad está garantizada. La perspectiva social está encaminada a mantener el orden social.
Las normas y las leyes pueden ser cuestionadas. Existen unos valores que están por encima de las leyes.
En este estadio se considera que las leyes se pueden modificar ya que están al servicio de las personas y no al revés. Aunque todas las personas las deben cumplir por igual. Todas las personas tienen derecho a la vida y la libertad y por tanto colaboran para que esto sea así, por lo que adquieren compromisos sociales.
Existe una regla de oro en este estadio: «hacer al otro lo que quiero para mí». Además de creer en la vida y en la igualdad, también creen en la dignidad del ser humano. Los principios están por encima de las leyes.
Observó que los niños son capaces de diferenciar una norma social o convención de un valor moral (no pegar a un compañero). Una norma social se justifica por un acuerdo que la sociedad ha tomado. Por el contrario, un valor moral no depende de los gustos individuales o locales ni de las tradiciones.
Concluyó que los juicios morales de los niños pequeños dependen de la comprensión que estos tengan de las emociones. Los niños de 4-5 años han aprendido que si hacen lo que desean son más felices y será más tarde cuando comprendan que la aprobación de los demás es importante en la felicidad propia. Harris propone una evolución de pensamiento parecida a los niveles de Kohlberg.
Se podría definir una conducta prosocial como aquella que beneficia a las demás personas. El desarrollo cognitivo también es fundamental en el razonamiento prosocial. Las conductas prosociales van aumentando a medida que los niños van creciendo debido, fundamentalmente, al desarrollo de la empatía y de la toma de perspectiva, así como a las continuas experiencias socializadoras que van acumulando.
Acción de ayuda porque se obtiene algún beneficio.
A mayor capacidad cognitiva, mayor capacidad de verse responsables de sus propias acciones. Utiliza el “habla privada” para darse órdenes, imitando a los adultos. Según Vygotsky, los niños aprenden a guiar su conducta cuando pueden incorporar a su discurso las normas de los adultos y darse órdenes. Importancia del retraso en las gratificaciones.
Para educar al niño/a en la moralidad se deberán tener en cuenta la calidad de las relaciones. Los niños deben contar con una serie de pautas de comportamientos y unos procedimientos de toma de decisiones para poder recurrir a ellos cuando tienen que actuar por sí mismos.
Es importante que tanto en los objetivos como en los criterios de evaluación de las actividades se incorporen la formulación y los indicadores relativos a estos contenidos. Papel compensador: actúa sola por imposibilidad familiar y desconocimiento de la familia. Papel colaborador: la escuela realiza un trabajo conjunto con la familia.
El propósito de esta práctica educativa es favorecer el desarrollo moral desde la infancia, el tránsito de la moral heterónoma a la moral autónoma. La educadora no sólo ha de hacer cumplir las normas sino estimular, en los niños, la reflexión sobre las causas y motivos de las propias acciones. Es bueno promover espacios de charla. Para ayudar al niño a que adopte como propias las normas externas, Piaget propone que cuando sea necesario poner límites o hacer respetar normas:
El profesional deberá tener en cuenta:
Nuestro código genético tiene 46 cromosomas, dispuestos en 23 pares. Cada cromosoma contiene miles de segmentos llamados genes. El par 23 es el denominado par de cromosomas sexuales. En la mujer, el par 23 es denominado XX. El par 23 masculino es XY. Alrededor de la 6ª semana de gestación, el feto humano comienza la primera fase de su desarrollo sexual. En algunos casos pueden aparecer unos genitales que no se correspondan con lo que está establecido para pertenecer a la categoría de mujeres o de hombres, y pueden presentarse de forma simultánea características sexuales femeninas y masculinas. Es lo que se conoce como intersexualidad.
En el ámbito psicológico el desarrollo sexual también se inicia antes del nacimiento y se extenderá más allá del mismo. En la formación de la sexualidad psicológica, tendrán importancia muchos factores: ambientales, familiares, culturales, afectivos. El desarrollo sexual comprende la interacción de un conjunto de procesos relacionados con la identidad y la orientación sexual, los roles de género, el deseo y la atracción sexual, el erotismo, el placer, el amor y las relaciones de pareja, la pasión y, en general, todo lo relacionado con la sexualidad y la afectividad.
La actividad está en satisfacer sus necesidades orales.
La actividad está en la defecación y el valor simbólico de los excrementos como regalo. Se caracteriza por: el control de esfínteres, la lucha por la autonomía y la necesidad de control y orden.
La curiosidad hacia su propio cuerpo les lleva a explorarlo y descubrir sus órganos genitales como fuente de placer. Atracción por la diferencia entre su sexo y el sexo opuesto. Establece la existencia de un comportamiento característico:
Una vez superada esta etapa el niño adquiere la conciencia de sí mismo como hombre o mujer: la identidad de género.
El interés sexual disminuye.
Se empiezan a producir una serie de cambios hormonales que marcan el fin del desarrollo sexual del niño. La libido deja de centrarse en los padres para dirigirse a otra persona. Para poder alcanzar una personalidad sana y madura es necesario ir superando las distintas etapas del desarrollo psicosexual; por el contrario, los conflictos surgidos en las mismas serán decisivos para conformar un tipo de personalidad inmadura o con problemas.
La práctica totalidad de los esquemas de roles no son innatos y no están determinados, sino que son aprendidos. Se lleva a cabo, principalmente, en los primeros años de vida. Alrededor de los 5 años los niños, generalmente, ya han adquirido los conceptos de hombre y mujer. Aprenden imitando las conductas de sus mayores, los distintos estereotipos. Los niños reciben refuerzos si su conducta se considera apropiada al rol de género, de lo contrario, dicha conducta puede ser rechazada. La familia, la escuela, la interacción con iguales, los medios de comunicación…, ejercen una gran influencia en la transmisión de roles y estereotipos.
Al observar otras conductas y las consecuencias de éstas se aprenden nuevas respuestas sin tener que ser ejecutadas por uno mismo. La observación está relacionada con la cognición. Así la conducta que muestra el niño es anterior a su percepción. Muchas de las diferencias sexuales, tanto en la conducta social como en las capacidades cognitivas, no son consecuencia inevitable de su dotación genética.
Primero se construye la autopercepción y sólo después vienen las conductas apropiadas al género. A mayor progreso en el terreno intelectual y cognitivo, mayor perfección de su idea sobre el género. Los más pequeños piensan que las diferencias sexuales dependen de la conducta o de la apariencia externa.
Conciencia de que ni el aspecto externo ni las conductas que se realizan pueden cambiar la biología. A partir de los 6 años los niños ya comprenden que el sexo es permanente. Kohlberg defiende que antes de conseguir la constancia de género, el niño ha de pasar por tres etapas:
Las conductas sexuales de este periodo se basan en la enorme curiosidad y la tendencia a imitar a personas y roles de su entorno. Se empieza a comprender la diferenciación de sexos.
Alrededor del 5º mes de gestación, se va a producir la diferenciación sexual cerebral que tantas implicaciones puede tener en el desarrollo de la identidad y la orientación sexual posterior.
En esta etapa el bebé empieza a desarrollar actitudes hacia su propio cuerpo a través de las actitudes que percibe en los otros hacia su cuerpo. Estos serán los cimientos de la aceptación o rechazo del propio cuerpo que van a perfilar la imagen corporal posterior. Hacia los 6 meses los bebés pueden apreciar que las caras y las voces masculinas son diferentes de las femeninas. A los 2 años, los niños empiezan a usar palabras diferentes según el sexo de la persona a la que se refieran.
Se va determinando la identidad de género/sexual. Curiosidad por las diferencias anatómicas. A los 4 años tienen juicios formados sobre actividades de género. A los 6 años, los roles de género están muy marcados y estereotipados.
A los pocos meses los bebés pueden apreciar que caras y voces masculinas son diferentes de las femeninas. A partir de los 2 años pueden:
A los 3 años tienden a:
A los 4 años suelen tener juicios formados sobre cuáles han de ser sus juegos y juguetes según su sexo.
Diferencias físicas y biológicas entre hombres y mujeres.
Diferencias de actuaciones y comportamientos entre hombres y mujeres basadas en tradiciones, valores, creencias, etc.
Creencia de que existen unas características y comportamientos apropiados para los hombres y otros para las mujeres.
Manifestaciones de los estereotipos de género en el quehacer de cada día.
El reparto de funciones en el hogar. La congruencia o no entre ideas sobre hombres y mujeres y sus propios comportamientos como miembros de uno u otro sexo. Los medios de comunicación. Los niños van asimilando de forma inconsciente y lo llegan a integrar como algo natural. En los cuentos tradicionales aparecen valores, actitudes, conductas consideradas adecuadas para los niños y las niñas…
Coeducación es la educación que se da al alumnado sin discriminación por razón de sexo. El currículum oculto está formado por los contenidos no formales e ideológicos. En la actual coeducación:
En numerosos estudios sobre interacción profesorado-alumnado se ha comprobado que las expectativas son diferentes:
La excitación sexual y la masturbación son conductas naturales y ante las que no se ha de mostrar incomodidad ni alarmismo. A partir de los 3 años: con higiene e intimidad, pero sin culpabilizar.
Por medio del juego pueden reproducir conductas sexuales observadas en su entorno. Se ha de intervenir si los juegos entrañan peligro o algún tipo de riesgo para el niño o si existe una clara diferencia de edad.
Son muy curiosos con la sexualidad, especialmente, con las diferencias anatómicas. Se debe responder de manera sencilla, adaptando la respuesta a la edad del niño o niña, con naturalidad y de manera positiva.
Solamente se puede hablar de conflicto en la identidad sexual si se da este juicio del propio sexo de manera cambiada y continuadamente, y nunca si el niño tiene preferencia por juegos o por prendas de ropa que se consideran adecuados al otro sexo.
Pautas:
Lo constituyen actitudes y comportamientos que una persona adulta o mayor tiene con un niño, utilizando el engaño, el chantaje y la manipulación emocional, para satisfacer su deseo sexual. Se considera abuso tanto si existe la aceptación del menor como si no, y tanto si se produce o no contacto genital.
Enseñar a decir NO: “Mi cuerpo es mío y nadie me lo tiene que tocar”. No hay que guardar secretos, no obligar a dar besos y abrazos. Recursos: cuentos, canciones, role playing. Ante cualquier signo o alerta: detección y notificación a la directora/or y al Equipo de Atención Temprana (EAT).