Portada » Historia » Conflicto y Dictadura: La Guerra Civil y el Franquismo en España
El golpe de Estado y el estallido de la guerra destruyeron las estructuras del Estado de la Segunda República. En el bando sublevado (nacional), el poder fue tomado por generales que establecieron un Estado autoritario. En el bando republicano, el gobierno perdió el control y el poder pasó a comités obreros sin un liderazgo centralizado.
Ambos bandos llevaron a cabo una fuerte represión. En la zona sublevada, las víctimas fueron principalmente militantes obreros y campesinos, mientras que en la zona republicana se dirigió contra sacerdotes y clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera fue ejecutado, pero después el gobierno republicano controló mejor la situación.
Un factor clave en la victoria de los sublevados fue el puente aéreo que permitió el rápido traslado del Ejército de África a la península. Las fuerzas sublevadas, mejor organizadas, avanzaron rápidamente hacia Madrid. Durante este avance, capturaron Badajoz, donde ocurrió una cruel represión. Franco desvió tropas para liberar el Alcázar de Toledo, ganando un importante hito propagandístico.
El 18 de octubre de 1936, las fuerzas sublevadas llegaron a las afueras de Madrid. A pesar de su superioridad militar, los partidos y sindicatos en Madrid movilizaron a la población para defender la ciudad, destacando el grito de «¡No Pasarán!». La llegada de refuerzos externos, como las Brigadas Internacionales y aviones rusos, también ayudó. Madrid sufrió bombardeos, pero las fuerzas republicanas lograron resistir, lo que llevó a Franco a desistir de un asalto frontal.
Después del fracaso en Madrid, Franco intentó rodear la capital, lo que resultó en la Batalla del Jarama y la Batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas fueron derrotadas. Mientras tanto, Málaga fue tomada, con una nueva ola de represión.
Ante estos fracasos, Franco cambió de estrategia, atacando áreas más débiles de los republicanos. Desde la primavera hasta el otoño de 1937, las tropas sublevadas conquistaron el norte republicano, incluyendo el País Vasco, Cantabria y Asturias. El bombardeo de Guernica el 26 de abril, realizado por la Legión Cóndor, causó escándalo internacional. Mola, un general rival de Franco, murió en un accidente de avión. Los republicanos intentaron distraer a las fuerzas franquistas con la ofensiva de Belchite, pero fracasaron. La conquista del norte fue crítica para los republicanos, que perdieron recursos valiosos.
En diciembre de 1937, los republicanos intentaron una ofensiva en Teruel, que fracasó. Luego, Franco lanzó un ataque hacia Aragón, logrando un éxito rápido y dividiendo la zona republicana. La última gran ofensiva republicana fue la Batalla del Ebro en julio de 1938, que fue muy sangrienta y debilitó a las fuerzas republicanas.
El final de la guerra comenzó con la ofensiva sublevada contra Cataluña. Después de la caída de Barcelona, más de 500.000 personas huyeron hacia Francia. En el bando republicano, surgieron divisiones internas; el gobierno de Negrín abogó por la resistencia, mientras que el coronel Casado propuso negociar con Franco. Al final, Franco exigió rendición incondicional. El 28 de marzo de 1939, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de abril, la guerra terminó, dando paso a una larga dictadura.
La concentración del poder político en Francisco Franco fue esencial para el Franquismo, donde la lealtad al Caudillo fue un pilar fundamental. El anticomunismo fue crucial desde el comienzo de la Guerra Civil, y la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a partir de 1945, reforzó este aspecto para que el régimen franquista fuera aceptado en el mundo occidental.
El Franquismo se opuso siempre a las libertades políticas, mostrando una fuerte antipatía hacia el parlamentarismo y el liberalismo. El Nacionalcatolicismo tuvo un papel significativo al legitimar la dictadura a través de la Iglesia, que dominó la vida social y educativa, imponiendo una estricta moral católica. Se defendió la «unidad de la Patria», negando autonomía a las regiones y promoviendo el castellano como única lengua española, aunque más tarde hubo cierta tolerancia hacia otras lenguas.
El Tradicionalismo se basó en una idea histórica de España, frecuentemente alterada, y el Militarismo se evidenció en la prominencia del estamento militar. Los rasgos fascistas incluyeron símbolos, exaltación del Caudillo y el uso de la violencia como medio político, aunque algunos aspectos fueron moderados tras la derrota del Eje en 1945.
La dictadura prohibió completamente los partidos políticos y llevó a cabo una fuerte represión contra los que apoyaban la República. En 1937 se estableció el partido único, la Falange Española Tradicionalista de las JONS, conocido como el Movimiento Nacional. A pesar de esto, hubo diferentes grupos políticos subordinados a Franco que intentaron influir en las decisiones, como la Falange, que controló la vida social y económica a través de diversas instituciones. Tras la derrota del Eje, la Falange asumió un papel más secundario.
Los militares, aunque tenían poder, estaban bajo el control absoluto de Franco, quien mantuvo a sus principales colaboradores, como Carrero Blanco, en el poder. Muchos miembros del régimen provenían de grupos católicos como el Opus Dei, aunque la relación se enfrió tras el Concilio Vaticano II. Los carlistas perdieron relevancia política después de la guerra, y aunque Franco se opuso a ceder el poder a Don Juan de Borbón, algunos monárquicos colaboraron con su régimen.
En general, Franco evitó que alguien alcanzara demasiado poder, además de implementar una dura represión tras la guerra, utilizando la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939, lo que resultó en un gran número de prisioneros políticos y un clima de temor en el país, especialmente en áreas urbanas e industriales, lo que debilitó la oposición por muchos años.