Portada » Lengua y literatura » Literatura Española del Siglo de Oro: Poesía y Teatro de Lope, Góngora y Quevedo
En la labor poética de Lope de Vega se integran elementos de la poesía tradicional y de la renacentista. Sus muchos amores, sus vivencias familiares o su estado espiritual se convierten en una poesía que comunica un hondo sentir humano.
La profunda relación del trayecto vital de Lope con su poesía se puede observar en la diversidad de temas de las obras líricas que va publicando, que son además una excelente muestra de la variedad poética propia del Barroco. Así, cultiva poesía amorosa, religiosa, satírica y burlesca, además de que su teatro es también prueba de su creatividad lírica.
En cuanto al estilo, la idea de poesía que Lope defiende es aquella que combina concepto y adorno. El concepto ha de estar expresado con naturalidad, recurriendo al lenguaje verbal. Con el fin de conseguir esta idea, recurre a un estilo en el que se funden las influencias tradicionales (romances, letrillas) y cultas (canciones, sonetos).
En la variada y extensa obra lírica de Lope de Vega destacan fundamentalmente los romances y los títulos:
Aunque hay también lugar para poemas épicos como La Dragontea y La hermosura de Angélica.
La imitación culta de esta estrofa tradicional se inició como moda literaria en las últimas décadas del siglo XVI y se continuó en la siguiente centuria. Los romances escritos por poetas cultos forman el romancero nuevo.
Lope participa en la reelaboración del romance, en la que los autores incluyen conceptos propios de la lírica renacentista. Muchos de estos romances nuevos añadían un estribillo, pues estaban destinados al canto.
Los romances predilectos de Lope eran los pastoriles y moriscos, en los que el escritor se desdobla en la figura de un pastor o un caballero moro y da expresión poética a sus amores. En estos romances Lope poetiza su complicado amor por Elena Osorio en sus distintas fases: enamoramiento, aparición de otro pretendiente, celos, despecho, etc.
Esta colección de textos está compuesta sobre todo de sonetos amorosos que siguen la línea de la poesía petrarquista. Hay un grupo de ellos dedicados a Lucinda que conforman un pequeño cancionero. Se incluyen en esta obra piezas mitológicas, históricas, morales y de circunstancias.
Compuesto de sonetos, este poemario de tipo religioso surge en un momento difícil de la vida de Lope. Incluye la sentida elegía a la muerte de su hijo, y en toda ella expresa el arrepentimiento por sus faltas y el amor entre Cristo y el alma.
Esta obra pertenece a la poesía satírica y burlesca. En ella, bajo la máscara del supuesto poeta Burguillos, el autor se divierte parodiando la poesía petrarquista con un cancionero burlesco dedicado a una lavandera. También parodia la poesía épica en La gatomaquia.
Luis de Góngora es uno de los mayores renovadores de la lengua poética, que para él debía estar alejada de la lengua ordinaria y ser comprensible solo para lectores cultos. Aunque se le suele asociar al estilo culterano, el concepto es parte importante en sus creaciones. Criticado y rechazado por unos, admirado e imitado por otros, dio lugar a un estilo peculiar y muy imitado: el gongorismo.
La tradición popular y la herencia culta son visibles en el trabajo poético de Góngora, que lo estructura en dos grandes bloques: poemas de arte menor y poemas de arte mayor.
Son piezas en las que es más visible la huella de la tradición, aunque con cierta tendencia a una mayor elaboración formal. Dentro de la corriente del romancero nuevo, Góngora compone romances amorosos, de cautivos, históricos, moriscos y pastoriles, algunos incluidos en el Romancero general. Se incluye la Fábula de Píramo y Tisbe, de tono burlesco, en la que el poeta parodia la leyenda de estos dos amantes mitológicos. Góngora es además creador del romance hexasilábico.
Forman también parte de estas obras de arte menor letrillas burlescas y satíricas de tema diverso, en las que hace gala de su agudeza y su humor.
Incluyen sus sonetos y las obras Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea.
Son de carácter variado: de tema amoroso (con los tópicos petrarquistas), de circunstancias, heroicos, mitológicos, morales (en tono serio o de burla), religiosos y satíricos.
Se trata de un largo poema compuesto en silvas que Góngora ideó en cuatro secciones o soledades, aunque solo llegó a escribir dos. Están protagonizadas por un melancólico y solitario amante que va dando cuenta de lo que ve en su peregrinaje. Suponen un canto a una naturaleza idílica con una gran complejidad formal.
La Soledad primera («Soledad de los campos») contiene la sensorial descripción de las costumbres de unos cabreros y constituye un elogio de la vida primitiva en armonía con la naturaleza. En la Soledad segunda (“Soledad de las riberas”) el peregrino acompaña a unos pescadores a su aldea. Describe sus sencillas ocupaciones, y realiza con ello una salida en barca, desde la que contemplan una escena de caza en la ribera.
Es un largo poema mitológico escrito en octavas que recrea, con un artificioso lenguaje, el fracasado amor del cíclope Polifemo por Galatea. Ella está enamorada del pastor Acis, a quien Polifemo mata, y su sangre se convierte en las aguas de un río.
La difusión de la lírica de Luis de Góngora fue dando lugar, ya en vida del escritor, a numerosas críticas de diferente tono sobre la nueva lengua poética en la que se expresaba, especialmente en sus obras de arte mayor. Esta lengua dio lugar a un estilo propio, el gongorismo, cuya dificultad se basa en rasgos como los siguientes:
Este estilo gongorino es el que está presente en obras como las Soledades o la Fábula de Polifemo y Galatea, y si bien es innegable su dificultad, esta era menor para un lector del siglo XVII que para uno actual. En cualquier caso, Góngora dirige sus composiciones literarias a lectores cultos que pongan en juego su imaginación e inteligencia en la interpretación de los versos.
La abundante obra poética de Francisco de Quevedo circulaba en canciones, compilaciones y manuscritos, y era muy conocida en círculos populares y literarios. La mayor parte fue recogida en un libro tras su muerte con el título de El Parnaso español.
La gran variedad temática de sus composiciones es representativa de las múltiples variedades barrocas y de la perspectiva particular del escritor.
Quevedo escribe principalmente sobre la fugacidad de la vida, la decadencia de lo humano y la presencia constante de la muerte. Lo hace partiendo de su fe cristiana y de una visión filosófica neoestoica, que defiende la práctica de la virtud y el esfuerzo para dominar los deseos y evitar el vicio. El tono que domina este tipo de composiciones es desengañado y melancólico, y trasluce cuánto le preocupaban estas cuestiones. La estrofa preferida para estos asuntos es el soneto.
En sonetos, romances y canciones, Quevedo recoge los tópicos amorosos del petrarquismo, vistos a través del velo de angustia que produce la brevedad de la vida y la obsesiva presencia de la muerte. Ello da lugar a magníficas piezas que versan sobre el motivo del amor más allá de la muerte. El autor considera el amor como un sentimiento apasionado que produce insatisfacción y tormento.
Este tipo de poemas, compuesto de sonetos, romances y letrillas, es el que muestra mayor elaboración conceptual al criticar costumbres, personajes, grupos sociales y usos literarios. Abundan las composiciones sobre el poder del dinero, los oficios, la mitología. Se trata de poemas de gran libertad expresiva.
Vinculada a momentos de crisis espiritual se encuentra su poesía religiosa, reunida en parte por el autor bajo el título Heráclito cristiano.
Quevedo es también autor de una poesía heroica escrita a raíz de circunstancias sociales concretas: panegírico de personajes ilustres, epitafios, etc.
Además del extraordinario dominio de todos los registros del idioma, cabe destacar las siguientes características del estilo de Quevedo:
Félix Lope de Vega Carpio, llamado “el fénix de los ingenios” por su gran capacidad de invención, es la figura central de la renovación teatral del Barroco. Su prolífica labor como dramaturgo (unas cuatrocientas comedias reconocidas) integra elementos del teatro anterior con importantes innovaciones recogidas en el Arte nuevo de hacer comedias.
En esta obra Lope de Vega expone una fórmula dramática con abundantes novedades que será seguida con matices por numerosos dramaturgos, y triunfará en la escena hasta entrado el siglo XVIII. A esta fórmula se la conoce con el nombre de comedia nueva.
Las principales innovaciones de la comedia nueva son las siguientes:
Calderón de la Barca se sirve de la fórmula dramática de la comedia nueva puesta en marcha por Lope de Vega, fórmula que estiliza y adecua a su particular concepción de la escena y del mundo.
En el teatro de Calderón aparece una visión dual del mundo que se refleja en parejas de opuestos como apariencia-realidad, destino-libre albedrío, deseo individual-imagen social, engaño-desengaño, razón-sentimiento, etc.
Los problemas surgidos en situaciones de amor, honor o celos se resuelven desde una posición conservadora con la recuperación del orden inicial perdido. Los conflictos también desembocan en el desengaño y el menosprecio de este mundo.
Respecto a la fórmula lopesca, el teatro de Calderón se caracteriza por una mayor condensación de la acción, que prescinde de elementos secundarios y trata de concentrar la acción principal en torno al personaje protagonista. Son abundantes los protagonistas que revelan un hondo conflicto interior manifestado en sus monólogos y reflexiones. En general, todos los personajes, incluido el gracioso, ganan con Calderón en profundidad psicológica.
El teatro de Calderón es un teatro reflexivo y de contenido ideológico, que deja ver la sólida formación del escritor en la exposición lógica de los temas y en la abundancia de metáforas y símbolos. Su visión dualista del mundo tiene su expresión en antítesis, contrastes, estructuras bimembres, etc.
Se pueden diferenciar dos estilos de escritura dramática en las piezas de Calderón: las obras destinadas a los corrales de comedias, escritas a partir de la fórmula lopesca, se distinguen por su brevedad, comicidad, dinamismo y perfección técnica, además de una expresión sencilla. Mientras que los autos y el teatro cortesano son obras más abstractas, que tratan de poner en escena la visión del mundo de Calderón, por lo que se pierden elementos cómicos y la expresión se hace más compleja.
En cuanto a la métrica, se aprecia una gran unidad, con el empleo mayoritario de versos octosílabos y endecasílabos agrupados en distintos tipos de estrofas.
La extensa producción dramática de Calderón puede clasificarse en cuatro grandes grupos: autos sacramentales, dramas de honor, tragedias filosóficas y comedias de enredo.
Calderón es el escritor que mayores logros alcanza en este subgénero teatral. Se trata de piezas en un acto representadas en días de fiesta religiosa, cuyo fin es la difusión y exaltación de los dogmas de la fe católica. Para ello Calderón se sirve hábilmente de la alegoría (representación de conceptos abstractos a través de figuras reconocibles por el público por estar próximas a su realidad cotidiana). De entre la centena de autos escritos por Calderón destacan El gran teatro del mundo y A Dios por razón de estado.
En estas obras el marido protagonista, llevado por el imperativo social del honor, debe vengar con sangre el engaño de su mujer (o la más remota sospecha de él), por mucho que su razón y sus sentimientos se rebelen contra esta absurda ley no escrita. Son piezas de este tipo El mayor monstruo, los celos, El médico de su honra o El pintor de su deshonra.
Recogen el conflicto entre el destino y el libre albedrío en el espíritu de un protagonista que aprende a dominar su pasión, a triunfar sobre lo que estaba supuestamente predestinado a vivir y a comprender que la realidad es vano engaño. Este es el eje temático de obras como La vida es sueño, El mágico prodigioso y La hija del aire.
Destinadas a los corrales de comedias, su asunto básico es el enredo amoroso con final feliz. En ellas Calderón pone en juego los componentes típicos de esta clase de obras (celos, disfraces, malentendidos, etc.). Destaca la pieza de La dama duende. Calderón es además autor de dramas bíblicos y mitológicos, piezas breves, etc.
La fórmula dramática de Lope de Vega tuvo numerosos seguidores, entre los que destaca Tirso de Molina (seudónimo del fraile Gabriel Téllez), su mejor discípulo y mayor representante de la escuela lopesca.
Tirso de Molina aporta rasgos propios a la fórmula dramática de Lope. Respecto a los personajes, es perceptible una mayor profundidad psicológica en su construcción y llama la atención la presencia de mujeres más decididas, que a veces muestran su independencia y manifiestan su desacuerdo con su situación, hasta el punto de vengarse ellas mismas de los hombres que las agravian.
Con respecto a los temas, son frecuentes el libre albedrío, la predestinación y la salvación del alma, que aparecen también en Calderón.
En cuanto al estilo, Tirso emplea un lenguaje rico con influencias culteranas, y destaca el tono realista que imprime a la representación de las costumbres de la época.
La labor dramática de Tirso de Molina abarca los subgéneros teatrales habituales en este siglo, de forma que se puede clasificar en los siguientes grupos:
Escritor gaditano, considerado uno de los máximos representantes del pensamiento ilustrado en España. Su obra, de estilo depurado y sobrio, tiene una clara intención moralizante. Sus relatos más importantes son los siguientes:
Es la que más fama dio a Cadalso. En ella satiriza la erudición superficial exhibida en algunas tertulias de la época, un tenue barniz cultural que no engaña a personas realmente cultas.
Novela dialogada relacionada con el fallecimiento de la actriz María Ignacia Ibáñez, de la que Cadalso estaba enamorado. La obra, dividida en 3 noches, relata la desesperación de Tediato, su protagonista, ante la pérdida de su amada, cuyo cadáver desentierra. Algunos aspectos que lo vinculan con el Romanticismo han sido señalados por la crítica.
Cadalso redacta noventa cartas que integran una narración de viajes y la reflexión ensayística sobre la realidad de España. Los corresponsales son tres y representan diferentes posturas:
