Portada » Arte » La Influencia Romana en el Arte y la Arquitectura de Hispania
La conquista de Hispania por los romanos comienza en el 218 a.C. y finaliza en el 19 a.C. Con su expansión, Augusto sometió a toda la península en el año 27 a.C., haciendo que esta adoptara las costumbres, la lengua y las leyes romanas, proceso llamado romanización.
La romanización en la Península fue muy irregular: el sur y el levante fueron los territorios más romanizados y que antes aceptaron la civilización romana (la religión politeísta, las magistraturas urbanas, el uso de la moneda, etc.); mientras que en el centro, en el norte y en el oeste peninsular, la influencia romana fue menos intensa.
También en el arte, Hispania seguirá el modelo de Roma, realizándose especialmente obras de ingeniería, como:
En el centro del puente se erigió un Arco del Triunfo o de Trajano de diez metros de altura para conmemorar las victorias del emperador.
Otras obras de ingeniería destacadas en Mérida son:
Los ejemplos de urbanismo romano abundan en Hispania. El trazado, inspirado en el rito etrusco, tiende al esquema octogonal en las ciudades de nueva planta como Regio (León), antiguo campamento romano. También destacan los edificios públicos, de manera especial los edificios de espectáculos (teatro de Mérida y anfiteatros de Mérida e Itálica, en Sevilla) y los templos, como el templo de Diana en Mérida, situado en lo que fue el foro central de la ciudad. Se eleva sobre un podio revestido de sillares bien recortados dispuestos a soga y tizón. Su planta es rectangular, con un pórtico hexástilo (de seis columnas), y rodeado de columnas, períptero. Estas, de fuste estriado, están coronadas por capiteles corintios.
Roma también levantó en Hispania arcos conmemorativos, como el arco de Cáparra en Cáceres, situado sobre la Vía de la Plata. Es un arco de tipo tetrapylum (cuatro puertas), en relación con las cuatro entradas del foro, estando situado en el centro del mismo. Presenta una planta cuadrada algo irregular y grandes sillares con almohadillado de terminación tosca. Consta de zócalo, cuerpo intermedio (pilares) y arquivolta.
De las artes figurativas, que también siguen el modelo de la capital, destacan las imágenes de dioses como las de Diana y Mercurio de Itálica (Sevilla), ambas de mármol blanco pertenecientes al periodo imperial. La diosa de la caza presenta sus habituales atributos iconográficos: las botas altas, el chitón (túnica), el manto y la diadema en forma de media luna. No lleva carcaj (estuche portátil para las flechas), pero sí la correa para sostenerlo, que le cruza el pecho. La figura se apoya en un tronco de árbol cubierto por una piel de cervato.
Al dios mensajero se le representa desnudo, con una clámide que le cubre el pecho y parte de la espalda. Carece de rostro y brazos, y aparece adelantando la pierna derecha, sobre la que apoya el cuerpo, dejando la otra en posición exonerada. De rasgos idealizados, tiene alas en los tobillos y le acompaña una lira que sitúa junto al pie derecho.
En Itálica también hubo una estatua de Trajano divinizado, prueba de la importancia que tuvo en Hispania el culto imperial. En Mérida se ha hallado una imagen de Mitra, dios de origen oriental cuyo culto estaba muy extendido entre los soldados veteranos que ocuparon la ciudad.
Durante el Bajo Imperio (siglos III y IV) hubo en la península Ibérica riquísimas villas en las que se han encontrado mosaicos de temas eruditos, como los de la villa de la Olmeda.
