Portada » Filosofía » Fundamentos del Platonismo: Metafísica, Alma y la Teoría de las Ideas
Platón, cuyo nombre verdadero era Aristocles, nació en Atenas en el año 427 a.C. en el seno de una familia aristocrática. Su madre descendía de Solón, el famoso legislador ateniense, y su padre del legendario Rey Codro. Su apodo “Platón” (que significa “de anchas espaldas”) probablemente le fue dado por su complexión física o por su estilo amplio de pensamiento. De joven recibió una educación esmerada. Se interesó primero por la poesía y la política, pero su vida cambió profundamente al conocer a Sócrates hacia el año 407 a.C., cuando tenía unos veinte años. Desde entonces se convirtió en su discípulo y seguidor fiel.
La ejecución injusta de Sócrates en el 399 a.C. lo marcó para siempre, generando en él una profunda desconfianza hacia la política ateniense y el deseo de construir, mediante la filosofía, una sociedad justa donde no pudiera repetirse la muerte de un hombre sabio. Tras la muerte de su maestro viajó por Egipto, el sur de Italia y Sicilia, donde conoció a Dionisio I, tirano de Siracusa. Platón intentó convencerlo de aplicar sus ideas políticas, pero fracasó y fue incluso vendido como esclavo. Un amigo, Anniceris de Cirene, lo rescató.
De regreso a Atenas fundó hacia el 387 a.C. la famosa Academia, considerada la primera institución universitaria de Occidente, donde enseñó durante 40 años. Murió alrededor del 347 a.C., probablemente en Atenas. Su propósito fue siempre formar filósofos-gobernantes, capaces de dirigir la ciudad según la justicia y la razón.
Platón escribió casi toda su filosofía en forma de diálogos, donde el personaje principal suele ser Sócrates. Su pensamiento evolucionó, por eso sus obras se dividen en varias etapas:
Son los primeros y más fieles a las ideas de Sócrates. Se centran en la virtud, la moral y la búsqueda del conocimiento, aunque no aparece aún la Teoría de las Ideas.
Reflejan su viaje a Sicilia y el inicio de su pensamiento propio. Se nota la influencia del pitagorismo (números, armonía) y aparecen las primeras ideas sobre el alma inmortal y las Ideas universales.
Son los más importantes, donde desarrolla plenamente sus grandes teorías: las Ideas, el alma, el amor y el Estado ideal.
Platón revisa sus ideas y se vuelve más analítico y lógico. El personaje de Sócrates desaparece y el estilo es más técnico.
Trata temas cosmológicos, históricos y políticos con una visión más conservadora.
Es el núcleo de su pensamiento. Según Platón, existen dos mundos:
La relación entre ambos mundos es de imitación o participación: las cosas imitan las Ideas y existen gracias a ellas. De este modo, el conocimiento verdadero no se obtiene por los sentidos (que solo perciben apariencias), sino por la razón, que capta las Ideas. El mito de la caverna (en La República) simboliza esta teoría: los hombres viven encadenados viendo sombras (mundo sensible), pero el filósofo logra salir y ver el Sol, que representa la Idea del Bien, origen de todas las demás Ideas.
En su vejez, Platón explica el origen del universo en el Timeo. Dios es presentado como el Demiurgo (“artesano divino”) que ordena una materia caótica tomando como modelo el mundo de las Ideas. El Demiurgo no crea de la nada, sino que da forma a la materia según el modelo perfecto del mundo inteligible. El Cosmos es, por tanto, un ser vivo dotado de Alma del Mundo, ordenado, armonioso y esférico. Su movimiento responde a proporciones matemáticas (influencia pitagórica) y al tiempo, que Platón llama “imagen móvil de la eternidad”.
El ser humano está compuesto por alma y cuerpo, pero el alma es lo esencial. Platón considera al cuerpo como la cárcel del alma (soma-sema) y cree que el hombre es su alma. El alma es inmortal, divina y semejante a las Ideas, por lo que puede conocerlas.
Cuando cada parte cumple su función y la racional domina, hay justicia interior. El alma es inmortal y pasa por sucesivas reencarnaciones (metempsícosis). Según el mito de Er (al final de La República), tras la muerte las almas son juzgadas y recompensadas o castigadas según su conducta, y luego vuelven a encarnarse. Solo las almas puras regresan al Mundo de las Ideas.
El conocimiento verdadero no proviene de los sentidos, sino del alma que recuerda lo que ya conocía antes de unirse al cuerpo. Esto se llama teoría de la reminiscencia (anámnesis): aprender es recordar. Los grados del conocimiento se ordenan así (según La República):
La dialéctica es el método que permite al alma ascender desde lo sensible hasta la Idea suprema: el Bien, que ilumina todo lo demás, como el Sol en el mundo inteligible.
El amor es una fuerza que impulsa al alma a ascender hacia la perfección y la belleza.
En El Banquete, el amor comienza con la atracción por un cuerpo bello, sigue con la admiración por la belleza de todas las almas y termina con la contemplación de la Belleza en Sí, eterna y pura.
En Fedro, Platón describe al alma como un carro alado que busca elevarse hacia el mundo divino.
El verdadero amor es, por tanto, espiritual, filosófico y purificador, no meramente físico: de ahí el término “amor platónico”.
Platón considera que la virtud (areté) es la perfección del alma. Retoma el pensamiento de Sócrates: la virtud es conocimiento, pero añade que debe estar guiada por la razón y la armonía.
El Estado justo refleja la estructura del alma humana:
La justicia política consiste en que cada clase cumpla su función sin entrometerse en las otras.
Platón defiende un Estado aristocrático del saber, donde gobiernen los filósofos. Critica la democracia por su desorden y manipulación, y la tiranía por su injusticia. En su evolución política, pasa de una utopía ideal (en La República) a un Estado más duro y conservador en Las Leyes, con normas estrictas y vigilancia total para evitar la corrupción.
