Portada » Lengua y literatura » Evolución de la Literatura Española: Del Realismo al Novecentismo (1868-1936)
Entre 1868 y finales del siglo XIX, España experimentó una gran inestabilidad política. Este periodo se inició con la Revolución La Gloriosa, que provocó la caída de Isabel II y dio paso al Sexenio Democrático, la breve monarquía de Amadeo de Saboya y la I República. Más adelante, con la Restauración borbónica, Alfonso XII instauró un sistema bipartidista (conservadores y liberales) basado en un turno pacífico, pero sustentado en el caciquismo y el fraude electoral.
Económicamente, hubo un desarrollo industrial y ferroviario que consolidó a la burguesía, aunque las clases populares quedaron marginadas, propiciando el surgimiento del movimiento obrero (PSOE, UGT). Culturalmente, el krausismo, cuyo fruto más notable fue la Institución Libre de Enseñanza, defendió una educación ética y científica, mientras el positivismo ganaba terreno y la prensa experimentaba un gran auge, difundiendo las obras de la época y debates como el Naturalismo.
El Prerrealismo surgió en España a mediados del siglo XIX como una etapa de transición entre el Romanticismo y el Realismo, que mezcló elementos románticos y realistas. Sus figuras más importantes fueron Fernán Caballero, con La gaviota, y Pedro Antonio de Alarcón, autor de El sombrero de tres picos.
El Realismo se consolidó en España a partir de 1870, tras la Revolución de La Gloriosa, como una reacción contra el subjetivismo romántico. Influido por autores europeos como Balzac y Flaubert, este movimiento buscaba reflejar la sociedad contemporánea con veracidad y objetividad. Sus novelas se caracterizan por descripciones minuciosas, un lenguaje adaptado a la condición social de los personajes y tramas que exploran el conflicto entre el individuo y su entorno.
Técnicas como el narrador omnisciente, el estilo indirecto libre y los diálogos naturales fueron esenciales para lograr una representación fiel de la realidad.
El Naturalismo, impulsado por Émile Zola, fue una radicalización del Realismo que aplicaba el método científico a la literatura, defendiendo que el carácter humano está determinado por la herencia biológica, el medio social y las circunstancias históricas. En España, su recepción fue crítica; los autores aceptaron la influencia del medio, pero rechazaron el determinismo absoluto, reivindicando la capacidad de elección moral.
Este movimiento introdujo temas hasta entonces marginales (miseria, violencia, patologías sociales) y enriqueció las técnicas descriptivas del Realismo.
La poesía a finales del siglo XIX se alejó del Romanticismo con un lenguaje más directo y una mirada social. Poetas como Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce buscaron nuevas formas de expresión, aunque con notables diferencias entre ellos.
El teatro realista de finales del siglo XIX en España se caracterizó por tres tendencias:
Federico García Lorca, poeta y dramaturgo de la Generación del 27, escribió Bodas de Sangre en 1931, durante la II República Española. Este período, marcado por un auge cultural y fuertes tensiones sociales, influyó en la obra de Lorca, quien reflejó en ella las preocupaciones de la sociedad española de la época. La obra culmina en un desenlace fatal, donde la pasión y el destino trágico conducen a la muerte de los amantes. Bodas de Sangre es una reflexión sobre el poder del destino y la lucha entre el deseo y las convenciones.
El Fin de Siglo es una época marcada por la crítica a los valores burgueses y la pérdida de fe en la razón y el progreso. Se manifiesta en movimientos artísticos como el Modernismo, el Simbolismo y el Decadentismo, y se caracteriza por el sentimiento antiburgués, el esteticismo, el irracionalismo y el deseo de evasión. En España, este período coincide con la Regencia de María Cristina y los primeros años del reinado de Alfonso XIII, y está marcado por el Desastre del 98, que simboliza la decadencia del país, la deslegitimación del sistema político de la Restauración debido al turno de partidos y el caciquismo, y el aumento de la conflictividad social y el auge del anarquismo, lo que genera un clima de crisis generalizada y pesimismo.
El Modernismo es un movimiento literario que nace en Hispanoamérica alrededor de 1880, liderado por Rubén Darío (Azul, Prosas Profanas, Cantos de vida y esperanza), como una reacción contra la poesía prosaica y vacía del Realismo. Busca una renovación estética, la belleza absoluta y la perfección formal como justificación de la vida, rechazando la vulgaridad y lo cotidiano. Es una síntesis del Parnasianismo (énfasis en la forma y temas exóticos) y el Simbolismo (uso de símbolos para expresar lo inefable).
Su temática es dual:
El Modernismo se distingue por una renovación métrica y estilística, con el uso de nuevos metros, rimas inusuales y un lenguaje rico en imágenes y sinestesias. En España, el movimiento tuvo una versión más intimista, aunque influyó en autores como Antonio Machado (Soledades) y Juan Ramón Jiménez (Arias tristes), quienes evolucionaron hacia estilos más personales.
La Generación del 98, más que un movimiento literario, fue un grupo de escritores españoles que, tras el desastre de 1898, denunciaron la decadencia de España y buscaron su renovación social y política. Entre sus figuras clave destacan Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Pío Baroja y Azorín.
En el teatro, coexistieron un teatro comercial, exitoso entre la burguesía, y un teatro innovador que buscaba nuevas fórmulas dramáticas.
Se subdivide en tres categorías:
El Novecentismo aparece en España en un momento de inestabilidad política (conflictos, dictadura, etc.) y es impulsado por la Generación del 14, liderada por Eugenio D’Ors. Buscaban modernizar el país y una expresión estética más cuidada, influenciados por ideas previas como el regeneracionismo y la Generación del 98. La Primera Guerra Mundial generó debate ideológico en España, situándose los novecentistas generalmente del lado aliado.
El Novecentismo se caracteriza por un fuerte deseo de renovación y modernización del país, manifestado en un reformismo que busca la regeneración de España a través de:
El Novecentismo se caracteriza por la búsqueda de un arte «puro» y deshumanizado, influenciado por las vanguardias europeas y el ambiente de desilusión tras la Primera Guerra Mundial. Este arte se aleja de los sentimientos y las emociones, y se dirige a una minoría selecta, capaz de apreciar su complejidad y sofisticación. Los novecentistas conceden una gran importancia al lenguaje, buscando la precisión, la claridad y la elegancia. Se inspiran en los modelos clásicos, buscando la serenidad y el equilibrio, y evitan el sentimentalismo y la exaltación.
El ensayo fue fundamental para la difusión de las ideas novecentistas, especialmente en lo que respecta a la visión de España y la nueva concepción del arte. Ortega y Gasset, figura central de este género, influyó profundamente en el pensamiento de la época con obras como La deshumanización del arte, donde analiza el arte moderno como un fenómeno minoritario, intelectual y alejado de los sentimientos humanos.
Los autores novecentistas buscaron romper con las formas tradicionales, experimentando con nuevas estructuras narrativas y explorando temas universales desde una perspectiva simbólica y conceptual.
Juan Ramón Jiménez, una figura central de la lírica del siglo XX y Premio Nobel, ejerció una notable influencia en la poesía pura y en la Generación del 27, impulsado por la búsqueda de la belleza, la eternidad y el conocimiento. Su obra evolucionó desde un subjetivismo sentimental hacia una poesía abstracta y metafísica, dividiéndose en tres etapas:
