Portada » Historia » La Restauración Borbónica en España: Orígenes, Características y Constitución de 1876
Este documento aborda el periodo histórico conocido como la Restauración Borbónica en España, un tema fundamental para comprender la evolución política y social del país.
Para entender correctamente este periodo, debemos remontarnos al momento final de la Primera República Española. La creciente inestabilidad y la incapacidad de los diferentes gobiernos para hacerle frente propiciaron el aumento de la influencia del denominado Partido Alfonsino, activo desde la monarquía de Amadeo de Saboya. Este partido defendía la Restauración de los Borbones como único garante de la ansiada estabilidad.
Los diversos conflictos arrastrados durante buena parte del Sexenio Democrático, unidos a la creciente influencia del movimiento obrero, llevaron a que los grupos más conservadores vieran el retorno de los Borbones como la única oportunidad de devolver el orden y la estabilidad al país. Al mismo tiempo, el ejército recuperó su tradicional protagonismo e intervencionismo en la política de la nación.
Así, el 29 de diciembre de 1874, los acontecimientos se precipitaron cuando Arsenio Martínez Campos, tras un pronunciamiento en Sagunto, proclamó la restauración de los Borbones en la persona de Alfonso XII, hijo de la exiliada Isabel II. Previamente, Antonio Cánovas del Castillo redactó el 1 de diciembre un manifiesto que el príncipe firmó en Sandhurst (academia militar inglesa donde completaba su formación). En este manifiesto se resumían los objetivos básicos de la nueva monarquía: su carácter conservador y católico, la defensa del orden social y la garantía del funcionamiento del sistema político liberal.
Con estos dos hechos, dio comienzo la Restauración, un periodo bastante amplio en la historia de España, que finalizó en 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera, o, si se prefiere, hasta la proclamación de la Segunda República en 1931. La extensión del periodo motivó su división en dos etapas, tomando como referencia el Desastre del 98, que supuso el fin del Imperio colonial español y llevó a la necesidad de adoptar medidas que condujeran a la regeneración del país.
Esta etapa presentó tanto aspectos positivos como negativos:
En la configuración de los rasgos definitorios del periodo, fue una figura de esencial importancia Antonio Cánovas del Castillo, fundador del Partido Alfonsino, que aglutinaba a progresistas, moderados y unionistas. Precisamente fue este quien asumió la regencia hasta la llegada de Alfonso XII.
Para dotar de legalidad al nuevo régimen, fue aprobada el 30 de junio de 1876 una nueva Constitución, con la que se intentaron sentar las bases del nuevo sistema. Esta se caracterizó por su carácter conservador (influida por la de 1845) pero, al mismo tiempo, incorporó algunos de los principios democráticos de la Constitución de 1869. Era una constitución breve, con tan solo 89 artículos, y se caracterizaba por ser ambigua y flexible. Sus rasgos esenciales fueron: