Portada » Historia » Evolución Histórica de la Península Ibérica: Reconquista, Repoblación y Sociedad Medieval
Este apartado describe las grandes etapas y las causas generales que condujeron al mapa político de la Península Ibérica al final de la Edad Media.
El punto de partida de este reino fue la batalla de Covadonga. Con Alfonso I, la capital del reino se estableció en Cangas de Onís, ampliando pronto su radio de acción hacia el este: Cantabria, Vizcaya, Álava. Con Alfonso II, la corte se trasladó a Oviedo. En el siglo IX tuvo lugar la expansión hacia el sur. En el año 900 se llegó hasta el Duero (Alfonso III): esta era una zona de tierra de nadie. Se creaban aldeas y se ocupaba la tierra mediante la presura. En el siglo X, la expansión se paralizó por la fortaleza del Califato de Córdoba.
En 778, Carlomagno intentó controlar el valle del Ebro, intento que se saldó con un fracaso tras su derrota a manos de los vascones en Roncesvalles. Estos hechos están en el origen del Reino de Pamplona, Aragón y los Condados Catalanes.
La caída de los almohades dio lugar a la mayor expansión cristiana en el siglo XIII.
Jaime I conquistó Baleares y Valencia, lo que dio lugar a repartimientos de tierras en Mallorca (entre catalanes sobre todo) y en Valencia entre catalanes y aragoneses. En Valencia se produjo una fuerte presencia de mudéjares por dos razones: la negativa de los nobles aragoneses a permitir la salida de sus campesinos, dada la escasa población del reino; y Jaime I quiso limitar el protagonismo de los nobles en esta repoblación.
En este siglo se produjo la conquista del valle del Guadalquivir y el reino de Murcia por Fernando III. Además, Alfonso X conquistó Cádiz. Estas conquistas también dieron lugar a la ocupación mediante el sistema de repartimientos: la entrega por parte de los reyes a sus compañeros de armas y soldados de tierras e inmuebles arrebatados a los musulmanes. En el sur surgió así un grupo numeroso de terratenientes y medianos propietarios.
Esta zona tuvo que ser repoblada nuevamente porque se había quedado vacía y abandonada.
Esta zona fue repoblada de una forma distinta a la de la anterior etapa, ya que no estaba vacía, sino que estaba habitada por gente de otras culturas. Por esto, fue más difícil llevar a cabo la repoblación. Ante esta situación, lo que se hizo fue reorganizar la sociedad.
En esta época se llevó a cabo la reorganización de la sociedad, al igual que en la etapa anterior, y también surgieron dos nuevos modelos de repoblación:
Durante esta época, en la península, existía un sistema feudal (sistema social, político y económico que se desarrolló en toda Europa durante la Edad Media). El feudalismo se caracterizaba por una sociedad estamental. Un estamento era un grupo social al que se pertenecía por nacimiento. Los estamentos eran cerrados, es decir, era imposible cambiar de estamento. Había tres estamentos y estos eran: Nobleza, Clero y Campesinos. Cada estamento era diferente, tenía sus propias leyes y vivía muy marcado por la función que cada uno desempeñaba (Nobleza: Luchar; Clero: Rezar; Campesinos: Trabajar).
Eran los que tenían los grandes títulos. Tenían un gran prestigio social y grandes posesiones territoriales. Eran privilegiados de alto rango. Existía el mayorazgo, que consistía en que todas las propiedades de un noble pasaban directamente a su primogénito, mientras que a los demás hijos se les recolocaba en un alto cargo eclesiástico.
Eran los que tenían títulos pequeños. Tenían menos prestigio social que la alta nobleza. Tenían menos propiedades y, además, las que poseían eran de menor tamaño. Había campesinos que vivían en mejores condiciones que estos nobles.
Eran los Obispos, Abades, el Papa, etc. Poseían grandes propiedades. En este grupo se encontraban los hijos de nobles que no eran los primogénitos. El alto clero vivía en las mismas condiciones que la alta nobleza. A este grupo no se accedía por vocación.
Eran los Sacerdotes. No tenían propiedades, sino que vivían en la parroquia de su villa. Los pertenecientes a este grupo accedían a él por vocación. Eran campesinos que se convertían por sus creencias. Trabajaban las tierras al igual que los demás campesinos.