Portada » Historia » El Franquismo en España: Ideología, Evolución y Represión Post-Guerra Civil
El Franquismo fue una dictadura encabezada por Francisco Franco en España desde 1939 hasta 1975, tras la victoria del bando franquista en la Guerra Civil. Su régimen se caracterizó por el autoritarismo, la concentración de poder en la figura de Franco, la represión política y la ausencia de democracia.
El régimen se apoyó en tres pilares fundamentales:
Durante esta etapa se establecieron las Leyes Fundamentales, como el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Sucesión (1947) (que estableció a España como reino) y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).
Franco designó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor en 1969, pero tras la muerte del dictador en 1975, el nuevo rey inició la Transición a la democracia en España.
Nos encontramos ante una fuente primaria, pues se trata de una fotografía y es un documento histórico. Su contenido es social, el autor es anónimo y el destinatario es el público.
Comentaremos una imagen que nos muestra cuatro mujeres rapadas tras la Guerra Civil. Esta era una práctica habitual contra las mujeres republicanas o contra las sospechosas de haber mantenido algún tipo de relación con políticos o militares republicanos, y podemos ubicarla a finales del año 1939 o comienzos de los años 40.
Podemos observar a cuatro mujeres; una de ellas lleva a un niño en brazos al cual mira con pena. Todas, en general, muestran sufrimiento, resignación y valentía.
Como ya dijimos antes, a las mujeres que se habían significado se les aplicaba todo tipo de humillaciones: palizas, violaciones, rapados de pelo, tomas de aceite de ricino, paseos públicos. También sufrieron la cárcel, juicios militares y ejecuciones.
La idea fundamental es mostrar la represión del franquismo.
A comienzos de marzo de 1939, el coronel Casado lideró una sublevación contra el gobierno republicano con la intención de poner fin a la Guerra Civil mediante un acuerdo entre militares que redujera las represalias de los vencedores. Casado tomó el control de Madrid tras un enfrentamiento con los comunistas y creó una Junta de Defensa para negociar la paz con Franco. Sin embargo, Franco solo aceptó una rendición incondicional y exigió la entrega de las armas. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid con poca resistencia, y en los días siguientes, la zona mediterránea fue ocupada. El 1 de abril, se emitió el último parte de guerra desde Burgos, anunciando el fin del conflicto. Desde julio de 1937, tras el golpe de Estado, se impuso una dura represión en ambos bandos contra aquellos considerados enemigos, como aristócratas, burgueses, militares, religiosos y afiliados a partidos de derechas, así como trabajadores, clases medias liberales y miembros del ejército que no apoyaron a los sublevados. Cualquier sospechoso podía ser ejecutado, y se produjeron frecuentes asaltos a prisiones, “paseos” y “sacas”. Entre los episodios más graves se destacan los asesinatos de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz en noviembre de 1936, perpetrados por los republicanos, y las ejecuciones masivas.
Es un discurso pronunciado por Manuel Azaña el 18 de julio de 1938, simultáneamente a la Batalla del Ebro.
Su origen es de fuente primaria, el contenido es político-social y por su forma es histórico-circunstancial. El autor es individual, el mismo Manuel Azaña, presidente del Gobierno y de la II República, y que perteneció a la Alianza Republicana.
El destinatario es colectivo y su finalidad es mostrar la situación de la Guerra y pedir la reconciliación de los españoles bajo el lema de “Paz, Piedad y Perdón”.
Las ideas que podemos extraer son que la guerra está llegando a su fin cuando Azaña dice: “La guerra está agotada en sus móviles”; que también es una guerra social porque enfrenta a todos los españoles; que la reconstrucción del país será muy difícil y debe implicar a todos los españoles; y que debe hacerse cuando todo esté tranquilo.
Se trata de una reflexión sobre esa reconstrucción, que ha de hacerse pensando en los que ya no están y debe imponer la máxima “Paz, Piedad y Perdón”.
Los sublevados intentaron tomar Madrid rápidamente, pero la resistencia republicana, reforzada por las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética, impidió su caída. Tras fracasar en el asalto directo en noviembre de 1936, Franco intentó aislar la capital con las batallas del Jarama y Guadalajara en 1937, pero ambas ofensivas fueron rechazadas. En el sur, sin embargo, los republicanos perdieron Málaga. Tras la sublevación, el gobierno republicano se desestabilizó y entregó armas a las milicias populares. En septiembre de 1936, Largo Caballero formó un gobierno de coalición para centralizar el esfuerzo bélico, pero el desorden interno y las divisiones entre comunistas y anarquistas debilitaron la resistencia. Tras la crisis de mayo de 1937, Juan Negrín asumió el poder, reforzó el control estatal y priorizó la resistencia militar, pero el avance franquista y las dificultades internas llevaron al golpe de Casado en marzo de 1939, precipitando la derrota republicana. La Guerra Civil dejó cientos de miles de muertos, exiliados y prisioneros, además de una España devastada en lo económico, social y cultural. La represión y el aislamiento marcaron el inicio de una dictadura que suprimió libertades y destruyó el avance democrático de la II República.
El discurso «Paz, Piedad y Perdón» de Manuel Azaña apelaba a la reconciliación en un país devastado por la Guerra Civil. Consciente del sufrimiento y la violencia, Azaña pedía el fin de las represalias y la construcción de una convivencia basada en el respeto y la justicia. Sin embargo, su llamado no logró evitar la dura represión que siguió al conflicto, mostrando la dificultad de cerrar las heridas de una guerra fratricida.
Las mujeres rapadas tras la Guerra Civil fueron humilladas como castigo por apoyar a la República. Este acto muestra cómo el franquismo no solo usó la violencia, sino también el desprecio y el control sobre las mujeres para imponer su poder y su visión de la sociedad.