Portada » Filosofía » Friedrich Nietzsche: Muerte de Dios, Superhombre y la Transformación Radical de Valores
Sin embargo, aunque Dios ha muerto, han surgido nuevos ídolos como el Estado (Hegel), el progreso y la ciencia (positivismo), que siguen limitando al ser humano. Para Nietzsche, estos sustitutos deben ser igualmente superados. La muerte de Dios conlleva el nihilismo, es decir, la pérdida de valores y sentido. Este nihilismo puede ser negativo, llevando a la desesperación y la inacción, como ocurre en Schopenhauer. Pero Nietzsche propone un nihilismo activo, que impulse la creación de nuevos valores y conduzca al Superhombre, quien afirma la vida con intensidad y sin necesidad de trascendencia.
El Superhombre adopta la doctrina del Eterno Retorno, según la cual todo lo que ha ocurrido volverá a repetirse infinitamente, como un reloj de arena que se invierte constantemente. Esta idea reemplaza la visión lineal del tiempo cristiano por una concepción circular, recuperando la tradición de Heráclito y los estoicos.
El Eterno Retorno otorga importancia infinita a cada acción: si todo ha de repetirse, debemos vivir de manera que deseemos revivir nuestra vida una y otra vez. No hay cielo ni infierno, solo la eternidad de lo vivido. Por ello, Nietzsche insta a vivir según nuestra propia voluntad, aceptando cada momento, incluso los difíciles, y abrazando la existencia con plenitud y autenticidad.
Durante siglos, la filosofía occidental, desde Aristóteles hasta Kant, consideró al ser humano como un animal racional, donde la razón era la característica esencial y debía dominar los instintos y pasiones para alcanzar el ideal de humanidad. Esta visión es compartida por Platón, los estoicos, Descartes y Kant, entre otros.
Sin embargo, Nietzsche, influido por Schopenhauer, invierte esta perspectiva: la razón no domina, sino que está al servicio de los instintos. El motor auténtico del ser humano es la Voluntad de Poder, un impulso vital y afirmativo que guía nuestra conducta. La razón, en este marco, no gobierna, sino que justifica las decisiones de nuestras pulsiones.
El objetivo del ser humano es alcanzar la figura del Superhombre:
Tres estadios hacia el Superhombre:
Con la aparición del niño comienza el Superhombre: un nuevo tipo de humanidad, libre, no sometida a ninguna moral, más allá del bien y del mal, fiel a la tierra y a la vida.
Nietzsche rechaza el concepto tradicional de libertad como decisión racional del yo, ya que niega la existencia de un yo estable y de una voluntad libre. En realidad, hay una pluralidad de instintos en lucha, y lo que llamamos «yo quiero» es simplemente el triunfo de una pulsión sobre las demás.
La libertad, entendida tradicionalmente, es un invento de los sacerdotes para hacer culpables a los hombres y dominarlos. Nietzsche solo admite una libertad entendida como voluntad fuerte y creadora, no sujeta a restricciones morales.
Finalmente, Nietzsche se sitúa en la línea del irracionalismo moderno, junto a pensadores como Marx y Freud, a quienes Paul Ricoeur llamó los «maestros de la sospecha», por su crítica a la conciencia, la razón y los valores establecidos.
Para Nietzsche, el gran error de la moral occidental es su carácter antinatural, ya que va en contra de la vida al reprimir los instintos y las pasiones humanas. Esta moral, basada en el platonismo y el cristianismo, divide la realidad en dos mundos: el mundo terrenal, considerado inferior, y un mundo espiritual prometido como recompensa por la obediencia y la renuncia a los deseos. De este modo, la moral tradicional desprecia la vida y promueve la resignación, convirtiéndose en una moral nihilista, es decir, una moral que niega el valor de la existencia.
En esta visión, han triunfado los valores de Apolo —moderación, obediencia y control— y han sido rechazados los valores de Dionisos, que representan la libertad, la exaltación de la vida y la espontaneidad de los instintos. Nietzsche distingue, entonces, dos tipos de moral:
Es la moral de los débiles, de aquellos que no pueden vivir según los valores de la vida y, por ello, los rechazan. En su lugar, elevan a la categoría de «buenos» valores como la resignación, la obediencia, el sacrificio, el sufrimiento y la compasión. Esta moral surge con el judaísmo y se reafirma con el cristianismo, una religión de esclavos que predica la sumisión y la esperanza en un más allá inexistente. Como no pueden disfrutar de la vida, sienten resentimiento hacia quienes sí lo hacen y los condenan moralmente.
Es la moral de los fuertes, de aquellos que afirman la vida y se rigen por sus propios valores sin someterse a normas impuestas. Es la moral de quienes buscan el placer, el poder y la grandeza, siguiendo sus instintos en lugar de reprimirlos. Esta moral caracterizaba a la Grecia presocrática, antes de la irrupción del platonismo y el cristianismo, y debe ser restaurada por el Superhombre, quien llevará a cabo una transmutación de los valores, devolviendo a la vida su verdadero significado.
Nietzsche sostiene que la moral de los débiles ha dominado Occidente, reflejada en el cristianismo y en el socialismo, donde el Estado se convierte en un nuevo dios que impone normas y reprime la voluntad del individuo. Sin embargo, con la muerte de Dios, es necesario que resurja la moral de los fuertes, que exalta la vida en toda su plenitud y rechaza la sumisión y el conformismo. Solo así el ser humano podrá alcanzar su máximo potencial y vivir con autenticidad.
Nietzsche sostiene que la metafísica tradicional se basa en un uso engañoso del lenguaje y el conocimiento. Los filósofos han creído que conocer es crear conceptos para representar la realidad y captar un supuesto ser inmutable detrás de las apariencias. Sin embargo, si lo real es devenir y singularidad, los conceptos no reflejan la auténtica realidad.
El ser humano cree en verdades universales, pero estas son ilusiones creadas por el lenguaje, que impone uniformidad y oculta la naturaleza cambiante del mundo. Las palabras no expresan cosas en sí, sino relaciones entre los individuos y la realidad.
La ciencia, al establecer leyes y cuantificar la realidad, ignora sus aspectos cualitativos. Desde la Ilustración, ha reemplazado a la religión como fuente de verdad, convirtiéndose en un nuevo dogma.
Nietzsche rechaza la idea de una verdad única y absoluta. La realidad se interpreta desde diversas perspectivas, determinadas por los instintos humanos. Dado que la realidad está en constante cambio, no puede entenderse de forma estática ni conceptual.
Para reflejar mejor la realidad, Nietzsche propone un lenguaje metafórico, literario y artístico que exprese la subjetividad del individuo. Así, la filosofía debe abandonar el dogmatismo y permitir múltiples interpretaciones, fomentando un pluralismo filosófico en el que cada pensador crea su propia visión del mundo.