Portada » Lengua y literatura » Tendencias y Evolución de la Literatura Española: Narrativa y Poesía (1939-Actualidad)
El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco propició un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España.
A consecuencia de esta apertura, se produjeron cambios fundamentales:
Los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años son:
De esta manera, en las últimas décadas conviven diversos grupos de novelistas:
Por otra parte, se pueden identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son:
Este subgénero resurge con especial fuerza. Destaca Manuel Vázquez Montalbán. También pertenecen a esta tendencia algunas novelas de Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa, Beltenebros o Plenilunio). Su última obra, Sefarad, ha sido definida por el autor como «novela de novelas» y es la recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el siglo XX.
Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino, y El hereje, de Miguel Delibes. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, sobre todo en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas, o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez.
Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas son Mortal y rosa (1975) de Francisco Umbral o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, entre otras.
La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero (Te trataré como a una reina, 1981, con defensa de la condición femenina) y la producción novelística de Luis Mateo Díez.
En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas.
En la novela de los autores más jóvenes, se observa la tendencia de tratar los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura.
A partir de 1939, son varias las tendencias de la poesía de posguerra:
Los primeros años de la posguerra (décadas de los 40 y 50) destacan por el proceso de rehumanización iniciado en 1927 y por la Generación del 36, donde hay autores que orientan su camino hacia dos corrientes:
Basada en relatos tradicionales, mantiene las formas clásicas (sonetos), los principios de perfección formal, claridad, sencillez y orden. Usaban como tema principal el sentimiento religioso, el amor y el paisaje. Destacan Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero, Luis Vivanco (El descampado), Dionisio Ridruejo (Sonetos a la piedra) y José García Nieto.
Es opuesta a la arraigada y surge tras la publicación de Hijos de la ira de Dámaso Alonso y de Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre. Se trata de una poesía de corte existencial y angustiosa. Además, existe la revista Espadaña, fundada por Victoriano Crémer (La espada y la pared) y Eugenio de Nora. Aparte de estos, hay otros como Carlos Bousoño o Pablo García Baena, quien representó al Grupo Cántico.
A partir de aquí surge la Poesía Social de protesta, relacionada con el realismo social. Destaca un poeta solidario como Blas Otero (Pido la paz y la palabra) y Gabriel Celaya (Cantos íberos).
Otros autores como Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y Bousoño crearon poesías con el tema de España (injusticias, libertad, alienación), donde sus versos destacan por ser claros, sencillos, prosaicos y con tono coloquial.
En esta etapa hay un balance entre la poesía social y la nueva poética. Autores que destacan son José Hierro (Quinta del 42) y José María Valverde. Los autores más notables son Ángel González, Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo), José Ángel Valente (Poemas a Lázaro), Francisco Brines y Claudio Rodríguez.
Estos poetas se siguen preocupando por el hombre y, además, son inconformistas y escépticos. Hablan en sus obras de la experiencia, por ello surge la poesía de la experiencia. Sus temas vuelven a lo íntimo y su estilo rechaza el patetismo de la poesía desarraigada y el prosaísmo y coloquialismos de la poesía social. Mantienen un estilo depurado, emplean la ironía, buscan un lenguaje personal y prefieren un tono cálido y cordial.
La década de los 70 está marcada por los Novísimos, quienes vuelven a valorar la belleza formal. El bagaje cultural de los autores es amplio, se inspiran en la música, el cine, la ópera o los cómics. Además, combinan los tonos graves con la insolencia frívola y mezclan la belleza del verso con un estilo surrealista y experimental.
Estos autores son Pere Gimferrer (Arde el mar), Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte), Vázquez Montalbán y Martínez Sarrión.
Hay seguidores de Gimferrer o Carnero, como Félix Grande, Carvajal y Ana Rossetti, que desarrollan diferentes líneas: