Portada » Francés » Reflexiones Críticas sobre Ética, Tecnología y Sociedad Actual
El progreso tecnológico ha traído grandes avances que han cambiado nuestras vidas: curas para enfermedades, inteligencia artificial… Sin embargo, esto no siempre va unido a un progreso moral. A veces, la tecnología se usa sin tener en cuenta sus consecuencias humanas, como ocurrió con la creación de la bomba atómica por Oppenheimer, quien después se arrepintió de su impacto destructivo.
Esto nos obliga a reflexionar sobre si el avance técnico nos hace realmente mejores como sociedad. Una sociedad puede ser muy avanzada tecnológicamente y, sin embargo, retroceder moralmente. Por ejemplo, cuando proliferan discursos de odio, discriminación o desigualdad, a pesar de un mayor desarrollo económico o científico.
El progreso moral implica actuar con justicia, respeto, empatía y responsabilidad. Lo observamos cuando se amplían derechos, como el reconocimiento del matrimonio igualitario o la lucha contra el racismo. En cambio, el uso de la tecnología en guerras, exterminios o control social muestra lo contrario: que sin ética, la ciencia puede convertirse en una herramienta peligrosa. El caso de Oppenheimer es un claro ejemplo.
Vivimos de cara al exterior, obsesionados con el éxito o la tecnología, pero por dentro estamos vacíos. Por eso, el verdadero progreso no es solo técnico o económico, sino también humano y moral.
La gestación por sustitución es una técnica de reproducción asistida en la que una mujer gesta un hijo para otra persona o pareja. Esta práctica genera mucha polémica por las implicaciones éticas, legales y humanas que conlleva. En algunos países está permitida, como en Reino Unido, Grecia o Portugal, pero en otros, como España, está prohibida y cualquier contrato relacionado se considera nulo, incluso si se ha firmado en el extranjero.
Uno de los grandes problemas es la comercialización del cuerpo de la mujer, ya que a menudo esta práctica se basa en el pago económico, lo que puede llevar a una situación de explotación o abuso, especialmente en mujeres en situación vulnerable. Por eso, se insiste en que el deseo de tener hijos es legítimo, pero no puede convertirse en un derecho que se imponga por encima de la dignidad de otras personas.
También se debate el lenguaje utilizado: no es lo mismo decir «gestación subrogada» que «vientre de alquiler«, y esas palabras influyen en cómo se percibe el tema.
Algunos organismos, como el Comité de Bioética de España o el Código de Deontología Médica, han manifestado su rechazo, defendiendo que la dignidad humana debe estar por encima de cualquier interés económico. Incluso se ha comparado esta práctica con una forma de venta de niños. La cita: «Nadie debería ser tan pobre como para tener que venderse, ni tan rico como para contar con el dinero suficiente para poder comprar a otra persona» resume esta preocupación.
Hannah Arendt fue una de las filósofas políticas más importantes del siglo XX, conocida por defender la libertad, la responsabilidad individual y los derechos humanos. Nació en Alemania en 1906 en una familia judía y tuvo que exiliarse debido a la persecución nazi. Fue testigo directo del ascenso del totalitarismo, lo que marcó profundamente su pensamiento.
Vivió y escribió sobre temas como el antisemitismo, el nazismo y el peligro de las ideologías. Denunció cómo los regímenes totalitarios anulaban la capacidad de pensar de las personas, y por eso defendía que «pensar en sí mismo es peligroso«, pero necesario.
Entre sus ideas clave está el «derecho a tener derechos«, una frase con la que insistía en que todos los seres humanos, incluso los apátridas, deben estar protegidos por la ley.
Criticó duramente la propaganda y la manipulación de masas, y en su obra Los orígenes del totalitarismo analizó cómo los líderes totalitarios usaban el miedo y la mentira para controlar a la sociedad.
Afirmaba: «Nunca he amado a ningún pueblo ni colectivo. Solo amo a mis amigos y a las personas«, dejando claro que rechazaba toda ideología que anule al individuo.
Hoy sus ideas siguen siendo muy actuales: «La muerte es el precio que pagamos por la vida que hemos vivido. Es de miserables no querer pagar ese precio.«
La Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más presente en nuestras vidas. Se utiliza en la medicina, en redes sociales, en el trabajo… Su avance plantea preguntas importantes. Como decía Einstein: «La inteligencia tiene un ojo agudo para los métodos e instrumentos, pero es ciega para los fines y valores«.
Hoy en día, muchos datos que producimos sin darnos cuenta son utilizados por algoritmos que deciden por nosotros. Por eso es tan importante que haya transparencia, que sepamos cómo funcionan y que no se conviertan en algo oscuro o imposible de entender. Si no se controlan, se perderá la confianza en estas tecnologías.
Aunque la IA nos ayuda a hacer las cosas más rápido o más barato, eso no significa que siempre mejore nuestras vidas. A veces puede crear desigualdades o tomar decisiones injustas. Por eso, no se trata solo de que avance la tecnología, sino de que avance también con ética y responsabilidad.
La sociedad, y sobre todo quienes trabajan o estudiarán en estos campos, deben tener una formación ética que los ayude a ver más allá de lo técnico. Por muy lista que sea una IA, nunca podrá igualar a la inteligencia humana, que depende también de nuestras emociones, nuestro cuerpo y de cómo nos relacionamos con el mundo.
En los últimos años, desde la pandemia, ha crecido de forma alarmante la violencia hacia los profesionales de la salud. Estas agresiones pueden ser tanto físicas como verbales y se deben a varios factores, como la sobrecarga del sistema sanitario, las listas de espera interminables, la frustración de los pacientes o la falta de empatía en la sociedad actual, donde se busca la inmediatez.
La mayoría de los agresores suelen ser hombres de entre 40 y 60 años, y casi todas las agresiones ocurren en la sanidad pública. Los ataques más frecuentes son los insultos y humillaciones, seguidos de amenazas y, en menor medida, agresiones físicas. A menudo, quienes gritan o imponen su opinión creen tener la razón por encima del criterio médico, olvidando que, como decía Tagore: «La verdad no está de parte de quien grita más«.
Uno de los problemas más graves es que muchos profesionales no denuncian estas situaciones, lo que permite que algunas personas reincidan, convencidas de que no tendrá consecuencias. Por eso, es fundamental que se refuerce la formación de los sanitarios para saber gestionar conflictos, pero también que se eduque a los pacientes para evitar que estas situaciones sigan ocurriendo. La violencia nunca puede ser la respuesta.
La Sociedad del Cansancio: Byung-Chul Han plantea que vivimos en una sociedad donde somos nosotros mismos los que nos presionamos constantemente. Ya no hace falta que nadie nos obligue desde fuera, porque somos nosotros los que queremos ser productivos constantemente, como si no pudiéramos parar. Eso termina generando cansancio, ansiedad y una sensación de soledad.
Hoy en día mostramos todo en redes sociales, pero al mismo tiempo perdemos la capacidad de escuchar de verdad y de conectar con los demás. Estamos más expuestos que nunca, pero también más desconectados. Esa hiperconexión constante, junto con la falta de silencio, nos hace menos empáticos y nos dificulta la concentración.
Además, nos cuesta vivir el presente. Siempre estamos pensando en lo que viene después, en lo próximo que queremos lograr, sin disfrutar lo que ya tenemos. La vida se convierte en una rutina donde solo hacemos cosas sin parar, pero sin sentirlas.
Como salida, Han propone recuperar el valor de lo humano: salir del individualismo, dejar de mirarnos tanto a nosotros mismos y volver a vivir de forma más auténtica. Dice que la esperanza no nos aísla, sino que nos une y nos ayuda a reconectar con los demás.
El Día Internacional del Holocausto: El 27 de enero se recuerda a las víctimas del Holocausto, subrayando la importancia de no olvidar. En campos como Auschwitz, millones de personas fueron asesinadas en condiciones inhumanas. A la entrada del campo se lee una advertencia clara: «Aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla«. En 1933, en medio de una crisis, el nazismo llegó al poder usando la propaganda como arma para manipular a millones, promoviendo el odio y un ideal de sociedad homogénea. Repetían mentiras hasta hacerlas parecer verdad y usaban los medios para eliminar el pensamiento crítico. La propaganda se basaba en mensajes simples, repetitivos y emocionales que anulaban la reflexión.
Autores como Primo Levi y Hannah Arendt advirtieron del peligro de una sociedad incapaz de distinguir entre verdad y mentira. Hoy, esos métodos siguen vigentes a través de discursos de odio y manipulación disfrazados de verdad, lo que muestra que el riesgo de repetir el pasado sigue presente si no mantenemos viva la memoria.
Trump: El Rey Desnudo. Desde que Trump llegó al poder, la democracia en EE.UU. se ha ido deteriorando. La libertad de expresión está totalmente quebrantada, con deportaciones y medidas que afectan a miles de personas, incluso científicos y periodistas. Se siente con el derecho de hacer lo que quiera, sin límites, como si pudiera cambiar la vida de los demás solo por estar en el poder.
Es un narcisista que necesita atención todo el tiempo, quiere que lo admiren y lo teman, y no le importa manipular a sus votantes para conseguirlo. Tiene una gran habilidad para engañar, diciendo lo que la gente quiere oír, aunque no sea verdad. De hecho, ha dicho miles de mentiras durante su mandato, usando esas mentiras como si fueran una estrategia. Además, es una persona muy racista, que ha cometido atrocidades como separar a niños de sus familias en la frontera.
Trump actúa sin escrúpulos, con una actitud autoritaria y grosera. Como en el cuento «El rey desnudo«, su gobierno ha dejado al descubierto su verdadera incompetencia. Se rodea de gente que no se atreve a llevarle la contraria, y así va mostrando públicamente sus vergüenzas.