Portada » Filosofía » Pensadores y Teorías Fundamentales de la Política y la Moral
John Rawls propone que una sociedad justa es aquella en la que no se sabe de antemano qué lugar ocupará cada uno (posición original). Para decidir lo justo, las personas se sitúan tras un «velo de ignorancia«, olvidando sus intereses personales y pensando en el bien común.
Principios de justicia de Rawls que permiten a los firmantes protegerse de situaciones injustas:
Maquiavelo plantea una política basada en el realismo, donde lo fundamental es conservar el poder por encima de consideraciones morales. Para él, el gobernante debe actuar según la eficacia política, aunque ello implique engañar, manipular o emplear la violencia. En El Príncipe, afirma que es mejor ser temido que amado si no se pueden ser ambas cosas, y sostiene que el fin justifica los medios. El gobernante no necesita ser virtuoso, pero sí parecerlo, y debe adaptarse constantemente a las circunstancias. Separa claramente política y moral, defendiendo una visión pragmática y utilitarista del poder.
Maquiavelo fue un pensador renacentista que cambió la forma de entender la política. Su obra más famosa es El Príncipe.
Hobbes parte de una visión negativa del ser humano, al que considera egoísta, violento y en competencia constante con los demás. En el estado de naturaleza, los individuos viven en un caos permanente, donde impera la ley del más fuerte.
Para evitar esta situación, plantea el contrato social, según el cual los individuos ceden su libertad a un poder soberano absoluto (el Estado o Leviatán) que garantice el orden, la seguridad y la paz. Este poder debe ser centralizado, indivisible y obedecido sin cuestionamientos, ya que su legitimidad proviene del consentimiento de los ciudadanos que prefieren renunciar a su libertad a cambio de estabilidad.
Rousseau defiende que el ser humano es bueno por naturaleza, pero es la sociedad la que lo corrompe. En su visión, en el estado de naturaleza las personas vivían en igualdad y libertad, pero la aparición de la propiedad privada introdujo la desigualdad.
Para combatirla, propone un contrato social donde todos los ciudadanos renuncien a su voluntad individual para someterse a la voluntad general, que representa el bien común. Así, se recupera la libertad perdida, pero una libertad civil, vinculada a la ley y la comunidad. En este nuevo modelo, las leyes reflejan la voluntad colectiva y garantizan justicia y libertad para todos.
John Locke parte de una visión distinta del estado de naturaleza, donde los seres humanos ya poseen derechos naturales como la vida, la libertad y la propiedad. Para proteger estos derechos, las personas establecen un contrato social y crean un Estado, pero este debe estar limitado por la ley y ser democrático.
Si el gobierno no respeta los derechos fundamentales, el pueblo tiene derecho a rebelarse. Locke distingue tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, que deben estar separados para garantizar la libertad. Su pensamiento es la base del liberalismo político moderno y de los sistemas democráticos.
El Estado es la comunidad humana que reclama para sí el monopolio legítimo de la violencia física dentro de un territorio (según Max Weber). Es decir, solo el Estado tiene el derecho legítimo de ejercer la violencia, y lo hace a través de instituciones como la policía o el ejército. El Estado busca garantizar el orden, la seguridad y los derechos de sus ciudadanos.
El estado de naturaleza es una situación hipotética previa al Estado, donde los seres humanos vivían sin leyes ni estructuras políticas. Predomina la violencia y el caos. La creación del Estado busca superar ese estado de naturaleza y alcanzar la paz y la convivencia organizada, un paso justificado a través de un contrato social.
Justificación de la existencia del Estado mediante un acuerdo hipotético entre los individuos. Cada ciudadano renuncia a ciertas libertades para que el Estado le garantice derechos (como seguridad, propiedad, libertad).
Platón plantea la política tras la ejecución injusta de Sócrates, su maestro, a manos de los juicios populares del pueblo. Para Platón, el sistema democrático mal llevado puede llevar a la injusticia. Propone una estructura jerárquica de la sociedad basada en su teoría del alma:
Esta estructura forma parte de su idea de la utopía política: una sociedad justa es aquella en la que cada uno ocupa el lugar que le corresponde según su alma.
El Utilitarismo es una teoría ética que defiende que la acción correcta es la que genera la mayor felicidad para el mayor número de personas. Su fundador, Jeremy Bentham, propuso el principio de utilidad y un método para medir el placer llamado felicific calculus, que valora aspectos como la intensidad, duración o cuántas personas afecta. John Stuart Mill perfeccionó la teoría distinguiendo entre placeres superiores (intelectuales, emocionales) e inferiores (físicos), dando más valor a los primeros. En el utilitarismo, se juzga una acción por sus consecuencias, buscando maximizar el bienestar y reducir el sufrimiento. El objetivo final es lograr la felicidad social.
La ética de la virtud, según Aristóteles, se basa en que la virtud no es innata, sino un hábito adquirido mediante la repetición de buenas acciones. Es una disposición estable del carácter que nos lleva a actuar correctamente en diferentes situaciones. El fin último del ser humano es la eudaimonía, es decir, la felicidad o plenitud, entendida no como placer inmediato, sino como una vida realizada, guiada por la razón y acorde a nuestra naturaleza racional.
La felicidad no es lo mismo que el placer: mientras que el placer es pasajero, la felicidad es un estado duradero que se alcanza actuando con virtud. La virtud consiste en elegir el término medio entre dos extremos —exceso y defecto—, empleando la razón (por ejemplo, la valentía como término medio entre la temeridad y la cobardía). Existen virtudes morales, adquiridas con la práctica (como la justicia, la valentía o la templanza), y virtudes intelectuales, que se desarrollan con la educación (como la sabiduría o la prudencia). La prudencia es clave, ya que permite juzgar cuál es el término medio correcto en cada situación. Repetir actos buenos con prudencia forma un carácter virtuoso que guía hacia la felicidad. Para alcanzar la felicidad también se necesitan ciertas condiciones materiales (como comida, salud, ropa o vivienda), sociales (amistades, familia o pareja), así como libertad y determinación, aunque el azar también juega un papel importante.
No existe una moral objetiva universal válida para todas las culturas. Lo que se considera «bueno» o «malo» depende de la costumbre y cultura (moral = acción → costumbre → cultura). La ética, en cambio, busca la universalidad: es una reflexión filosófica sobre qué valores deberían regir en todo momento. Desde la antropología cultural se estudia cómo cada cultura tiene valores morales distintos. Esto lleva a una postura tolerante, pero también plantea problemas si se usa para justificar acciones éticamente cuestionables.
Según Kant, la moral se basa en la razón y no en las consecuencias. Somos racionales y autónomos, por eso podemos actuar por deber (no por interés ni placer). La conciencia moral no es emocional, sino racional. Aunque sientas rechazo por hacer algo, lo importante es hacerlo porque es tu deber.
Es un mandato moral absoluto, válido para todos y en cualquier circunstancia. No depende de deseos personales. Un ejemplo sería: si encuentras una cartera perdida, tu deber es devolverla, independientemente de si te gustaría que te la devolvieran a ti o no. Si mientes para salir de un apuro, según Kant, estás contradiciendo un principio universal (porque si todos mintieran, la verdad perdería su sentido).
Es condicional: «Si quiero X, debo hacer Y». Se aplica para lograr un objetivo concreto (felicidad, placer, éxito). Lo usan otros filósofos, pero Kant lo considera insuficiente para una moral auténtica.
Kant analiza la acción: No es lo mismo conducir a 100 km/h porque lo permite la ley, que hacerlo porque sabes que debes respetar las normas. El valor de una acción depende de la intención con que se hace, no de sus resultados.