Portada » Historia » La Era de las Transformaciones: Industrialización, Expansión Colonial y la Construcción de la España Liberal
En el siglo XIX poseía el mayor imperio colonial, controlando las rutas comerciales marítimas del Atlántico, Índico y Pacífico. En África, los británicos intentaron formar un imperio continuo. Su principal colonia fue India, un territorio de seguridad con numerosa población, que se convirtió en un gran mercado. Los ingleses rivalizaron con Francia.
Fue el segundo gran imperio colonial. Se instalaron en diversas zonas, sobre todo en el Norte de África y el Sudeste Asiático. Los intereses franceses de ocupar África chocaron con los británicos, provocando el incidente militar de Fachoda. Francia consolidó su dominio en una amplia zona que se extendía por África Occidental.
Serie de transformaciones iniciadas en Inglaterra en el último tercio del siglo XVIII: sustitución del hombre por máquinas, de fuentes de energía animal y natural por energía mecánica, y uso de nuevas materias primas.
El aumento de la demanda impulsó innovaciones tecnológicas:
Descenso de la mortalidad y alta natalidad, debido a mejoras en la producción, la medicina y la higiene. Consecuencias: Aumento de la población y la esperanza de vida, y grandes migraciones a América.
Serie de innovaciones técnicas, destacando la creación de la máquina de vapor, que utiliza carbón como combustible original y sustituye antiguas fuentes de energía. Esto aumentó la productividad, disminuyó los costes de producción y generó mayor demanda y beneficios.
Se inauguró la primera línea de pasajeros y se extendió por todo el continente. Esto generó nuevos mercados, mejoras de aprovisionamiento en ciudades, disminución en el tiempo del transporte y aumento de la carga. Cambió la localización de ciudades e industrias y estimuló la minería y la siderurgia.
A finales del siglo XIX, cambió el proceso de industrialización con nuevas fuentes de energía y nuevas industrias.
En un primer momento, los trabajadores consideraron al maquinismo culpable de su situación. Apareció un movimiento centrado en la destrucción de fábricas: el Ludismo.
Algunos obreros consideraron más útil la práctica del asociacionismo para defender intereses comunes. Esto dio lugar a la aparición de sociedades de socorros mutuos y, luego, a la creación de los primeros sindicatos en Inglaterra. Su objetivo era lograr mejoras en las condiciones de trabajo.
La primera corriente de pensamiento del obrerismo fue el Socialismo Utópico. Sus representantes reclamaban una sociedad más igualitaria en lo social y económico, defendiendo una vía idealista y pacífica.
El sistema se basa en la doctrina liberal:
La primera huelga importante ocurrió en 1869. Las ideas de la Internacional (AIT) llegaron a España, suponiendo la entrada de ideas marxistas y anarquistas. El anarquismo tuvo muchos seguidores en Andalucía y Cataluña, creando el sindicato CNT en 1910.
El marxismo tuvo éxito en Madrid, el País Vasco y Asturias. En 1879, Pablo Iglesias creó el PSOE, y años después fundó la UGT.
Hubo dos desamortizaciones (consistentes en la venta pública en subasta de bienes que no pertenecían al individuo privado):
Fracasaron como intento de reforma agraria, ya que la mayoría de las tierras fueron compradas por la burguesía que ya poseía grandes extensiones, contribuyendo a crear grandes latifundios. La propiedad era muy desigual, destacando los latifundios (sobre todo en el sur) y los minifundios (en el norte). Los cultivos predominantes eran: cereal en la Meseta, maíz y patata en el norte, cítricos en el Levante, viñedos en Cataluña y olivares en Andalucía.
España sufrió una crisis agraria por la llegada de cereal barato desde América. También hubo crisis en la viticultura.
Se empezó a construir en España en 1848, pero no tuvo un desarrollo importante hasta la Ley de Ferrocarriles de 1855. Hubo un crecimiento intenso en los años siguientes, pero se hizo con materiales importados, lo que no benefició a la industria siderúrgica nacional. La mayoría de las empresas eran extranjeras. La red de ferrocarril tuvo un trazo lineal y un ancho superior al europeo, lo que dificultó la conexión con Francia.
A finales del siglo XIX, se produjo una revolución en el modelo de fabricación y dirección de empresas. Se buscó la eficacia y la racionalidad obrera para rentabilizar la mano de obra. La nueva complejidad técnica obligó a buscar rentabilidad y evitar la competencia, tanto mediante técnicas como económicas.
La población creció de manera notable en España, aunque menos que en otros países europeos.
Una consecuencia del crecimiento fue el aumento de la urbanización en ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla.
Comienza con la Revolución Francesa. España declaró la guerra a Francia. Tras las primeras derrotas, se optó por una unión estratégica con los franceses que culminó con el Tratado de Fontainebleau. Napoleón quería ocupar toda la península. Las disputas personales entre miembros de la familia real y las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII llevaron al nombramiento de José Bonaparte como rey.
Hubo un levantamiento popular el 2 de mayo. El levantamiento se generalizó, lo que llevó a convocar las Cortes en la ciudad de Cádiz. Las Cortes plantearon dos objetivos: constituir un nuevo régimen político y promover transformaciones sociales. Se redactó la Primera Constitución (1812).
La Guerra de la Independencia terminó en 1814 gracias a la actuación conjunta de los ejércitos español y británico. El fin de la guerra supuso el regreso de Fernando VII, quien declaró nula la Constitución y restauró las viejas instituciones (Absolutismo).
Después de la muerte del rey, hubo enfrentamientos entre los partidarios del heredero y los de la reina. Los defensores de los valores absolutistas y tradicionales provocaron la Primera Guerra Carlista. La derrota de Carlos supuso el triunfo del liberalismo.
El gobierno quedó en manos de los liberales, divididos en dos tendencias (moderados y progresistas). Ambos se turnaron el poder, con predominio de los moderados. Los relevos en el poder se produjeron en varias ocasiones.
Tras una serie de gobiernos conservadores, los progresistas decidieron una acción conjunta que les condujo al gobierno mediante un pronunciamiento militar (1868). La revolución, dirigida por militares progresistas, convocó elecciones. Las nuevas Cortes redactaron una Constitución.
El nuevo régimen debía ser una monarquía. Se buscó un monarca liberal en Europa, siendo elegido Amadeo de Saboya, quien reinó entre 1871 y 1873. Abdicó ante la imposibilidad de resolver los múltiples problemas de la sociedad española (incluyendo el asesinato de Prim).
La renuncia de Amadeo tuvo como consecuencia la promulgación, en febrero de 1873, de un nuevo régimen: la Primera República Española. Este nuevo régimen tuvo una vida muy corta debido a la acumulación de problemas sin resolver y a la aparición de nuevos conflictos.
El pronunciamiento de Martínez Campos culminó con la restauración de la monarquía. Se instauró un nuevo sistema político basado en una serie de principios establecidos en una nueva Constitución, mucho más conservadora.
El nuevo sistema político se organizó mediante el llamado Turno de Partidos, por el que se turnaban el poder pacíficamente. Con este sistema, siempre se lograba el resultado electoral que más interesase en ese momento (fraude electoral). En la primera etapa, destaca la implantación del sufragio universal. Este nuevo sistema acabó con los pronunciamientos y las guerras carlistas. El primer problema llegó con la muerte del rey, que se solucionó con bastante facilidad.