Portada » Historia » La Constitución de 1869: Origen, Características y Legado del Primer Régimen Democrático Español
La crisis del reinado de Isabel II había alcanzado cotas insostenibles. La Revolución de septiembre de 1868, conocida como La Gloriosa, posibilitó la transformación radical del sistema político español.
Esta revolución fue liderada por generales progresistas como Juan Prim y Francisco Serrano, y por políticos influyentes como Práxedes Mateo Sagasta. Las causas principales del levantamiento fueron:
Tras el exilio de Isabel II, se instauró un Gobierno Provisional liderado por Serrano. Este gobierno asumió la transición hacia un nuevo régimen y adoptó medidas liberalizadoras inmediatas:
Las Cortes Constituyentes iniciaron sus trabajos en febrero de 1869 con el dilema central sobre la forma de gobierno. El debate entre monarquía y república dominó las discusiones, generando tensiones internas en la coalición revolucionaria.
Prevaleció la opción monárquica, defendida por Prim, quien sostenía que una monarquía democrática garantizaba mejor la estabilidad y el reconocimiento internacional del nuevo régimen.
La Constitución de 1869 es considerada la primera constitución democrática de la historia de España. Fue un hito fundamental en la evolución del constitucionalismo español del siglo XIX, culminación de las aspiraciones democráticas del liberalismo progresista. Supuso una ruptura profunda con el ordenamiento anterior y sentó las bases de un nuevo modelo político.
La Constitución de 1869 representó la culminación del liberalismo democrático. Estableció por primera vez un sistema plenamente democrático, con una clara separación de poderes, amplio reconocimiento de derechos individuales y participación ciudadana real, situando a España en la vanguardia del constitucionalismo liberal. Fue uno de los textos más avanzados de su tiempo, reflejando tanto la evolución interna del liberalismo español como la influencia de las corrientes democráticas europeas tras la Revolución de 1848.
El asesinato del General Prim, en diciembre de 1870, supuso un duro golpe para el régimen nacido de la Revolución Gloriosa. Prim había sido su principal impulsor y el político con más autoridad para mantenerlo en pie. Sin él, el sistema quedó sin una figura capaz de reunir a las distintas fuerzas que lo sostenían.
Amadeo de Saboya, un rey extranjero que apenas hablaba el idioma, se encontró con un país dividido y receloso. Ni los políticos lo apoyaban ni el pueblo lo sentía como propio. Reinó brevemente, llenando al país de conflictos.
Amadeo I abdicó en febrero de 1873, dejando el trono vacío. Su marcha abrió paso a la Primera República, que intentó mantener en vigor la Constitución de 1869. En menos de un año se sucedieron cuatro presidentes distintos, cada uno encontrando más dificultades que el anterior para gobernar. Las divisiones entre republicanos federales y unitarios, sumadas a la falta de apoyos sociales, impidieron consolidar un proyecto estable.
Las instituciones no pudieron resistir la presión de múltiples conflictos simultáneos:
El caos acabó abriendo el camino a la Restauración Borbónica en 1874, con el regreso de Alfonso XII al trono.
Aunque tuvo una breve vigencia efectiva, la Constitución de 1869 fue esencial en la evolución del constitucionalismo español. Estableció un modelo de democracia liberal que sirvió de referencia para desarrollos posteriores. Representó un intento de modernización democrática, anticipando conquistas políticas que solo se consolidarían décadas después.
Marca la transición definitiva del liberalismo doctrinario al democrático, estableciendo principios y mecanismos que conformaron el núcleo del pensamiento constitucional progresista español hasta bien entrado el siglo XX.
