Portada » Magisterio » Juego Inclusivo en la Infancia: Fomentando el Desarrollo y la Diversidad Educativa
El juego es un componente fundamental y excelente para la intervención educativa, especialmente en contextos de diversidad. A través de él, cada niño y niña puede:
Los recursos lúdicos (juegos, juguetes, material lúdico, etc.) suelen diseñarse, en la mayoría de las ocasiones, sin tener en cuenta la gran diversidad de la población infantil y sus necesidades. Si consideramos que en nuestras aulas tendremos niños y niñas con diversas capacidades e intereses, es fundamental contar con juegos y juguetes que respondan a las necesidades de todos y todas. Es importante facilitar las adaptaciones necesarias en los juguetes y materiales lúdicos para que todo nuestro alumnado pueda disfrutar al máximo de sus capacidades de acción.
El juego y el juguete para todos y todas cumplen con un «diseño universal», permitiendo que niños y niñas, con y sin diversidad funcional, utilicen los mismos juegos en condiciones similares. De esta manera, se fomenta la participación inclusiva y se reduce la diferenciación.
Los juegos y juguetes adaptados son aquellos que, siendo estándar o específicamente diseñados, facilitan el uso y el juego a niños con discapacidad o con deficiencias sensoriales, físicas o intelectuales.
Fundamentalmente, el rol del educador/a será el de dinamizador/a y observador/a del proceso de juego. Además, de las siguientes responsabilidades:
En el caso de tener en el aula niños o niñas con alguna diversidad funcional, como educador/a infantil, tu papel es crucial a la hora de asegurar situaciones de diversión y desarrollo.
Para garantizar un desarrollo óptimo y seguro, es fundamental generar entornos seguros, teniendo en cuenta los siguientes criterios:
Es aquel que cumple la normativa de uso y no pone en peligro la seguridad y salud de los niños/as ni de otros/as cuando se hace un uso normal. Por ejemplo, un juguete de madera no debe tener astillas o un muñeco no debe contener sustancias tóxicas que puedan poner en peligro la salud.
Tanto si los niños/as juegan sentados en el suelo, en la mesa, etc., debemos cuidar que su postura sea adecuada y evitar peligros innecesarios (que se caigan, se lesionen, etc.). Por ejemplo, en el caso de niños/as con discapacidad motora, utilizaremos reposacabezas o sillas adaptadas con cinturón para sostenerles sentados mientras juegan.
Es decir, que permita al niño/a explorar libremente el espacio y tener acceso a sus juguetes cuando lo desee, ofreciéndole garantías de seguridad: por ejemplo, que el espacio de juego sea higiénico, amplio, de fácil acceso, con buena ventilación e iluminación, etc.
Los niños y niñas con factores de diversidad tienen las mismas características, intereses y necesidades que los demás niños y niñas de su edad, y además algunas necesidades específicas derivadas de estos factores.
Como educadores/as infantiles, a la hora de planificar actividades lúdicas, tendremos que tener en cuenta la amplia gama de situaciones con las que nos podemos encontrar al intervenir educativamente. El objetivo es que todos los niños y niñas tengan las mismas posibilidades de desarrollo, aunque tengan que realizar tareas diferentes.
Es importante destacar que, en estas edades de la educación formal (de 0 a 3 años), el niño o niña que presenta una dificultad todavía no es plenamente consciente de su déficit, ni tampoco lo son los compañeros/as de su clase. Los niños y niñas aprenden que en su entorno hay también niños y niñas que no oyen o no pueden moverse como ellos/as, y que esto no es un impedimento para poder relacionarse y jugar. Así pues, juntos tienen la oportunidad de aprender a convivir, a relacionarse y a aceptarse.