Portada » Historia » Grandes Momentos de la Historia de España: De Al-Ándalus a los Borbones
La monarquía visigoda atravesaba una grave crisis interna, caracterizada por luchas entre nobles por el trono y un sistema político muy debilitado. En el momento de la invasión, Rodrigo y los partidarios de Witiza se enfrentaban por el poder. Estos últimos permitieron la entrada de tropas musulmanas como mercenarios. Esta división interna y la debilidad del Estado facilitaron una conquista rápida y casi total de la península.
La sociedad de Al-Ándalus estaba jerarquizada y formada por diferentes grupos. En la cúspide se encontraban los árabes y bereberes, que eran los dominantes. La mayoría de la población eran muladíes, cristianos que se convirtieron al islam. También había mozárabes, cristianos que conservaron su fe bajo dominio musulmán, y una minoría judía. Esta diversidad daba lugar a una sociedad con cierta convivencia, pero con fuertes desigualdades.
Abderramán III se proclamó califa en el año 929, consolidando un estado centralizado con un ejército profesional y una administración fuerte. Bajo su mandato, el Califato vivió un gran esplendor político, económico y cultural. Sin embargo, a comienzos del siglo XI, entró en crisis, especialmente tras las dictaduras de Almanzor y sus hijos. Esta situación provocó su disolución en 1031 y el surgimiento de los primeros reinos de taifas.
Al-Ándalus dejó un legado cultural muy importante: monumentos como la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, y estilos arquitectónicos como el mudéjar. También influyó en las lenguas peninsulares mediante arabismos. En el ámbito económico, se destacaron las innovaciones agrícolas, como nuevas técnicas de regadío y cultivos traídos por los musulmanes, como el arroz o la berenjena.
Al-Ándalus nació tras la invasión musulmana de 711, aprovechando la crisis visigoda. Primero fue un emirato dependiente del califato de Damasco, y luego independiente con Abderramán I en 756. En 929, Abderramán III fundó el califato. Tras su disolución en 1031, surgieron los reinos de taifas. Posteriormente, las invasiones almorávide y almohade intentaron unificar el territorio. Desde el siglo XIII, solo resistió el reino nazarí de Granada, conquistado finalmente en 1492.
La Repoblación fue el proceso mediante el cual se ocuparon y distribuyeron las tierras conquistadas a los musulmanes. Al principio, en el norte, se usó la presura, donde campesinos se apropiaban libremente de tierras. Más tarde, con avances rápidos en el centro y sur, la Corona repartió grandes lotes a nobles, clero y órdenes militares, lo que generó grandes latifundios, sobre todo en el sur.
En el norte, la repoblación se hizo mediante la presura: pequeños propietarios ocupaban tierras lentamente. En el centro y sur, con avances rápidos, se usaron los repartimientos: grandes lotes de tierra fueron entregados a nobles, clero y órdenes militares. Esto generó una estructura desigual: en el norte predominaban los pequeños propietarios, mientras que en el sur surgieron latifundios y señoríos feudales. Esta diferencia explica parte del desequilibrio económico entre ambas zonas.
La Mesta era una organización de ganaderos trashumantes creada en 1273. Tenía privilegios legales y fiscales otorgados por la Corona, como sus propias leyes y tribunales. Su actividad principal era la cría de ovejas, cuya lana se exportaba a Europa desde los puertos del norte. Tuvo gran peso económico, especialmente en Castilla, y estuvo protegida por los reyes debido a su rentabilidad.
La Escuela de Traductores de Toledo fue un centro de traducción de obras clásicas del griego, árabe y hebreo al latín y al castellano. Aprovechó la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos en la ciudad. Gracias a ella, se difundieron conocimientos en filosofía, astronomía, medicina o matemáticas por toda Europa. Supuso un impulso clave para el renacimiento cultural en Occidente.
La Reconquista es el proceso mediante el cual los reinos cristianos fueron recuperando el territorio peninsular en manos musulmanas desde el 711 hasta la toma de Granada en 1492. Fue un proceso lento, con avances y retrocesos, que tuvo un fuerte componente ideológico: los cristianos se veían como herederos del reino visigodo y con la misión de restaurar su dominio.
La guerra comenzó tras la muerte sin herederos de Carlos II en 1700. Este dejó como sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, lo que provocó el rechazo de Austria, que proponía como rey al archiduque Carlos. El conflicto fue tanto una guerra civil (Castilla apoyó a Felipe y la Corona de Aragón a Carlos) como una guerra internacional en la que participaron Francia y España frente a Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal. Felipe ganó la guerra en el interior de España, pero el conflicto terminó con el Tratado de Utrecht (1713), que lo reconocía como rey a cambio de grandes pérdidas territoriales para España en Europa.
Los Decretos de Nueva Planta, aprobados entre 1707 y 1716, suprimieron los fueros e instituciones propias de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca como castigo por apoyar al archiduque Carlos. Se impuso la organización política, jurídica y administrativa de Castilla, lo que supuso el fin de la monarquía compuesta de los Austrias y el inicio de un modelo centralista inspirado en Francia.
Felipe V fue reconocido como rey de España, pero renunció a sus derechos sobre la corona francesa. España perdió la mayor parte de sus territorios en Europa: los Países Bajos, Milán, Nápoles y Cerdeña pasaron a Austria; Sicilia a Saboya; y Menorca y Gibraltar a Gran Bretaña. Además, Inglaterra obtuvo privilegios comerciales con América, como el navío de permiso y el asiento de negros.
Los Pactos de Familia fueron acuerdos militares firmados entre los Borbones de Francia y España para defender intereses comunes frente a Inglaterra. Hubo tres pactos a lo largo del siglo: los dos primeros con Felipe V, el tercero con Carlos III. Gracias a ellos, España recuperó Nápoles, Sicilia y Menorca, y obtuvo algunos territorios en América. Estos pactos reforzaron la alianza borbónica, pero también implicaron a España en guerras costosas.
Carlos III impulsó reformas en varios ámbitos. En la Iglesia, reafirmó el control del Estado y expulsó a los jesuitas. En educación, promovió la enseñanza primaria, reformó las universidades y apoyó academias científicas. En la economía, favoreció la industria, fomentó el comercio (liberalización colonial, protección frente al exterior), repartió tierras y limitó el poder de la Mesta. También promovió las Sociedades Económicas de Amigos del País, que analizaban y proponían mejoras para el desarrollo regional.
El Tratado de Utrecht (1713) reconoció a Felipe V como rey de España, pero a cambio el país perdió numerosos territorios en Europa y concedió privilegios a Inglaterra. El Tratado de Rastatt (1714), firmado entre Austria y Francia, completó la cesión de territorios: Austria recibió los Países Bajos, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña. Inglaterra mantuvo Menorca y Gibraltar, y logró concesiones comerciales en América.
Los Borbones intentaron mejorar la agricultura para modernizar la economía del país. Se propuso acabar con la propiedad amortizada, como la de la Iglesia, y distribuir tierras a los campesinos. Carlos III repartió tierras comunales en Extremadura y promovió la colonización de Sierra Morena con familias europeas. Pensadores como Campomanes y Jovellanos defendieron estas reformas, vinculando el progreso al acceso del campesinado a la tierra. También se intentó limitar el poder de la Mesta, que perjudicaba a los agricultores.
La política exterior de los Reyes Católicos se basó en la expansión territorial (Granada 1492, Navarra 1512, Canarias, América, norte de África) y en la búsqueda de la hegemonía europea, enfrentándose a Francia por Italia. Usaron la política matrimonial para aislar a Francia (Juana + Felipe el Hermoso).
La Toma de Granada supuso el fin del islam en la península y permitió a Castilla centrarse en América. A nivel simbólico, reforzó a la cristiandad europea tras la caída de Constantinopla (1453).
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón conquistaron Granada (1492), Canarias (1496), Navarra (1512), plazas en el norte de África (Melilla, 1497), América (1492) y Nápoles (1504), consolidando el poder peninsular, atlántico y mediterráneo.
Carlos I heredó Castilla, Aragón, América, Flandes, Borgoña, Austria y el Imperio. A su muerte (1558), dividió sus dominios: a Felipe II le dejó los territorios hispánicos y a Fernando, la Corona Imperial.
La política exterior de Carlos I se basó en la defensa del catolicismo y la unidad cristiana (Universitas Christiana). Luchó contra Francia (por la hegemonía), el Imperio Otomano (por su expansión) y los protestantes alemanes. Fracasó en sus objetivos y abdicó en 1556.
España fue la primera potencia mundial por sus vastos territorios y las riquezas de América. La monarquía defendió el catolicismo (Contrarreforma) frente a protestantes, turcos y Francia. Sin embargo, el esfuerzo bélico constante causó crisis económicas y bancarrotas.
La política exterior de Felipe II fue católica y defensiva: guerra contra Francia (Batalla de San Quintín), Inglaterra (Armada Invencible), otomanos (Batalla de Lepanto, 1571) y protestantes (Holanda). Los múltiples frentes agotaron los recursos y causaron bancarrotas.
El gobierno de los validos fue un sistema político característico de los Austrias menores (siglo XVII), donde el rey delegaba el poder en un ministro de confianza. Muchos de estos validos abusaron del poder, favorecieron a su entorno y son considerados responsables del declive de la monarquía.
El valido ejercía el poder en nombre del rey. En el siglo XVII, su protagonismo creció ante la debilidad de los monarcas. Figuras como el Conde-Duque de Olivares intentaron reforzar el poder real y la Hacienda, pero fracasaron. Su gestión contribuyó a la crisis política y social del siglo.